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AQUEL MAYO DEL 68 SENSUAL Y SEDUCTOR...

AQUEL MAYO DEL 68 SENSUAL Y SEDUCTOR...

Si Walter Salles describió en On the Road, los pasos de Sal Paradise (transunto del padre de la generación "beat", Jack Kerouak) y, por ende, de toda una generación americana perdida entre sus sueños y sus ansias de encontrar su lugar en el mundo, entre el desarraigo y las contradicciones de un mundo que parecía abrazarles para luego darles la espalda; Olivier Assayas pretende hacer algo similar en Después de mayo (Après Mai), un canto a la generación francesa que vivió el mayo del 68. 

Si se entiende esta película como una narración de los hechos que acontecieron tras el mayo del 68, el film fracasaría, pues se trata de un retrato sensorial, construido a partir de las vivencias, los fracasos, el despertar al sexo y al amor de Gilles (el debutante Clément Métayer), un joven que parece que quiere ser abogado, aunque luego descubrirá su vena más artística, lo que le hará replantearse qué no sólo a qué se quiere dedicar, sinó su propia identidad como ser humano.

Assayas vuelve a dar un giro a su carrera después de Carlos, la setentera crónica biográfica del revolucionario (¿o quizás sólo terrorista?) venezolano Ilich Ramírez Sánchez. En esta ocasión, se acerca a finales de los 60 y crea su historia sobre la revolución colectiva e individual que supuso el mayo del 68, usando imágenes de gran belleza y sensualidad, como si nos quisiera envolver en una tentadora fragancia de juventud, tan alentadora y seductora, como incierta y peligrosa. 

Aunque quizás su punto débil es un guión que no mantiene todo el pulso hasta el final, y que se pierde, un poco como sus desorientados protagonistas, en subtramas y personajes que pueden interesar relativamente al espectador. Algunos secundarios interesantes, en cambio, están poco explotados y creemos que podían haber dado más a la historia. No obstante, es un curioso retrato, bien filmado, sobre unos hechos que, generación tras generación, han seguido fascinando a la juventud por la búsqueda de libertad y la ruptura con lo establecido que supusieron. 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Gilles y su primer amor, ansias de libertad y de felicidad.

COMEDIA EN EL ENTORNO GOOGLE

COMEDIA EN EL ENTORNO GOOGLE

Los becarios, de Shawn Levy, aprovecha el tirón cómico de dos especialistas en el género, quienes ya funcionaron como una maquinaria de relojería en De boda en boda, para gestar otra comedia. Esta vez no centrada en las relaciones de dos jueguistas en un entorno nupcial, sinó en dos vendedores quienes, viendo limitado su trabajo, deciden probar suerte como becarios en Google y enfrentarse a un nuevo entorno laboral creciente y cambiante.

El mundo informático, la diferente tipología de trabajadores, la cooperación entre colegas para lograr un objetivo común son algunos de los temas de los que trata esta película amable y simpática, sin sobresaltos ni originalidad extrema, pero que cumple su cometido: entretener, hacer pasar un rato agradable, echar unas risas, gracias a la vis cómica del dúo Owen Wilson-Vince Vaughn. 

También se le puede reprochar que no explote un poco más a ciertos personajes secundarios -que podrían haber dado bastante juego- y que no exprima al máximo no las dinámicas de comedia, sinó la posibilidad de profundizar un poco más en las situaciones que se dan en los entornos informáticos actuales. No obstante, cumple el clásico patrón de film de entretenimiento: si algo funciona y es ligero y distraido, no hace falta cambiarlo ni darle muchas vueltas. Eso es lo que es Los Becarios, un jueguete tan blanco, tan inofensivo como olvidable.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Vince Vaughn-Owen Wilson son dos becarios de Google en busca de divertidas aventuras.

INQUIETANTE CÓCTEL DE GÉNERO

INQUIETANTE CÓCTEL DE GÉNERO

Presentada en la pasada edición del Festival de Sitges, por fin se ha estrenado en las carteleras, Insensibles, de Juan Carlos Medina. Se trata de una curiosa ópera prima, que presenta varios puntos interesantes. En primer lugar, por la acertada combinación de ir entrelazando dos historias. Una de ellas, es un relato situado en el pasado, ambientada en la Guerra Civil y que se alargará hasta la década de los 60, en un sanatorio donde hay niños recluidos con una extraña peculiaridad: no sienten dolor físico ni reaccionan ante quemaduras, accidentes, etc.

