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Cine de Autor

EN EL ESTADO DEL TERROR

EN EL ESTADO DEL TERROR

Kevin Smith es un director que se ha caracterizado a lo largo de su carrera por un tipo de cine muy particular: lo suyo son las comedias "frikies", con unos diálogos mordaces y unos personajes muy peculiares, Clerks, Mallrats y Persiguiendo a Amy son sus tres títulos más significativos.  

Esta vez nos presenta Red State, la película que conquistó el Festival de Sitges 2011, alzándose con la María a la mejor película y al mejor actor para Michael Parks, una cinta que nada tiene que ver con sus trabajos anteriores. 

Red State es oscura, de violencia áspera, seca y sin concesiones, ya que se ambienta en una secta ultraviolenta, liderada por el predicador Coooper, un creíble Michael Parks. El trío adulto protagonista lo completan Melissa Leo (Frozen River), como la "mujer captadora" y John Goodman en el papel de policía.  

Con reminiscencias al caso real de Waco, la película de Smith nos plantea una crítica furibunda contra el sistema americano, a través del terror que sufren en sus propias carnes tres jóvenes "captados" y sometidos contra su voluntad a una secta. Además, al realizador de Clerks no le tiembla el pulso a la hora de plantear y resolver satisfactoriamente las escenas de acción y de violencia.

Una película que, más que una cinta de terror sangrienta, es un crudo thriller con un mensaje y una crítica muy determinados, usando unas gotas de humor negrísimo.

JR PALOMAR.- 

Pie de foto: El predicador Cooper (Michael Parks), un ser siniestro.

EN BUSCA DEL PARAÍSO PERDIDO

EN BUSCA DEL PARAÍSO PERDIDO

Año 1965. Isla de Nueva Inglaterra. Sam, el niño más impopular de los boyscouts caquis desaparece casi sin dejar rastro...Suzy, una niña rebelde y problemática, tampoco se encuentra en casa...Los adultos, tanto padres como policías y scouts les irán pisando los talones para encontrarles. Bajo esta premisa, de la cual no hay que desvelar nada más para mantener las sorpresas que nos ofrece esta nueva película de Wes Anderson, se articula una trama bastante singular. 

A parte de ahondar en el recuerdo de aquellos maravillosos veranos de la infancia que todos hemos vivido, de los campamentos y de la chispita del primer amor, Moonrise Kingdom, nos propone un paso más allá.

Impregnada de una melancolía devastadora, la historia de amor preadolescente entre Sam y Suzy es un canto a la libertal individual, a la búsqueda de la propia identidad y del paraíso perdido -en parte por culpa de los adultos-, así como de la aceptación del valor de la diferencia de cada uno.

Los adultos que aparecen en el relato, tontos y tristes, con sus imperfecciones, son unas criaturas terriblemente humanas y llenas de defectos. A destacar, el taciturno policía interpretado por Bruce Willis (quien guarda una sorpresa final) y el tristón jefe de los Scouts creado por Edward Norton. Es la jovencísima e inocente parejita la que rompe con todo y se atreve a vivir sus sueños.

La película está llena de literatura y objetos infantiles, de una banda sonora hipnótica, desde Henry Purcell hasta Le temps de l’amour de Françoise Hardy y de una poesía fílmica muy particular.

Así pues, aunque la cinta resulta ser un poco difícil y desconcertante en su arranque, si uno consigue entrar en la historia, ésta se convierte en una fábula muy especial, triste y emotiva. Una película hecha con el corazón para emocionarnos. En definitiva, dejémonos llevar por el universo mágico y fascinante, patético y delirante que nos propone su particular creador, Wes Anderson, autor de las también muy especiales Los Tenebaums, Life Aquatic, Viaje a Darjeeling y Fantástico Mr. Fox.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Sam (Jared Gilman) y Suzy (Kara Hayward), una pareja de jovencitos enamorados que puede con todo.

SINFONÍA SOBRE EL AMOR

SINFONÍA SOBRE EL AMOR

De Francia nos llegan a menudo historias que exploran los sentimientos de amistad y de amor. Recientemente, Pequeñas Mentiras sin importancia, de Guillaume Canet nos hablaba con naturalidad de las siempre complicadas relaciones interpersonales, mientras que Los infieles, de Jean Dujardin y Michael Hazanavicius, erraba el tiro al concentrarse en el tema de la infidelidad masculina de un modo muy obvio e incluso ofensivo.

Ahora nos llega del país galo, El arte de amar, de Emmanuel Mouret, que pretende a través de varias historias entrelazadas hacernos reflexionar sobre el amor como música para unir diferentes personas. Dos vecinos que se encuentran y se atraen, una joven pareja que pone a prueba su fidelidad, una pareja madura que cuanto más libertad se da más se une, las "aventuras" entre un matrimonio joven instalado en la rutina, el mejor amigo de ella y una amiga soltera, etc...

Con un guión bien trabado y un reparto coral bien afinado, entre los que destacan François Cluzet (Intocable), Julie Dépardieu (Largo domingo de noviazgo), Pascale Albillot (Pequeñas mentiras sin importancia), Laurent Stocker (Juntos, nada más) y Judith Godreche (Una casa de locos) la película nos lleva a la reflexión intelectual sobre el siempre complicado y universal sentimiento del amor.

