El guionista y cineasta surcoreano Hong Sang-soo no es tan conocido como otros compatriotas suyos como pueden ser Park Chan-wook o Kim Ki-duk. Una de las razones de este hecho puede ser que su cine no posea imágenes tan bellas como las de cualquier película de los dos cineastas citados anteriormente. Su puesta en escena ante todo es funcionalista y, por lo tanto, el cine de Hong Sang-soo no destaca por crear extraordinarias atmósferas. Su estilo no genera sensaciones ni emociones tan fuertes como puede esperarse de un director de Corea del Sur. Por otro lado, su cine es tan ambiguo como el de Michael Haneke o Nuri Bilge Ceylan y, por consiguiente, sus películas producen inquietud y desconcierto, ya que al final de la obra siempre quedan muchos cabos sueltos sin resolver.
Las historias del autor nacido en Seúl son todo menos cerradas y clausuradas y, por ello, puede generar perplejidad en el espectador, porque quiera o no tendrá que sacar sus propias conclusiones. Suele utilizar el método de la elipsis con mucha frecuencia al igual que el estadounidense Jim Jarmusch y, por ende, muchas de las acciones que son claves para entender el relato quedan fuera del campo de visión. Nos priva de aquello que puede ser relevante para entender los entresijos de la historia, por consiguiente, a muchos espectadores les desagradará su modo de actuar. Nos muestra las consecuencias de ciertas acciones, pero nunca podemos saber lo que ha ocurrido en realidad.
El público está acostumbrado a que las historias sean herméticas, pero Hong Sang-soo prefiere que el espectador tenga la libertad de construir su propio relato como mejor le parezca. Él nos da pistas, pero nunca desvela todos sus secretos, nunca enseña todas sus cartas. Lo único que es cierto es que al cineasta le encanta distraer al personal, por ello, los pequeños detalles cobran suma importancia para entender lo que está sucediendo. Siempre nos deja con la miel en los labios, y entiendo que algunos puedan sentirse molestos por ello pero, en mi opinión, su cine es realmente magnífico y maravilloso, aunque a simple vista parezca aburrido y banal.
Ha dirigido más de 15 películas hasta la fecha y su estética y ética están definidos desde que dirigió su ópera prima titulada The Day a Pig Fell Into the Well en 1996. Su estilo se caracteriza por su aparente sencillez, pero como he dicho anteriormente, los pequeños detalles hacen que su cine sea un complejo retrato de las relaciones humanas. Y, sobre todo, aboga por la verosimilitud, y todas las situaciones que nos presenta son cotidianas y factibles y, por lo tanto, todos podemos sentirnos fácilmente identificados con los personajes. La verosimilitud puede ser un arma de doble filo, puesto que, le resultará mucho más fácil engañarnos.
En la puesta en escena, por ejemplo, se asemeja al modelo clásico por su funcionalidad, ya que, lo importante son la acciones que llevan a cabo los protagonistas, pero su particular manera de entender el cine lo convierte en un cineasta de tradición europea. Su estilo bebe del cine francés de Eric Rohmer, por ello, los protagonistas no paran de hablar, sin embargo, su cine no es tan pedante o intelectual como puede suponerse, puesto que, al surcoreano le interesa ahondar en las relaciones sentimentales entre hombres y mujeres. Aunque haya nacido en Seúl, su cine lo convierte en un gran autor como pueden ser Antonioni o Bergman. Todas sus obras tienen un mismo fin, que es la de mostrar lo frustrante que puede llegar a ser una relación amorosa. No idealiza el amor como hacen la mayoría de las películas de Hollywood, por ello, a mucha gente no le hará mucha gracia su característico universo.
EN OTRO PAÍS
Es la primera vez que tendremos ocasión de ver una película suya en nuestros cines. Hace 3 años Intermedio editó un pack de DVDs que contenía 5 películas, entre los que destacaban obras como Mujer en la playa (2006), que se pudo ver en el BAFF (Barcelona Asian Film Festival) y Noche y día (2008). Ahora gracias a la distribuidora navarra Golem tendremos la oportunidad de ver la magnífica En otro país (2012) en pantalla grande. En otro país compitió por la preciada Palma de Oro en la pasada edición de Cannes, aunque no logró ningún premio. Tengo que admitir que la película me ha seducido de una manera asombrosa. Aunque, a simple vista, no lo parezca el cine de Hong Sang-soo tiene un encanto especial. Está claro que su sencillez y su verosimilitud son el mejor aliado para sorprender gratamente al público. Los personajes hablan y hablan, pero la estructura narrativa y los pequeños detalles que, en principio no parece que tengan relevancia, hacen que su obra sea tremendamente seductora. Fascinante incluso, se podría añadir.
En otro país cuenta la historia de tres mujeres -todas interpretadas por la francesa Isabelle Huppert- que se encuentran de vacaciones en Mohang, en la costa surcoreana. La estructura narrativa es fiel a la fragmentariedad de los tiempos actuales y, por ello, la visión de los hechos será irremediablemente sesgada. Sólo poseemos retazos de realidad, ya que es imposible que un ser humano pueda tener una visión de la totalidad. Tendremos que construir el relato a base de esos retazos. Por ello, muchas de las acciones pueden llegar a ser engañosas, ya que, no tenemos suficiente información.
La primera historia trata sobre una realizadora francesa que está en Corea por el festival de cine de Jeonju. Le acompaña un director de cine amigo, coreano y su mujer, la cual está actualmente embarazada. Su mujer no se fía de su marido, porque cuando bebe no puede controlar sus instintos más primarios y, por esa razón ha decidido acompañarlos. La segunda historia trata sobre una mujer francesa que vive en Seúl con su marido, pero que tiene una aventura con un director de cine coreano. Aprovechando que su marido se encuentra en Hong Kong por motivos laborales, deciden reunirse en Mohang, pero a última hora el amante la avisa de que no podrá estar allí a la hora acordada.
Y la tercera trata sobre una mujer que ha sido abandonada por su marido. Está tan desecha que su amiga quiso que fuera a pasar unos días a la playa con ella. En las tres historias podemos encontrar los mismos personajes que hemos podido conocerlos anteriormente. Las tres historias son inventadas, por ello, la ficción y la realidad se confunden en esta maravillosa historia de encuentros y desencuentros. Podemos afirmar que Hong Sang-soo confabula con la ficción y la realidad para seguir jugando con las expectativas del espectador. Se trata de una desconcertante y asombrosa obra de arte. Una maravilla. Estamos ante una de las más sugerentes obras del realizador.
BEÑAT EIZAGIRRE INDO.-
Pie de foto: Tres historias de encuentros y desencuentros que sugieren más que muestran.