La otra, situada en el presente, es la dramática peripecia de un neurocirujano (interpretado con su solvencia habitual por Álex Brendemühl) que necesita encontrar unos donantes de médula compatibles para salvar su vida. Hallará en sus padres, no sólo la posible respuesta a sus problemas, sinó una puerta a interrogantes sobre su pasado, que quedaron irresolutos.

En segundo lugar, por la riqueza de géneros por la que transitan ambos relatos: del fantástico al thriller psicológico con toques de terror, del drama personal al infierno colectivo. Aunque eso sí, cabe decir que ambas tramas no son igualmente interesantes ni mantienen del mismo modo la atención del espectador: la de los niños es mucho más inquietante y perturbadora que el dramático deambular del neorocirujano.

No obstante, hay que reconocer que, a pesar de que el guión flojee en una de sus partes, la voluntad de Medina por crear un relato visualmente impactante y narrativamente potente, hace que la película, pese a sus limitaciones, sea una más que notable propuesta de género, con elementos suficientemente atractivos, enfermizos y estimulantes para contentar al público ávido de historias de género que tengan algo qué decir. No lo lamentaréis.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Un inquietante pasado se nos revela.

HUMANOS Y HONESTOS, ANTE TODO

HUMANOS Y HONESTOS, ANTE TODO

Somos gente honrada es la ópera prima de Alejandro Marzoa, una película, presentada en la pasada edición del Festival de Málaga, que se inscribe en una de las tendencias del cine español actual que es la creación de una comedia dramática muy humana, partiendo de un hecho de la realidad social, para ver cómo un factor externo desencadenante puede llegar a trastocar no sólo a unas personas, sinó también a familias enteras.

Si hace un par de años, Cinco metros cuadrados, de Max Lemcke, nos habló de los efectos devastadores de la especulación immobiliaria, rompiendo los sueños de una pareja; en esta ocasión, en Somos gente honrada se parte de un hallazgo casual por parte de dos amigos de mediana edad, Suso y Manuel, que encuentran un alijo de 10 kilos de cocaina en la playa de A Coruña, para poner en marcha los mecanismos que pueden hacer sacar lo mejor y lo peor del ser humano. 

Paco Tous (Suso) y Miguel de Lira (Manuel) componen, con total humanidad y honestidad, a dos personajes castigados por la actual crisis económica y que ven, en esa droga, la panacea para solucionar todos sus problemas. En el caso de Suso, es un padre de familia con una mujer (también notable, Marisol Membrillo) que es una gran cocinera y un hijo que sólo sueña con ir de viaje de final de curso a Palma de Mallorca (Manuel Lozano, el niño de La lengua de las mariposas, de José Luís Cuerda, que se ha hecho mayor). Referente a Manuel, es un trabajador de una agencia immobiliaria, quien, tras una década, no ha superado la muerte de su esposa, a pesar de tener el respaldo de un hijo pequeño y de una hija mayor (algo desaprovechada, Manuela Vellés) y su yerno (Unax Ugalde), un policia que no resultará ser lo que parece a simple vista. 

El alijo de droga es el pretexto para poner sobre la mesa una historia que se mueve como pez en el agua entre la comedia sencilla y eficaz -a veces patética, pero siempre muy sensible-,y el drama familiar y social, con toques de amargura, en la que el espectador se siente cercano a los personajes. Muy especialmente próximo a los dos protagonistas porque, a pesar de sus imperfecciones y de sus dudas, son dos personas de carne y hueso, cuya bondad, amistad y sentido de la familia, es mucho más fuerte que cualquier otra circunstancia externa. Una película altamente recomendable. Ha sido una grata sorpresa descubrirla. 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Los dos amigos se plantean qué hacer con 10 kilos de cocaina.