Esta sinfonía de almas buscan, encuentran, anhelan o desean estar o seguir estando enamoradas. La película, un curioso cruce entre el cine de Woody Allen y Éric Rohmer, propone una combinación de drama, comedia y melodrama, todo ello narrado con sutileza y elegancia, sin estridencias y con mucho buen gusto. Insinuando a través del poder de la palabra, más que mostrando en el plano físico. Una propuesta que seguro que satisfacerá al público femenino y al masculino que busque comprender el siempre difícil universo de las relaciones con el sexo opuesto.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Laurent Stocker y Judith Godrèche interpretan a dos amigos con diferentes puntos de vista sobre su relación.

EL VALOR DE LA ENSEÑANZA

EL VALOR DE LA ENSEÑANZA

Después de clausurar el festival de Cine de Autor de Barcelona, llega a nuestras pantallas, Profesor Lazhar, de Philippe Falardeau, película canadiense que estuvo entre las finalistas al Oscar a la mejor película extranjera. Se trata de una historia que nos pretende hacer reflexionar sobre varios temas: la enseñanza, la vida y la muerte, etc.

A partir de trágico suceso, el suicidio de Martine, una profesora de un colegio de Montreal, se articula toda una trama que gira alrededor de un nuevo profesor sustituto que es argelino, Bachir Lazhar (Mohammed Fellag). Este maestro, aparte de enseñarle la lección, se propone a que sus alumnos expresen todo el dolor, la rabia, el sentimiento de culpa o de frestración que sienten por no comprender la injustificada muerte de Martine.

Así pues, la historia se vertebra en varios temas: Cómo afrontar el día a día de los alumnos tras la pérdida de la profesora, además de proponer una reflexión sobre dónde están los límites entre enseñar y educar, es decir, entre ser sólo profesor o querer ser algo más cercano y parecido a una figura paterna. E incluso si es bueno el premio o el castigo ante determinados comportamientos.

Así pues, se trata de un relato humanista, en el que tiene tanta importancia la voz de los maestros (o los adultos) como el sentir de los alumnos, representados por dos estudiantes de 12 años muy distintos entre sí: el extraño Simón (un muy sensible Émilien Neron) y la madura Alice (estupenda Sophie Nélisse).

En este tipo de historia, el director busca directamente la implicación del espectador con los acontecimientos que se narran, es decir, que a través de la implicación le conduce a una reflexión a través de la razón y también de la emoción. Quizás el único inconveniente es un poético final que pretende conmover demasiado.

No obstante, se trata de una cinta muy digna, de digestión lenta y pausada, en la que el espectador se quedará con un poso en su interior y en su memoria.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Simón y Alice viven un dificil equilibrio para superar la pérdida de Martine.

SOLIDARIDAD Y COMPROMISO

SOLIDARIDAD Y COMPROMISO

Robert Guédiguian vuelve al cine que le ha hecho un director reconocido con Las nieves del Kilimanjaro, inspirada en el poema La gente pobre, de Víctor Hugo. No obstante, la película es contemporánea y se sitúa en su Marsella natal y obrera. Además, se vuelve a rodear de su núcleo de actores habituales: los estupendos Jean-Pierre Darrousin, Gérard Meylan y Ariadne Ascaride, esposa del realizador.

Y es que Las nieves del Kilimanjaro es una película que habla fundamentalmente del compromiso en sus más variados aspectos.

Compromiso entre los dos miembros de la pareja protagonista, Marie-Claire (Ascaride), que trabaja como asistenta de una anciana, y Michel (Darrousin), al que acaban de prejubilar en los astilleros. Tras treinta años de casados, dos hijos y tres nietos, esta pareja de "cincuentones" aún se quiere y son felices juntos, pese a las dificultades a las que han tenido y tienen que sobreponerse. Son una pareja de soñadores "en lucha" que todavía creen que un mundo mejor es posible.

Compromiso con su consciencia de clase. Ellos pertenecen a la clase obrera, tienen una casa y un coche y pequeñas comodidades cotidianes, aunque viven sin grandes lujos. Nadie les ha regalado nada, sinó que todo se lo han ganado a pulso con el sudor de sus frentes.

Compromiso con sus ideales sociales y políticos. A pesar de que un hecho violento e imprevisto podría hacerles tambalear en su pensamiento, en ellos prevalece y se refuerza, no sólo el sentido de la justicia social, sinó sobre todo el del perdón y la solidaridad con los más desvalidos.

Este compromiso es el que tratan de inculcar a sus hijos, una generación que, estando marcada por la actual crisis económica viven aprovechándose de la lucha de la generación de sus padres, con mucho conformismo y un poco de derrotismo en sus quehaceres cotidianos. Además, parecen rehuir del compromiso de la generación de sus padres y no se sienten involucrados con los demás ni en el plano social, ni en el laboral ni en el humano.

La película transita equilibradamente entre el drama y la comedia, haciéndonos reflexionar sobre valores como la consciencia de clase, la igualdad, la justicia social, la solidaridad y el sentido de la familia. Todo ello, gracias a una narración fluida y sin estridencias que, en varios momentos, nos emociona. 

Este es un cine necesario en una época de crisis en la que se tendrían que potenciar más que nunca los valores humanos y sociales. Absolutamente recomendable.

Un consejo: esta cinta se podría ver en sesión doble con El Havre, de Aki Kaurismäki con la que comparte, no sólo la presencia de Jean-Pierre Darrousin, sinó muchos de los valores antes citados.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Marie-Claire y Michel, en uno de los días más felices de sus vidas junto a sus hijos.

