SENSIBLE TRAGICOMEDIA EN EL PARAÍSO
Alexander Payne últimamente se ha especializado en retratar la masculinidad en crisis. Si en Entre Copas, un hombre instalado en los 40 (Paul Giamatti) tenía que hacer frente a un traumático divorcio, en A propósito de Schmidt, se retrataba el siempre difícil momento de la jubilación de un trabajador de más de 60 años (Jack Nicholson).
En esta ocasión, The Descendants nos sitúa frente a Mattie King (George Clooney) un abogado hawaiano de 50 años, padre de dos hijas y marido de una mujer que está a punto de morir a causa de un accidente de lancha.
¿Qué tiene de especial esta película que la convierte en obra madura y llena de verdad y autenticidad?
El guión, basado en la novela de Kaui Hart Hemmings, transita de manera equilibrada entre la tragedia y la comedia, la historia que se narra es dolorosa y amarga, pero también hay luz y situaciones que bordan el patetismo, lo que hace que el espectador pase de la sonrisa a la lágrima de manera natural.
En todo momento, la historia es creíble y está construida y marcada con un tempo narrativo adecuado, sin prisas pero sin pausa. Ésta es una obra mayor, una película que traspasa al espectador, implicándole y emocionándole, sin caer en la sensiblería, ni en los sentimientos prefabricados.
Por otra parte, la película aborda varias temáticas que tienen como eje en común los sentimientos de pérdida y de separación por parte del protagonista.
Matt, interpretado por un muy convincente George Clooney, quien encarna a la perfección a este padre de familia y marido engañado -y con un leve gesto, un silencio o una palabra, inunda la pantalla-, debe enfrentarse a la traumática pérdida sentimental y física de su mujer. A raíz de descubrir una infidelidad, el protagonista comienza una peculiar búsqueda de la verdad para esclarecer los hechos.
Además también ha de conseguir que la familia que estaba cada más alejada se mantenga como un "archipiélago unido". En este sentido, se abordan las siempre difíciles relaciones paterno-filiales con sus dos hijas: Scottie (Amara Miller), de 10 años con ansias de dejar atrás su niñez y Alex (Shailene Woodley, auténtica revelación), una joven de 17 años, quien vive recluida en un internado.
Todo ello, unido al conflicitivo dilema de tener que vender una vasta extensión de tierras vírgenes de Hawaii heredadas, por Mattie y muchos familiares más, de sus antepasados aristócratas en las islas. Así pues, Hawaii se convierte en un personaje más de esta tragicomedia sobre la vida y sus alegrías y dificultades, relatada de una manera nada estereotipada ni maniqueísta, sinó más bien como un retrato realista de la familia y por ende, de la sociedad contemporánea.
Una película maravillosa que os atrapará de principio a fin, siguiendo el periplo de sus atribulados personajes.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Matt y Alex, padre e hija con muchos temas que resolver.
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