COMEDIA CULINARIA FRESCA Y DIVERTIDA

COMEDIA CULINARIA FRESCA Y DIVERTIDA

Roger Gual, director de Smoking Room, firma Menú degustació, una comedia ligera y muy entretenida ambientada en un restaurante catalán de alta cocina.Vicenta NDongo es Mar, la chef de este restaurante, que está a punto de cerrar. Durante la última noche se reúnen entorno a la última cena, una serie de personajes curiosos: una pareja que reservó hace un año y que están pasando por una ruptura, Rachel (Claudia Bassols) y Marc (Jan Cornet); dos japoneses que tienen que compartir mesa y también a una excéntrica traductora (Marta Torné); una condesa que viaja con las cenizas de su esposo (Fionnula Flanagan), un misterioso individuo, que se marcha sin pagar de los restaurantes (Stephen Réa), etc. Todos ellos, se verán afectados por un contratiempo de última hora (se pueden quedar sin postre), y todos cooperarán para intentar que se solucione. Enredos; cocina; amores y desamores son los ingredientes principales de este menú servido con mucho cariño.

Al ser una comedia culinaria, la película acierta con la buena idea de encontrar su fuente de inspiración en el restaurante el Bulli. Además, de contar con el asesoramiento de Carme Ruscalleda y de dos de los hermanos del Celler de Can Roca (quienes, además, aparecen haciendo un cameo en el film), que acaban de ser considerados como el mejor restaurante del mundo por una prestigiosa revista británica. 

Por otra parte, la cinta resulta muy fresca, agradable y veraniega, con una comicidad muy acertada y apta para todo tipo de espectadores. Así pues, se trata de una más que recomendable comedia que, aparte de abrirnos el apetito con sus suculentos platos, nos arrancará más de una carcajada, que hará que se nos pase el tiempo volando e inevitablemente, nos sintamos un poco huérfanos de diversión cuando se acabe.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Dos de los hermanos de El Celler de Can Roca hacen un cameo en la película.

EL PODER TRASFORMADOR DE LA LITERATURA

EL PODER TRASFORMADOR DE LA LITERATURA

Un invierno en la playa (o su más acertado título original, Stuck in love), de Josh Boone, narra la historia de una familia de escritores. El padre, William Borgens (Greg Kinnear), fue un escritor de éxito, aunque vive anclado en su pasado, pues no ha superado la separación de su esposa, Erica (Jennifer Connelly) y no pierde la esperanza que algún día vuelva a recuperar su amor. Sus hijos, Samantha (Lilly Collins), una joven experimentada, que rehuye el amor y vive al día y Rusty (Nat Wolff), un adolescente inocente y vulnerable, viven, de disntintas maneras el despertar a la vida adulta, al amor, a los fracasos y al mundo de la literatura.

La película confronta varias maneras de acercarse a la vida y a la literaratura, así pues, para el personaje de Sam y también para su padre William, es esencial experimentar, vivir la vida intensamente, cogiendo experiencia para que la escritura sea más rica y más madura. Es curiosa la diferenciación entre románticos y realistas: mientras que unos viven en las nubes, en una ensoñación y fantasía constante; los otros se atreven a enfrentarse a la vida, al amor, etc. Eso no quiere decir que, durante el trascurso de la película, los distintos miembros de la familia, se vean arrojados, por el fluir de los acontecimientos vitales, a una necesaria transformación de manera de pensar y de enfrentarse a su cotidianeidad. 

La cinta, a caballo entre el drama familiar y las experiencias literarias de los protagonistas, salpicada con algunos toques de comedia -bastante contados, todo hay qué decirlo- es un buen relato del poder trasformador de la vida, de las esperanzas, los anhelos, las frustaciones y los sueños y de cómo éstos pueden confirmar una buena personalidad literaria.

Las interpretaciones del cuarteto protagonista, así como de Logan Lerman, Kristen Bell y Liana Liberato, ayudan a dar entidad a las variopintas y siempre complicadas relaciones entre padres e hijos, hermanos, parejas, etc. No obstante, el conjunto queda un tanto lastrado por un final bastante complaciente e idílico, a pesar de los sinsabores vividos con anterioridad.

Una película que sí contentará a aquellos que sueñen con que la literatura puede cambiar sus vidas para siempre.

SONIA BARROSO.- 

Pie de foto: Samantha y su padre tendrán que superar juntos algunos temas pendientes para poder avanzar.

PERVERSO E INTRIGANTE ROMPECABEZAS

PERVERSO E INTRIGANTE ROMPECABEZAS

Danny Boyle es un autor británico a quien, desde el principio de su carrera, nunca le ha gustado dejar al espectador indiferente. Sus personajes se caracterizan por no ser planos, ni ser lo que en principio se piensa de ellos, sinó tener múltiples recovecos. Así como sus historias, tiendan más hacia la comedia (Una historia diferente), hacia el cine negro (A tumba abierta), cine social (Trainspotting) o el thriller (Trance), siempre están plagadas de giros de guión, cambios de tono, que las hacen sumamente particulares. La emoción y la espectacularidad narrativa (y también visual) ha estado presente en muchos de sus relatos, pero fue especialmente cumbre en obras como Slumdog Millionaire o 127 horas. 