UN INDIVIDUO INDEFENSO FRENTE A UN INEVITABLE DESTINO

UN INDIVIDUO INDEFENSO FRENTE A UN INEVITABLE DESTINO

El cine rumano ha dado buenas historias en los últimos años. Un buen ejemplo de ello es Cuatro meses, tres semanas y dos días, de Christian Mungiu, multipremiada en el festival de Cannes. Una tragedia íntima cuyo tema principal eran los abortos clandestinos.

Cuatro años después, Florin Serban dirige Si quiero silbar, silbo, una película que, partiendo de un drama personal denuncia toda la institución familiar y penitenciaria. La película se llevó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Berlín de hace dos años.

Dentro de pocos días, los espectadores del Festival de Cine de Autor de Barcelona tandrán la oportunidad de ver otras excelente muestra de esta ola de cine rumano con las redes de trata de blancas como telón de fondo: Loverboy, de Catalin Mitulescu con la misma pareja protagonista de Si quiero silbar, silbo, es decir, George Pistereanu y Ada Condeescu. 

Pero vamos a analizar primero cuatro apuntes sobre el argumento de Si quiero silbar, silbo. Silviu (George Pistereanu) es un chico rumano que está recluido en un centro de menores. Cuando le falta poco para salir definitivamente, recibe la visita de su hermano, quien le cuenta que su madre se le quiere llevar a Italia. Silviu hará todo lo imposible para que esto no ocurra y recurrirá a medidas desesperadas, incluso tomando como rehén a a una voluntaria del centro, Ana (Ada Condeescu), una joven por la que se siente atraído.

El director parte de la historia personal de Silviu para que comprendamos que el entorno familiar condiciona al individuo, así como las ciucunstancias personales adversas que le tocan vivir.

La película es una muestra de cine de denuncia efectivo y sin efectismos donde la familia, las penitenciarias de menores y la justicia no salen demasiado bien parados, sinó que, bajo el microcosmos que envuelve a Silviu, se ponen en tela de juicio y se denuncian tanto el abandono familiar como el aislamiento social de un individuo al que la vida parece darle la espalda y no quererle conceder una segunda oportunidad.

Aspera y amarga, la película podría encontrar un poco de luminosidad en el insólito conato de historia de amor entre los protagonistas, aunque el destino prefijado caiga inevitablemente como una losa.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Silviu y Ana, ¿amor en tiempos difíciles?

LA PESCA COMO ACTO DE FE

LA PESCA COMO ACTO DE FE

Lasse Hallström se ha caracterizado a lo largo de su carrera por hacer un cine de corte intimista en el que importan más las personas y sus emociones y sentimientos más profundos. Este es el caso de tres de sus películas esenciales: ¿A quién ama Gilbert Grape?; Las normas de la casa de la sidra y Chocolat.

La pesca del salmón en Yemen no es una excepción. La película narra las vicisitudes deL doctor Alfred Jones (¿un homenaje implícito a Indy?), Ewan McGregor, un funcionario del ministerio de agricultura británico, para llevar a cabo un extraño proyecto-capricho de un jeque yemení. Se trata de la introducción de salmón salvaje para practicar la pesca deportiva, dotando para ello al país de las infraestructuras de ingenieria y consiguiendo las condiciones fluviales necesarias en pleno desierto. Además de la complicidad y apoyo financiero del jeque contará con el de Harriet (Emily Blunt), una competente asesora de la empresa Fitzharris & Price.

Aparte del curioso periplo para llevar a cabo tan extraño proyecto, la película se centra en las vidas personales y sentimentales de los protagonistas con cada una de sus parejas. Él casado con Mary, una mujer de negocios que acepta un trabajo en Ginebra y ella que ha iniciado un noviazgo con Robert, un soldado destinado a Afganistán.  

La parte más acertada del film es su ácida visión del mundo de la política, donde hace gala de un humor muy brittish en la línia de la serie Sí, Primer Ministro. A través de la asesora del Primer Ministro británico, interpretado muy convincentemente por Kristin Scott Thomas, una mujer muy perspicaz capaz de sacar partido a cualquier situación para favorecer al Ministro y de crear la noticia poniendo a la prensa de su lado, asistimos a algunas de las mejores y más divertidas escenas de la película.

En cambio, la parte melodramática y romántica de la cinta resulta un poco alargada y forzada en muchas situaciones, pues no acaba de surgir la química necesaria entre los personajes de Ewan McGregor y Emily Blunt -a pesar de los esfuerzos, sobre todo de ella-.

Algunos momentos que pretenden ser mágicos y especiales resultan un poco increíbles o simplemente bellos estéticamente (la salvación del jeque; la "aparición milagrosa" del soldado, los planos finales, etc.) 

Así pues, Lasse Hallström, trata de crear una fábula donde la fe y la ilusión que uno pone en un proyecto es el pilar esencial para cambiar el rumbo de toda una vida, pero la trama se queda un poco en tierra de nadie y el director no consigue transmitirnos emociones verdaderas como en otros de sus trabajos anteriores. 

En definitiva, una entretenida cinta que parte de una curiosa e interesante premisa argumental pero que, lamentablemente, no consigue eclosionar en el resultado final.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: El jeque y el doctor Jones, mucho más que pescar en el río de la vida.

BUSCAR REFUGIO ANTE LA AMENAZA

BUSCAR REFUGIO ANTE LA AMENAZA

Después de fascinar en los festivales de Sundance, Gijón y ganar el premio de la crítica Fipresci en Cannes, llega una de las sorpresas de la temporada: la desconcertante Take Shelter, de Jeff Nichols.

