SOLIDARIDAD Y COMPROMISO
Robert Guédiguian vuelve al cine que le ha hecho un director reconocido con Las nieves del Kilimanjaro, inspirada en el poema La gente pobre, de Víctor Hugo. No obstante, la película es contemporánea y se sitúa en su Marsella natal y obrera. Además, se vuelve a rodear de su núcleo de actores habituales: los estupendos Jean-Pierre Darrousin, Gérard Meylan y Ariadne Ascaride, esposa del realizador.
Y es que Las nieves del Kilimanjaro es una película que habla fundamentalmente del compromiso en sus más variados aspectos.
Compromiso entre los dos miembros de la pareja protagonista, Marie-Claire (Ascaride), que trabaja como asistenta de una anciana, y Michel (Darrousin), al que acaban de prejubilar en los astilleros. Tras treinta años de casados, dos hijos y tres nietos, esta pareja de "cincuentones" aún se quiere y son felices juntos, pese a las dificultades a las que han tenido y tienen que sobreponerse. Son una pareja de soñadores "en lucha" que todavía creen que un mundo mejor es posible.
Compromiso con su consciencia de clase. Ellos pertenecen a la clase obrera, tienen una casa y un coche y pequeñas comodidades cotidianes, aunque viven sin grandes lujos. Nadie les ha regalado nada, sinó que todo se lo han ganado a pulso con el sudor de sus frentes.
Compromiso con sus ideales sociales y políticos. A pesar de que un hecho violento e imprevisto podría hacerles tambalear en su pensamiento, en ellos prevalece y se refuerza, no sólo el sentido de la justicia social, sinó sobre todo el del perdón y la solidaridad con los más desvalidos.
Este compromiso es el que tratan de inculcar a sus hijos, una generación que, estando marcada por la actual crisis económica viven aprovechándose de la lucha de la generación de sus padres, con mucho conformismo y un poco de derrotismo en sus quehaceres cotidianos. Además, parecen rehuir del compromiso de la generación de sus padres y no se sienten involucrados con los demás ni en el plano social, ni en el laboral ni en el humano.
La película transita equilibradamente entre el drama y la comedia, haciéndonos reflexionar sobre valores como la consciencia de clase, la igualdad, la justicia social, la solidaridad y el sentido de la familia. Todo ello, gracias a una narración fluida y sin estridencias que, en varios momentos, nos emociona.
Este es un cine necesario en una época de crisis en la que se tendrían que potenciar más que nunca los valores humanos y sociales. Absolutamente recomendable.
Un consejo: esta cinta se podría ver en sesión doble con El Havre, de Aki Kaurismäki con la que comparte, no sólo la presencia de Jean-Pierre Darrousin, sinó muchos de los valores antes citados.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Marie-Claire y Michel, en uno de los días más felices de sus vidas junto a sus hijos.
1 comentario
Beñat -
He visto la última de Guediguian en el festival de cine y derechos humanos de San Sebastián y me pareció una película muy divertida. Además plantea cuestiones tan interesantes como la identidad del obrero en los tiempos que corren. ¿Hoy en día se puede hablar de la lucha de clases? Al fin y al cabo todos somos consumidores y por ello apoyamos el sistema (que es lo mismo que decir que justificamos la explotación de otros seres humanos). Todos somos culpables. Todos tenemos nuestras responsabilidades. Por cierto, en el periódico Diario Vasco le hicieron una entrevista al director y decía algunas cosas como ésta: que nunca haría ninguna película sobre los ricos y que no le gustan películas como El hundimiento, ya que, podemos empatizar o simpatizar con el ser humano que se esconde tras un genocida como Hitler. Dijo que esa era la trampa del cine. Me pareció muy ingenuo por su parte. Todas las personas pueden ser amables y cariñosos, y al mismo tiempo pueden ser unos fascistas. Una cosa no quita la otra. Hitler no era un monstruo, era una persona que estaba muy equivocada y que hizo daño a mucha gente. Pero deshumanizar a los demás nunca ha sido una buena idea. Las circunstancias y el contexto en el que se encuentra cada uno tiene mucha influencia en su manera de ver el mundo. Pienso que nadie quiere ser terrorista de mayor.
La mejor película que he visto en el festival ha sido L'ordre et la morale (El orden y la moral) del francés Mathieu Kassovitz. Fue la película que inauguró el certamen y me encantó. Es una película trepidante, intrigante y comprometido con la causa de los terroristas de Nueva Caledonia (que a día de hoy sigue siendo colonia francesa). La misión del protagonista que está interpretado por el director es la de salvar vidas. Su trabajo consiste en negociar con los terroristas.
¡Saludos!