Por ello, tanto a los seguidores como a los detractores de este cine tan particular, no debería extrañarnos su nueva película: Trance, un film que, por cierto, rodó a modo de divertimento mientras preparaba la exigente tarea de dirigir la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres. 

¿Qué es Trance? A grandes rasgos e intentando generalizar para no desvelar ninguna de sus múltiples sorpresas, diremos que es la historia de Simon (James McAvoy), un empleado de una casa de subastas londinense, quien se ve gravemente implicado en el robo de un cuadro, El vuelo de las brujas, de Francisco Goya por parte de Franck (Vicent Cassel) y una peligrosa banda de atracadores de obras de arte. Tras un accidente, Simon pierde la memoria y es ayudado por una terapeuta, especialista en hipnosis, Elisabeth (una sensual y decisiva, Rosario Dawson). Y hasta aquí podemos explicar...

Hay que decir que no es un film de robos, ni un thriller convencional al uso, sinó que la trama se convierte en un ejercicio autoconsciente de manipulación, engaños, adicción, pulsiones y pasiones. Tramposa, efectista y entretenida, Danny Boyle se divierte a placer confundiendo al espectador, ayudado por un trío protagonista McAvoy-Dawson-Cassel tan efectivo como atractivo. Entre ellos, se tejerán una serie de relaciones, donde el deseo sexual, la malsana idea de belleza y perfección y la búsqueda de un amor fuera de lo convencional serán de vital importancia para el desarrollo de la historia.

Con una impresionante secuencia de arranque y un montaje y una dirección portentosas -sólo hay que ver cómo se plantean las escenas de hipnosis, lo loss recuerdos y sueños, etc-, el espectador es confundido a menudo entre realidad y ficción, envuelto en una espiral tan adictiva como peligrosa, tan rocambolesca como sus múltiples giros de guión y diferentes niveles de lectura de esta historia. Estamos ante una obra que, a pesar de algunas soluciones narrativas visuales un tanto fantásticas y desproporcionadas, así como un final tan pirotécnico como inesperado, el espectador la ve con interés creciente, enganchado a su hipnótica y sugerente trama: un perverso e intrigante rompecabezas. 

SONIA BARROSO.- 

Pie de foto: Elisabeth ayudará a Simon a recuperar su complejo pasado.

CON AROMA DE COMEDIA CLÁSICA

CON AROMA DE COMEDIA CLÁSICA

Regis Roinsard ha realizado en su ópera prima, Populaire, un nostálgico homenaje a las deliciosas comedias de los años 50 con Doris Day y Rock Hudson. Narra la bonita historia de Rose Pamphyle (Déborah Françoise), una jovencita, bella e inocente chica de provincias que comienza de cero como secretaria en el despacho de Louis Échart (Romain Duris), un hombre que descubrirá todo su potencial con la mecanografía, inscribiéndola a los más variados concursos para convertirla en la reina de la máquina de escribir. 

Una historia con muchas similitudes al mito de Pigmalión y, por consiguiente, a My fair lady, de George Cuckor, pues en esta ocasión, la joven también es instruida con ahínco y dedicación por un hombre culto, más mayor y que ve en ella un potencial escondido, pero latente y llamativo. 

La película se estructura como una comedia clásica, aunque eso sí, el director sabe imprimirle el ritmo necesario para no aburrir y que el ascenso y las aspiraciones de esta chica se sigan con creciente interés. Incluso hay escenas que nos recuerdan a duelos de western, sobre todo, por lo que se refiere a las rivalidades en los concursos de mecanografía. Además, destaca una cuidada recreación de la época, con el vestuario y la ambientación, así como una fotografía en colores pastel, que nos sitúa en la trama. 

Un punto fuerte es la complicidad y la química entre François y Duris, elemento primordial para conseguir que el film sea encantador, alegre, melodramático, romántico y haga las delicias de los espectadores. Tampoco nos podemos olvidar del buen trabajo de Bérénice Béjo en un papel secundario, pero decisivo en la trama.