La trama gira alrededor de Curtis (Michael Shannon, de la serie Boardwalk Empire), casado con Samantha (la cada vez más ascendente Jessica Chastain -El árbol de la vida-) y con una hija pequeña sordomuda (la muy creíble Tova Stewart) que viven plácidamente en un pueblo de la América profunda. Aunque su tranquilidad se verá alterada cuando sufra una serie de premoniciones y pesadillas que le alertan de una seria amenaza para él y su familia: una tormenta apocalíptica que va a arrasar con todo. Así pues, decide construir un refugio (de ahí el nombre de la cinta) para protegerse y protegerlos.

Se trata de un hombre normal y corriente, un héroe de la vida cotidiana que se enfrenta a una situación extraordinaria y anormal que le sobrepasa. Por ello mismo, a pesar de la extrañeza que pueda provocar su comportamiento en algunos momentos, consigue que el espectador se sienta identificado: Es un padre de familia que defenderá a capa y a espada a los que más quiere, intentando evitar que algo terrible les suceda. 

Los problemas de comunicación y la comprensión-incomprensión entre la propia familia y la gran necesidad de protección del núcleo familiar ante la amenaza son dos de los temas centrales de este drama de corte intimista e independiente, que se apoya fundamentalmente en las sólidas y sensibles interpretaciones de sus actores.

Además, en una época de crisis como la que vivimos, el tema del miedo frente a lo desconocido es palpable y nos afecta a todos. En definitiva, estamos ante una buena propuesta para exorcizar los terrores cotidianos de las personas. 

FACESONTHEBOX.-

LA PASIÓN PROHIBIDA DE CATHY Y HEATHCLIFF

LA PASIÓN PROHIBIDA DE CATHY Y HEATHCLIFF

Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas), de la escritora británica decimonónica Emily Brönte, es, ha sido y seguirá siendo una obra cumbre sobre la pasión amorosa. La relación imposible entre Catherine y Heathcliff ha sido adaptada infinidad de veces en la gran pantalla con más o menos acierto. Una de las mejores fue la que protagonizaron Laurence Olivier y Merle Oberon en 1939, de la mano de William Wyler. Algunas adaptaciones curiosas fueron la versión de Luís Buñuel titulada Abismos de Pasión (1954) y la japonesa Agashi Ga Oka (1988). En el año 92, eran Juliette Binoche y Ralph Fiennes, quienes recuperando el academicismo volvían a ponerse en la piel de los desdichados amantes.

Ahora nos llega una versión menos académica que las anteriores, pero que conserva su misma esencia: el alma inmortal de su romanticismo. La directora de Fish Tank, Andrea Arnold, nos propone su versión de la historia y consigue hacer algunas modificaciones que no restan intensidad dramática al relato.

¿Qué tiene de especial esta nueva Wuthering Heights?

Para comenzar, haber escogido unos protagonistas, los cuáles son prácticamente desconocidos para el gran público, Kaya Scodelario (Furia de Titanes) y el debutante James Howson, creíbles como la señorita Cathy y el criado Heathcliff. En este caso, es la primera vez que Heathcliff es de raza negra, lo que aún añade más imposibilidad a esta relación amorosa, tormentosa y difícil ya en la novela por la diferencia de clases sociales. Además, la historia está explicada desde el punto de vista de Heathcliff, lo que la llena de una crueldad, una obsesión y una visceralidad sin precedentes en versiones anteriores.

Por otra, la naturalista fotografía,realizada con iluminación natural, de los parajes de Yorkshide, cuyo brumoso y a veces fantasmagórico paisaje se convierte en el tercer vértice de la historia. Además, su ausencia de banda sonora y el uso de la cámara al hombro también nos permiten acercarnos a la trama, de manera íntima y delicada, sin artificios.

Así pues, si ya la reciente Jane Eyre, de Cary Fukuyama, era una adaptación con un tamiz distinto a las demás, por focalizar la historia en la relación entre sus protagonistas y dar un halo de misterio a través del paisaje, esta nueva Cumbres Borrascosas es ciertamente una rara avis en las adaptaciones literarias, pues está más cerca del cine de autor más experimental, rompiendo el academicismo más encorsetado.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Los abismos de la pasión amorosa, según Andrea Arnold.

DESCENSO A LOS INFIERNOS DE LA PERVERSIÓN

DESCENSO A LOS INFIERNOS DE LA PERVERSIÓN

Shame, de Steve McQueen, es la segunda colaboración de este director con el actor Michael Fassbender, una película dura, de difícil visionado y no apta para todo tipo de público. El cada vez más solicitado actor (Jane Eyre, Un método peligroso o la próxima Haywire, de Steven Soderbergh) se alzó con la Copa Volpi por esta interpretación en el pasado festival de Venezia. 

La película se estructura en dos partes claramente diferenciadas. En la primera parte, conocemos a Brandon, su obsesión enfermiza por todo lo que tenga que ver con el sexo -tanto virtual como real-. Una obsesión que le ciega y que le atormenta por partes iguales. Así como su relación, o mejor dicho, la falta de comunicación y de buena sintonía, con su hermana Sissy (Carey Mulligan), una joven vulnerable e indefensa, con una gran necesidad de afecto y reconocimiento. 

