PODEROSO POEMA VISUAL CON CONTENIDO MÁS O MENOS DISCUTIBLE
Es difícil descifrar qué es El atlas de las nubes, la nueva y ambiciosa propuesta de los hermanos Lana y Andy Wachowski junto a Tom Twyker. ¿Un delirio visual New-Age? ¿Una críptica y fascinante obra maestra sobre el sentido de la vida y del destino? La película está abierta a múltiples interpretaciones y lecturas, tantas, como espectadores que se acerquen a ella viendo una revelación profética, un simple entretenimiento o una tomadura de pelo de proporciones gigantescas.
La trama se vehicula a partir de seis historias con el nexo común de algunos actores que aparecen en todas ellas haciendo distintos personajes, como Tom Hanks, Halle Berry, Jim Sturgess, Jim Broadbent, Ben Wishaw (actor fetiche de Tom Twyker en El perfume) o Hugo Weaving (el inolvidable agente Smith de la trilogía Matrix). Bien ambientadas en el pasado (la historia de aventuras, amistad y superación entre un juez y un esclavo negro en alta mar; un thriller setentero con la crisis del petróleo como telón de fondo), otras a caballo entre presente y pasado ,como la del compositor de la partitura El Atlas de las nubes, o la del joven enamorado que de mayor acaba en un geriátrico por culpa de su hermano e incluso en el futuro más próximo, la de los indígenas y los clarividentes, o en el más lejano, como de la trama de la post-revolucionaria Seúl.
La película guste o no por su significado que bebe de las ideas del karma, de la predestinación o del eterno-retorno y de las vidas sucesivas, tiene una potente puesta en escena. A partir de un montaje en el que se alternan durante tres horas estas historias, de manera trepidante y nada aburrida, el espectador es golpeado contínuamente por poderosas e impactantes imágenes que quedarán grabadas en su retina. Imágenes acompañadas por una fascinante y envolvente banda sonora, compuesta por Tom Tykwer, Johnny Klimek, y Reinhold Heil; y por un montaje que liga todo perfectamente y que resulta apasionante.
Lástima que no todas las subtramas interesen por igual, -a mí particularmente me atrapó la historia romántica y post-revolucionaria de Seúl y el thriller económico ambientado en los 70- y que algunas se hagan demasiado alargadas y, en parte, prescindibles.
No obstante, el que quiera ver más allá, tiene material y contenido de sobras para reflexionar sobre las posibles consecuencias de nuestros actos y sus conexiones con el pasado y el futuro, así como sobre la idea de predestinación. Y el que no, también puede quedarse con su forma, su poderosa imaginería visual y trasportarse por la belleza (a veces poética y otras, ultraviolenta) que respiran cada uno de sus fotogramas. No es cine sencillo ni para todos los públicos, pero el que se acerque a ella seguro que no le va a resultar de todo indiferente.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: En Seúl se vive una subtrama futurista, envolvente, revolucionaria y romántica.
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