Así pues, quien busque recuperar el sabor de las comedias de antaño, ésta es una buena ocasión para celebrar la inocencia de aquellas películas, tramas y situaciones, que, para los más nostálgicos, aún siguen teniendo vigencia en la actualidad.

SONIA BARROSO.-

ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO

ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO

Presentada en la última edición del festival de Sitges, El gran golpe (The Thieves), de Dong Hoon-Choi, es la película más taquillera de la historia de Corea del Sur. El secreto de su éxito radica en trasladar, en clave coreana, el cóctel thriller-comedia-acción que tan bien funcionaba en propuestas como Ocean´s eleven y Mission:Imposible. 

La trama se centra en las peripecias de una banda de ladrones con dispares habilidades para el arte del huerto a gran escala, en este caso, pretenden un robo de diamantes dentro de un lujoso casino en Macao. Pero los distintos miembros de la banda tienen ocultos intereses.Traiciones, amoríos, ambición, rencillas, la posibilidad de saldar cuentas pendientes y el continuo cambio de escenarios internacionales serán los platos principales de este film que se divide en varias partes.

En la introducción, conocemos a cada uno de los ladrones y su idiosincrasia personal, así como las interacciones entre la banda. El nudo se centra en el asalto y robo al casino. Y el desenlace, son todas las vueltas de tuerca habidas y por haber hasta el punto que, la tan rocambolesca y adrenalínica trama hace que a la película no se le vea una resolución clara, pues ésta se pierde en muchos momentos en subtramas y acciones-reacciones con desigual interés. Es evidente que lo mejor de la propuesta es la historia romántica entre los más veteranos, una subtrama que ójala hubiese dado para mucho más. También creemos que la película hubiese ganado en agilidad con un metraje inferior a las 2horas 15 minutos. 

Así pues, quien busque salirse de las habituales películas complicadas de compatriotas surcoeranos como Park Chan-wook y Kim Ki-duk, y quiera una propuesta más mainstream, espectacular, pirotécnica y resultona, aquí lo va a encontrar: éste es un más que digno producto de entretenimiento.

S.BARROSO/D.PALOMAR.-

Pie de foto: La veteranía es un grado.

HANS VS AMON

HANS VS AMON

La Segunda Guerra Mundial ha sido uno de los temas más o menos fijos en las sinopsis de las últimas décadas, ya sea en documentales o en largometrajes que han tratado, desde distintos puntos de vista, de acercarse al tema. Hay innumerables ejemplos, unos más acertados que otros, debiéndose subrayar que el rigor histórico puede estar más que peleado con un buen producto cinematográfico.

El oficial nazi, el miembro de la Gestapo o de las SS, es la referencia habitual que da cara al horror del Tercer Reich. Un uniforme que muchos han vestido en el cine. Pero hoy nos vamos a centrar en dos actores y en sus papeles: Amon Goeth, capitán de las SS y comandante del campo de prisioneros de Plaszow (Polonia), interpretado por Ralph Fiennes en Schindler’s List (Steven Spielberg, 1993), y Hans Landa, conocido como “el cazador de judíos”, e interpretado por Christoph Waltz en Inglorious Basterds (Quentin Tarantino, 2009). Personajes planteados de forma muy diferente, en películas tan opuestas como sus directores. Dos grandes que dieron a ambos actores papeles para recordar.

LA LISTA DE SCHINDLER

Ralph Fiennes se mete en la piel de un capitán de las SS, un sanguinario tan real como el campo de Plaszow desde el que acabó con la vida de miles de judíos. “El verdugo de Plaszow”, como se le conocía, era un austriaco corpulento de 1,92 m de altura y 120 kilos de peso. Precisamente, hace años, en una entrevista el actor reconocía que tras la primera prueba para el personaje, Spielberg le comentó que veía al personaje en sus ojos, pero no en su físico. Varias semanas después, cuando volvió a reunirse con Spielberg, había engordado unos 12 kilos y se hacía con el papel. Papel oscuro y terrible, sí, pero también hipnótico, ya que al espectador le resulta casi imposible no prestarle toda su atención en cuanto aparece en pantalla.