En la segunda, el personaje, lejos de redimirse y huyendo del compromiso y de la implicación emocional que supondría una relación con una compañera de trabajo, da rienda suelta a sus más bajos instintos carnales, como un animal sediento, que desciende a los infiernos de la depravación. Cabe decir que en esta parte, la película abandona la contención formal de la primera y se desboca en escenas muy explícitas que le han valido a la cinta, nada más ni nada menos que la calificación R en Estados Unidos.

Este ser, desprovisto de toda implicación emocional, no es capaz de amar ni de dejar que le amen, ni siquera a quien es de su propia sangre y se condena a vagar eternamente en un sinfín de escarceos sexuales y degradación moral. 

Por ello mismo, se nos hace complicado recomendar una película de este calibre, puesto que el vacío emocional que siente el protagonista nos deja helados y con el corazón encogido. Sólo el personaje de Carey Mulligan despierta en el espectador un poquito de compasión ante la indiferencia que siente Brandon ante los seres humanos. 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Sissy y Brandon, dos hermanos condenados a no entenderse.

GLENN CLOSE EN LA PIEL DE UN HOMBRE

GLENN CLOSE EN LA PIEL DE UN HOMBRE

Rodrigo García tiene un especial peso para las historias femeninas y lo demostró sobradamente en Cosas que diría con solo mirarla, Nueve vidas y Madres e hijas.

En esta ocasión en el punto de mira está también una mujer, pero con una apariencia peculiar: es un mayordomo que viste como un hombre y a quien todos conocen como Albert Nobbs.

Glenn Close, quien ya coincidió con el director en cosas que diría con sólo mirarla es el alma mater del proyecto, pues no sólo es la protagonista, sinó que también es la guionista y protagonista y productora de este film de época, ambientado la Irlanda de mediados del S.XIX.

La película vive y respira para este extraño y triste personaje, que encaja perfectamente con el ambiente de la época y que anticipa aires de Charles Chaplin. El personaje de Glenn se siente atraído por una criada del hotel donde trabaja, Helen, interpretada por Mia Wasikowska -muy cómoda en papeles de época desde Jane Eyre-.

La historia nos recuerda a Yentl, en aquella ocasión era Barbra Streisand la que se ponía en la piel de un hombre. En este caso, el curioso hombre dentro del cuál late un escondido corazón de mujer es Glenn Close, la razón de ser de una cinta, concebida para el sobrio lucimiento de una actriz, quien ya saboreó las mieles del éxito y que vuelve a demostrar una solvente madurez interpretativa. No en vano fue Premio Donostia a toda su trayectoria en la pasada edición del Festival de San Sebastián y con Albert Nobbs aspira a arrebatar el Oscar a la también excelente Dama de Hierro/Meryl Streep.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Albert Nobbs, viviendo en contra de lo establecido.

SENSIBLE TRAGICOMEDIA EN EL PARAÍSO

SENSIBLE TRAGICOMEDIA EN EL PARAÍSO

Alexander Payne últimamente se ha especializado en retratar la masculinidad en crisis. Si en Entre Copas, un hombre instalado en los 40 (Paul Giamatti) tenía que hacer frente a un traumático divorcio, en A propósito de Schmidt, se retrataba el siempre difícil momento de la jubilación de un trabajador de más de 60 años (Jack Nicholson).

En esta ocasión, The Descendants nos sitúa frente a Mattie King (George Clooney) un abogado hawaiano de 50 años, padre de dos hijas y marido de una mujer que está a punto de morir a causa de un accidente de lancha. 

¿Qué tiene de especial esta película que la convierte en obra madura y llena de verdad y autenticidad?

El guión, basado en la novela de Kaui Hart Hemmings, transita de manera equilibrada entre la tragedia y la comedia, la historia que se narra es dolorosa y amarga, pero también hay luz y situaciones que bordan el patetismo, lo que hace que el espectador pase de la sonrisa a la lágrima de manera natural.

En todo momento, la historia es creíble y está construida y marcada con un tempo narrativo adecuado, sin prisas pero sin pausa. Ésta es una obra mayor, una película que traspasa al espectador, implicándole y emocionándole, sin caer en la sensiblería, ni en los sentimientos prefabricados.

Por otra parte, la película aborda varias temáticas que tienen como eje en común los sentimientos de pérdida y de separación por parte del protagonista.

Matt, interpretado por un muy convincente George Clooney, quien encarna a la perfección a este padre de familia y marido engañado -y con un leve gesto, un silencio o una palabra, inunda la pantalla-, debe enfrentarse a la traumática pérdida sentimental y física de su mujer. A raíz de descubrir una infidelidad, el protagonista comienza una peculiar búsqueda de la verdad para esclarecer los hechos.

Además también ha de conseguir que la familia que estaba cada más alejada se mantenga como un "archipiélago unido". En este sentido, se abordan las siempre difíciles relaciones paterno-filiales con sus dos hijas: Scottie (Amara Miller), de 10 años con ansias de dejar atrás su niñez y Alex (Shailene Woodley, auténtica revelación), una joven de 17 años, quien vive recluida en un internado.

Todo ello, unido al conflicitivo dilema de tener que vender una vasta extensión de tierras vírgenes de Hawaii heredadas, por Mattie y muchos familiares más, de sus antepasados aristócratas en las islas. Así pues, Hawaii se convierte en un personaje más de esta tragicomedia sobre la vida y sus alegrías y dificultades, relatada de una manera nada estereotipada ni maniqueísta, sinó más bien como un retrato realista de la familia y por ende, de la sociedad contemporánea.