Fiennes como comandante, dirigiendo el ataque al Ghetto o supervisando el campo, está tan creíble como cuando le vemos en conversación con Schindler, o en esos momentos más íntimos en los que intenta lidiar con los sentimientos encontrados que le despierta Helen Hirsch, su criada. En cada escena, Fiennes logra equilibrar el sadismo con la frialdad, de manera que somos muy conscientes en todo momento de que sus acciones son premeditadas, de que no son accesos de locura. En las fiestas con otros oficiales, en las partidas de carta con Schindler, está siempre agazapado ese animal que dispara desde el balcón de su villa antes de desayunar. Spielberg estaba en lo cierto, el personaje asoma en esa mirada fría y casi imperturbable a lo largo de todo el film.

El personaje de Fiennes es el mal sin límite, sin excusa, consciente de su propia capacidad de destrucción y del terror que inspira. Es, además, el contrapunto a Schindler. Sobre ambos personajes construye Spielberg una película en la que el drama sólo se ve superado por el horror. Y diseñada para que éste permanezca en cada escena, en cada personaje, sin darnos tregua.

Fiennes fue candidato al Oscar, pero entre los siete premios que se llevó la película no estaba el suyo, aunque si recogió el BAFTA. Hubo quien afirmó que en la Academia no habían sido capaces de premiar al “mal absoluto” que significaba el papel de Goeth. Fuera como fuese, a partir de ese momento, el actor inglés se convirtió en un habitual de las carteleras, y nos ha seguido brindando grandísimos personajes.

MALDITOS BASTARDOS

Diametralmente opuesta resulta Malditos Bastardos, o quizás no tanto… Porque a la que el espectador se detiene a recapacitar un momento, se da cuenta de que las risas y los excesos han cubierto con una capa de frivolidad, tan delgada como transparente, la terrible realidad de la guerra.

Lo cierto es que Waltz debe estar a punto de tatuarse la cara de Tarantino en su antebrazo, si no lo ha hecho ya. Dos Oscars, los dos en la categoría de Actor de Reparto, y los dos gracias a películas del director de Tennessee. Y si bien el segundo, logrado este mismo año gracias a Django Desencadenado, puede ser más discutible, todos éramos conscientes de que Landa era un personaje premiable desde el principio.

Waltz, desconocido hasta ese momento para el gran público, nos retrata a un coronel de las SS tan cruel como el Goeth de Fiennes, pero con una dosis brutal de ironía, lo que tiene, de entrada, dos efectos claros: el principal es que el espectador ríe con él… hasta que piensa que está ante el tipo que persigue a familias enteras de judíos para acabar con ellas, y tuerce el gesto. El segundo es que esa ironía no le resta un ápice de intenso horror a su personaje. De hecho, es posible que lo potencie. Es difícil encontrar el equilibrio para dar vida a un carácter tan extremo y, sobre todo, hacerlo sin caer en la caricatura, pero el resultado es un evidente éxito, tanto de quien escribe el personaje como de quien lo interpreta.

Tarantino no pretende recrear un episodio histórico, aunque perle su película de altos mandos del aparato nazi (con Hitler incluido). En realidad, Tarantino reescribe la historia y le da la forma que le viene en gana, pero sus diálogos y su puesta en escena es magnífica. El afán de Spielberg estaba más encaminado en hacer justicia a una historia que a él, personalmente, le duele. Sean cuales sean sus motivaciones, ambas películas nos llevan desde puntos de partida muy alejados a una misma realidad: la de una guerra que deja en evidencia lo destructivo que es el ser humano para sí mismo.

Con todo, dejando al margen la opinión de cada uno sobre las películas o de qué actor pueda gustarnos más, las dos cintas les deben mucho a esos dos “secundarios”. Al final, uno se da cuenta de que con el personaje de Fiennes no hay una risa, o una sonrisa siquiera, que ayude a digerir a ese “mal absoluto” al que pone cara, mientras que ante el personaje de Waltz puede llegar hasta a arrepentirse de cada risa o de cada sonrisa.

IMMACULADA PILAR COLOM.-

Pie de foto: Amon Goeth, interpretado por Ralph Fiennes, el sanguinario capitán de la SS conocido como "El verdugo de Plaswoz". 