Una película maravillosa que os atrapará de principio a fin, siguiendo el periplo de sus atribulados personajes.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Matt y Alex, padre e hija con muchos temas que resolver.

UN INDIVIDUO INDEFENSO FRENTE A UN INEVITABLE DESTINO

UN INDIVIDUO INDEFENSO FRENTE A UN INEVITABLE DESTINO

El cine rumano ha dado buenas historias en los últimos años. Un buen ejemplo de ello es Cuatro meses, tres semanas y dos días, de Christian Mungiu, multipremiada en el festival de Cannes. Una tragedia íntima cuyo tema principal eran los abortos clandestinos. Cuatro años después, Florin Serban dirige Si quiero silbar, silbo, una película que, partiendo de un drama personal denuncia toda la institución familiar y penitenciaria.

Primero de todo, cuatro apuntes sobre su argumento, Silviu (George Pistereanu) es un chico rumano que está recluido en un centro de menores. Cuando le falta poco para salir definitivamente, recibe la visita de su hermano, quien le cuenta que su madre se le quiere llevar a Italia. Silviu hará todo lo imposible para que esto no ocurra y recurrirá a medidas desesperadas, incluso tomando como rehén a a una voluntaria del centro, Ana (Ada Condeescu), una joven por la que se siente atraído.

El director parte de la historia personal de Silviu para que comprendamos que el entorno familiar condiciona al individuo, así como las ciucunstancias personales adversas que le tocan vivir. La película es una muestra de cine de denuncia efectivo y sin efectismos donde la familia, las penitenciarias de menores y la justicia no salen demasiado bien parados, sinó que, bajo el microcosmos que envuelve a Silviu, se ponen en tela de juicio y se denuncian tanto el abandono familiar como el aislamiento social de un individuo al que la vida parece darle la espalda y no quererle conceder una segunda oportunidad.

Aspera y amarga, la película podría encontrar un poco de luminosidad en el insólito conato de historia de amor entre los protagonistas, aunque el destino prefijado caiga inevitablemente como una losa.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Silviu y Ana, ¿amor en tiempos difíciles?

PORFIRIO: RETRATO SINGULAR DE UN COLOMBIANO

PORFIRIO: RETRATO SINGULAR DE UN COLOMBIANO

Porfirio, de Alejandro Landes cuenta, a medio camino entre el relato de ficción y la crónica documental la historia real de Porfirio Ramírez, un colombiano de mediana edad quien, tras recibir un balazo en la espalda, vive impedido en una silla de ruedas.

La película narra el día a día de este hombre quien necesita la ayuda de su pareja sentimental, Jassbleidy y de su hijo Lissin para realizar algunas de las acciones más cotidianas, como tomar un baño o levantarse de la cama. Aunque hay otras para las que, sorprendentemente, se vale bien por sí mismo. Planos fijos y largos sirven de testimonio narrativo de la cotidianidad de un hombre que actualmente es "vendedor de minutos" desde su teléfono móvil. 

Aunque la mayor parte del tiempo la acción trascurre entre las cuatro paredes de su humilde pero más que digna morada, hacia la mitad de la película se nos muestra a Porfirio fuera de su casa. Es en estos momentos donde aparece la escena social de la Colombia rural y vemos en qué ocupa su tiempo antes de que el tiempo le mate a él. En su periplo vital se encuentra con otros personajes tan singulares o más que el protagonista, así como con las personas que le rodean.

Pese a todo, no es una crónica desesperanzada, sinó que refleja la lucha de un hombre por sobrevivir y seguir adelante a pesar de sus circumstancias. 

Atención a un final sorprendente y transgresor, que pretende dinamitar con todo lo establecido con anterioridad y que es el colofón a una singular cinta que merece un visionado sin prejuicios de ningún tipo. 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Porfirio ayudado en su cotidianidad por su hijo Lissin.

DRIVE TO NOWHERE

DRIVE TO NOWHERE

Hay películas que están destinadas a convertirse en films de culto, sobrepasar la barrera de lo bueno y convertirse en extraordinarias. Pensaba que éste sería el caso de Drive, de Nicolas Winding-Refn, una cinta que ha levantado gran expectación allá donde se ha proyectado y que ganó, nada más y nada menos, que el premio al mejor director en el festival de Cannes.

¿Cuál es el problema de Drive? Su principal handicap es su intención de hacer un film independiente vestido de película para todos los públicos, cosa que no es en absoluto.

A la cinta le cuesta bastante arrancar, es demasiado lenta y esteticista y cuando lo hace, explota de manera muy precipitada, como si quisiera compensar al espectador por la larga espera para saber por dónde se va a dirigir la trama.

Si que es cierto que hay elementos que me gustan y mucho, su fotografía, su banda sonora a cargo de Cliff Martínez -autor de la reciente Contagio- son magníficas, de lo mejor que he visto y escuchado últimamente. Aunque pueda sonar tópico, cuando lo que más recuerdas de una película son sus elementos estéticos y sonoros, algo realmente falla.

Su protagonista también es excelente. Ryan Gosling, ataviado con una chaqueta dorada con un escorpión en la espalda -que se va a convertir en una indumentaria mítica de la historia del cine- y con un palillo perenne en a boca, compone a la perfección un personaje sin nombre. Este hombre es un especialista de cine de acción -por ello, nos esperábamos escenas de acción y persecuciones de coches a la altura de las circunstancias-. Es un ser misterioso, no se sabe de dónde viene -aunque intuyes mucha turbiedad en sus actos pasados- ni a dónde va exactamente. Sólo se define cuando busca la redención a través del amor. Este personaje, lacónico en palabras y en gestos, podría recordarnos a un joven Clint Eastwood cuando rodaba spaghetti westerns o al Steve McQueen de Bullit o La huída, aunque tampoco está tan alejado del Charles Bronson en El justiciero de la noche por su contundente y violenta manera de actuar.

La película pasa de momentos típicos y lugares comunes del cine indie americano a escenas de una brutalidad y violencia impactantes. En este sentido, cabe decir que la cinta va de menos a más. Pero este in-crecescendo narrativo me deja, a menudo, un poco fría y vacía, me decepciona, pues me falta algo que me compense tanta brutalidad. El amor entre la pareja protagonista no es suficiente para redondear una buena película que, por otro lado, está predestinada a convertirse para muchos en un film de culto, ya con su mítica frase: "What did you do? I drive". 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Ryan Gosling con su mítica chaqueta dorada, a punto de pasar a la acción.

GALAXIA DE VALORES EN UN MICROCOSMOS

GALAXIA DE VALORES EN UN MICROCOSMOS

Aki Kaurismäki es un rara avis en el amplio espectro del arte cinematográfico. En su última propuesta Le Havre, su eclecticismo hace mella en el atrevido espectador.

La historia trata de como Marcel Marx, un buen hombre (André Wilms) ayuda a Idrissa, un pequeño inmigrante ilegal (Blondin Miguel) a llegar a su destino. De trasfondo, la bella historia de amor entre Marcel y su mujer Arletty (Kati Outinen) en un precario entorno.

La estética de la cinta es peculiar, entre minimalista, naïf y retro. A veces vemos lugares modernos con estética retro, en este caso, son lugares retro sin ningún atisbo de modernidad. El verbo es cortante y las expresiones faciales de los actores pareces talladas con el cortafríos de un artesano del mármol. En este entorno hay un peculiar sentido del homor, pues es humor gélido; y el trasfondo humano que yace en el relato hacen aún más valiosos estos gestos.

La acción transcurre con un ritmo sin prisa pero sin pausa y es curioso cómo, a pesar de la poca acción existente en el relato, se mantiene el interés, pues en sus largos planos fijos se despierta la curiosidad del espectador. A nivel estético y formal, pueden surgir posibles comparaciones con autores como Manuel de Oliveira pero de alguna forma, parece el Buñuel más sobrio y austero que jamás haya sido filmado...

Era habitual en el cine negro de los cuarenta y cincuenta la insinuante y efímera silueta en forma de columna de humo que se alzaba como un personaje más. En esta ocasión, los elementos de sello Kaurismäki son los vasos ya vacíos de alcohol representando las batallas perdidas de la vida y el rock and roll de personajes imposibles, la banda sonora de quienes el amor al prójimo marca el compás de sus vidas.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Marcel y el pequeño Idrissa, unidos por el destino.

SI NO HAY SANGRE, NO HAY CULPA

SI NO HAY SANGRE, NO HAY CULPA

Después del giro hacia la comedia con Buscando a Eric, Ken Loach vuelve a sus orígenes y nos presenta una brillante muestra de cine combativo, políticamente comprometido y que invita a una rabiosa reflexión: Route Irish.

La trama comienza en un funeral en el que Fergus (un energético Mark Wormacks) ha perdido a su mejor amigo, confidente y "hermano del alma", Frankie en un terrible accidente en Irak. Pero, no contento con la versión oficial de los hechos, que dicen que su amigo se encontraba en el lugar y el momento equivocado, decide investigar por su cuenta para averiguar qué ocurrió una fatídica mañana del mes de septiembre en la carretera más peligrosa del mundo: Route Irish, que une el aeropuerto de Bagdad con la Zona Verde de la ciudad. Todo ello, con la complicidad de la mujer de Frankie, Rachel (Andrea Lowe, de frágil fortaleza). Entre ambos surgirá una estrecha relación, basada en el dolor por la pérdida de la persona a quien ambos más amaban y la necesidad de sacar fuerzas de flaqueza para descubrir la verdad.

El relato es apasionante y no deja un minuto de tregua al espectador, a través de flashbacks vamos conociendo qué ocurrió en Irak y la información que Paul Laverty (guionista habitual de Loach) nos proporciona está muy bien dosificada. En ningún momento decae el interés por la historia ni por sus personajes, sinó que el espectador se implica emocionalmente con su periplo vital en su búsqueda por esclarecer qué ocurrió realmente.

En esta difícil y peligrosa investigación se arroja luz sobre los perversos mecanismos que ejecutan aquellas empresas privadas que, a través de los Estados, hacen de la guerra -primero, limpieza y luego reconstrucción del país- su principal negocio. Además, la historia se pone a favor de las víctimas, el pueblo oprimido, los niños y las familias irakíes muertos sin tener ninguna culpa. Con la cruda sentencia. "si no hay sangre no hay culpa", Loach nos desvela que las guerras todo está permitido y los criminales campan a sus anchas sin ser juzgados, impunemente. 

En un amargo final en el que, en el fondo, se hace un poco de justicia, Loach nos deja rabiosos y reflexivos ante tanta injusticia y tantos negocios sucios hechos con la sangre derramada de los que tiene menos culpa. Una película absolutamente necesaria, de visionado obligatorio. 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Fergus y Rachel, unidos en su búsqueda de la verdad.