EL EPITAFIO DE LA MANADA

EL EPITAFIO DE LA MANADA

La buena comedia siempre entiende el género como algo mas que una concatenación de gags mas bien inspirados. Es el espejo en donde se caricaturiza la realidad de unos personajes que reflejan las filias y fobias de la sociedad. Por eso, cuando el sustrato se adueña de la comedia, no sólo enriquece el producto como contraste, sinó que resulta clave para empatizar con los desdichados cómicos que resbalan en la piel de plátano. Resacón 3 opta para darle oxigeno a una saga agotada por reforzar ese aspecto, en detrimento del gag corrosivo y, en muchos momentos, contribuye al menos es mas que las sagas tienden a olvidar a veces.

Porque, al menos, Resacón 3 opta por no hacer un reboot exploit del film original para exprimir la gallina de los huevos de oro como lo fue su periplo tailandés. Si lo mejor de la segunda entrega fue la carga emocional del personaje de Stu, aceptando su propia naturaleza, aquí el mas descerebrado de la troupe, Alan, se convierte en el tren de mercancías que acaba por descarrilar y arrastra su "wolf pack" en busca de su definición coral ,pero en este caso, sobretodo individual.

Para eso, el film decide darle entidad al conjunto de la saga, algo que en el fondo no tiene mucho sentido, ya que la odisea nació con el recorrido de una única estación. Eso hace que el film vuelva a visitar lugares comunes con la excusa autoreferencial de alimentarse a través del pasado. Sin embargo, su presunto giro hacia el dramatismo contribuye a la dosificación y mejor elección de sus gags que ,aunque esten monopolizados por los mismos personajes (el de Galifianakis y Jeong) no es menos cierto que, al menos para este humilde crítico, el de Stephen Chow adopta su versión mas inspirada de la saga. Cierto que los derroteros acaban siendo muy previsibles para una saga cuya gran baza fue el factor sorpresa, pero su función de broche digno con chistes efectivos, cumple.

JOAN BOTER ARJONA.-

Pie de foto: Alan y Mr.Chow se apoderan de esta gamberra función. 

LA GRAN HISTORIA DE AMOR DE JESSE Y CELINE

LA GRAN HISTORIA DE AMOR DE JESSE Y CELINE

Antes del anochecer (Before Midnight) es el brillante cierre de la trilogía romántica de Richard Linklater que comenzó en 1994 con Antes del amanecer (Before Sunrise) y que continuó 10 años después con Antes del atardecer (Before Sunset). Estas películas han supuesto, para muchos de nosotros, un crecimiento emocional y generacional, que hemos vivido parejos a los protagonistas, es decir, nos hemos enamorado por primera vez cuando dos estudiantes, el norteamericano Jesse y la francesa Celine, se encontraron en un tren y decidieron pasar juntos una hermosa velada nocturna en Viena, empujados por el arrojo y los efluvios románticos de la juventud. Luego hemos conectado con su situación 10 años después, cuando Jesse ya es escritor y se dispone a presentar un libro en París, pero cuál será su sorpresa al encontrarse "casualmente" con aquel primer anhelo amoroso de juventud, una Celine también más madura.

Estas películas se basaban en inspirados encuentros y chispeantes conversaciones sobre la naturaleza del amor, de la juventud o la madurez, en definitiva, de las inquietudes vitales de un chico y una chica que se van reencontrando con el paso del tiempo enriquecidos por sus experiencias vitales. 

9 años después, y tras los puntos suspensivos del final (de nuevo) del segundo encuentro nos hayamos con los dos protagonistas Jesse y Celine de vacaciones en Grecia, concretamente en Messina (sur del Peloponeso) junto a sus dos preciosas hijas gemelas. En esta ocasión, los encuentros se producen con otros personajes, que les abren su casa y su corazón: un divertido matrimonio de griegos de cuarentaintantos, dos jóvenes veinteañeros enamorados desde hace un año, un lúcido anfitrión de la tercera edad y su entrañable amiga viuda. Las interactuaciones con el resto de personajes, especialmente durante el trascurso de una comida, hacen que descubramos otros puntos de vista y diferentes perspectivas sobre el significado de la vida en pareja, el enamoramiento, la pérdida e incluso las nuevas formas de amor (virtual) o sobre las diferencias (¿salvables o irrenconciliables?) entre sexos. 

Después, la película vuelve a centrarse en ellos dos, en Jesse y Celine, que repasan de nuevo su relación, en un delicioso paseo al atardecer hasta llegar a un hotel, regalo que les han obsequiado sus amigos griegos para que tengan una velada amorosa sin niñas. Allí volvemos a sentir una celebración de la diversión, la magia y el cosquilleo de aquel primer amor y de sus diferentes etapas ya vividas con gozo e intensidad. La complicidad entre los actores, Ethan Hawke y Julie Delpy es primordial para que esta historia siga funcionando y nos continuen cautivando, sorprendiendo y emocionando como lo hicieron en aquel primer viaje en tren. 