EL PAPEL DE LA MUJER EN EL ISLAM

EL PAPEL DE LA MUJER EN EL ISLAM

El director Radu Mihaileanu tiene una especial sensibilidad para retratar historias de caracter íntimo, contadas en un tono amable y emotivo, mezclando con desenvoltura drama y comedia. Ya lo demostró en El Concierto y ahora vuelve a sorprendernos gratamente con La fuente de las mujeres, que se estrena hoy viernes 9 de diciembre.

La trama gira alrededor de un grupo de mujeres abnegadas que viven en una pequeña aldea del norte de África. Cada día tienen que recorrer varios kilómetros para ir a buscar agua de una fuente, mientras sus esposos descansan. Un buen día, una de ellas, decide que la situación ha de cambiar y que, para ello, hay que darles un escarmiento y mantenerse en "huelga de amor" para que sus maridos cambien de manera de actuar.

Esta simpática y, en apariencia inocente historia costumbrista, encierra una sutil crítica a la situación de la mujer islámica en la actualidad, reclamando más participación y más igualdad femenina en esta sociedad aún muy lastrada por el peso del hombre y por las tradiciones islámicas, tanto en el plano social, político como religioso.

Una película recomendable para todos aquellos que amen las historias sencillas con mensaje y que quieran, a su vez, pasar un buen rato en una sala de cine.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: La abnegada protagonista que iniciará su particular revolución femenina.

MUCHA SENSIBILIDAD Y POCA SENSIBLERÍA

MUCHA SENSIBILIDAD Y POCA SENSIBLERÍA

La nueva adaptación de Jane Eyre, de Cary Fukunaga, que ya pudimos disfrutar en el Festival de Sitges y hoy se estrena en cines, se quita el encorsetamiento que a menudo tienen este tipo de producciones de adaptaciones literarias decimonónicas.

La historia de la joven huérfana que se vuelve la institutriz de la ahijada del Sr.Rochester coquetea con el melodrama pasional y con una ambientación más propia del género fantástico, resultando una obra absolutamente fascinante.

En parte, por la realización dinámica del joven director y por otra, por el gancho de su pareja protagonista, la ascendente Mia Wasikovska y el omnipresente Michael Fassbender.

La tensión sexual y emocional de estos dos personajes es una de las claves principales por los que la película interesa y funciona. Las miradas entre el magnético y obstinado Mr.Rochester y la inocencia decidida de Jane llegan a los espectadores, conformando una historia de amor extraordinaria por encima de cualquier condición e impedimento social. Mientras que Judi Dench encarna en la encantadora Mrs. Fairfax, la ama de llaves de Mr. Rochester a una abuelita adorable.

En resumen, una cinta que fascinará tanto a hombres como a mujeres, pues posee mucha sensibilidad y poca sensiblería. Una agradable sorpresa en esta moderna adaptación del clásico de Charlotte Brönte, especialmente indicada para paladares exquisitos, pues se trata de una hermosa historia de amor bigger than life.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Jane y Mr.Rochester, un amor que te llegará al alma.

Nota: La película se estrena en cines el 2 de diciembre.


CORRECCIÓN MORAL VERSUS PULSIÓN SEXUAL

CORRECCIÓN MORAL VERSUS PULSIÓN SEXUAL

El psicoanálisis ha sido la gran fuente de inspiración de Un método peligroso, la nueva película de David Cronenberg. Partiendo de sus orígenes y de la relación que se estableció entre el maestro Sigmund Freud y el discípulo que se acabó apartando de sus postulados debido a su dimensión religiosa, Carl Jung.

No obstante, a pesar de que la película recoge las largas charlas y debates entre Freud y Jung, el principal interés de la cinta, radica desde mi punto de vista en las relaciones que se establecieron entre una paciente -que llegó a ser doctora y discípula de Jung-, la judía de origen ruso, Sabina Spielrein y el propio Jung. En estas relaciones que sobrepasaron el propio paciente-médico llegando a convertirse en amorosas y sexuales es donde Cronenberg parece más Cronenberg. El resto de la película es un ejercicio de reflexión, academicismo y contención en toda regla. El director de cintas tan brutales y brillantes como las recientes Una historia de violencia y Promesas del Este se modera muchísimo en este film denso de pensamientos y contenido de emociones.

Sólo en los claroscuros que envuelven a Spielrein y Jung, que se erigen como dos figuras trágico-románticas, en las que sus destinos están profundamente marcados por la sociedad de aquella época vemos la personalidad de la cinta.

Además, aunque Mortensen-que se reserva un papel de Freud, más referencial que presente a lo largo de la trama- y Fassbender (Jung) están correctos, Keira Knightley les eclipsa en un papel dificilísimo, donde la locura y la cordura pende de un hilo muy fino. En todo momento brillante, Knightley hace suyo el rol de Sabina Spielrein y lo convierte en el más apasionante de este interesante relato donde las corrección moral y el poder de los deseos reprimidos cobran fuerza en la persona de esta mujer de manera reveladora.

Nos ha extrañado, no obstante, que el papel de los sueños -una de las claves del pensamiento psicoanalítico- esté tan poco explotado en la cinta y que se desaproveche el potencial de algunas escenas en pos de la ya mencionada contención formal del relato.

A pesar de ello, la película es una buena aproximación a la sociedad europea anterior a la Primera Guerra Mundial, donde las pulsiones íntimas eran a menudo reprimidas por la correción moral que esta misma sociedad imponía.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Knightley y Fassbender, ¿pasiones bajo control?