No obstante, en esta trama y entre las paredes del hotel, se desata todo un infierno de reproches en el que ambos ponen sobre la mesa sus preocupaciones acerca de la paternidad, la responsabilidad, el peso de la vida conyugal y el sacrificio que implica ser padres, esposos, amantes y amigos. Con algunas de las líneas de diálogo más lúcidas, trascendentes y realistas que hemos escuchado en el reciente cine contemporáneo, el film abraza a Éric Rohmer y a Roberto Rossellini y se acerca al cine de autor europeo más clásico y a la vez vanguardista.

El final, que no desvelaremos, no desmerece a ninguna de las dos películas precedentes y puesto que se nos anuncia como el cierre de la trilogía, no podemos sentir otras cosa que desamparo y pérdida, a la vez que alegría por este nuevo acercamiento a esta historia de amor tan grande y tan real como la vida misma. Y como escribir algo más sobre la película es traicionar un poco su verdadera esencia, aquí nos despedimos, no sin antes un último anhelo: ¡Cómo desearíamos verlos envejecer juntos en la pantalla!

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Jesse y Celine, una relación amorosa a lo largo del tiempo.

TRATANDO DE DESCIFRAR LAS EMOCIONES

TRATANDO DE DESCIFRAR LAS EMOCIONES

El guionista y cineasta surcoreano Hong Sang-soo no es tan conocido como otros compatriotas suyos como pueden ser Park Chan-wook o Kim Ki-duk. Una de las razones de este hecho puede ser que su cine no posea imágenes tan bellas como las de cualquier película de los dos cineastas citados anteriormente. Su puesta en escena ante todo es funcionalista y, por lo tanto, el cine de Hong Sang-soo no destaca por crear extraordinarias atmósferas. Su estilo no genera sensaciones ni emociones tan fuertes como puede esperarse de un director de Corea del Sur. Por otro lado, su cine es tan ambiguo como el de Michael Haneke o Nuri Bilge Ceylan y, por consiguiente, sus películas producen inquietud y desconcierto, ya que al final de la obra siempre quedan muchos cabos sueltos sin resolver.

Las historias del autor nacido en Seúl son todo menos cerradas y clausuradas y, por ello, puede generar perplejidad en el espectador, porque quiera o no tendrá que sacar sus propias conclusiones. Suele utilizar el método de la elipsis con mucha frecuencia al igual que el estadounidense Jim Jarmusch y, por ende, muchas de las acciones que son claves para entender el relato quedan fuera del campo de visión. Nos priva de aquello que puede ser relevante para entender los entresijos de la historia, por consiguiente, a muchos espectadores les desagradará su modo de actuar. Nos muestra las consecuencias de ciertas acciones, pero nunca podemos saber lo que ha ocurrido en realidad.

El público está acostumbrado a que las historias sean herméticas, pero Hong Sang-soo prefiere que el espectador tenga la libertad de construir su propio relato como mejor le parezca. Él nos da pistas, pero nunca desvela todos sus secretos, nunca enseña todas sus cartas. Lo único que es cierto es que al cineasta le encanta distraer al personal, por ello, los pequeños detalles cobran suma importancia para entender lo que está sucediendo. Siempre nos deja con la miel en los labios, y entiendo que algunos puedan sentirse molestos por ello pero, en mi opinión, su cine es realmente magnífico y maravilloso, aunque a simple vista parezca aburrido y banal.

Ha dirigido más de 15 películas hasta la fecha y su estética y ética están definidos desde que dirigió su ópera prima titulada The Day a Pig Fell Into the Well en 1996. Su estilo se caracteriza por su aparente sencillez, pero como he dicho anteriormente, los pequeños detalles hacen que su cine sea un complejo retrato de las relaciones humanas. Y, sobre todo, aboga por la verosimilitud, y todas las situaciones que nos presenta son cotidianas y factibles y, por lo tanto, todos podemos sentirnos fácilmente identificados con los personajes. La verosimilitud puede ser un arma de doble filo, puesto que, le resultará mucho más fácil engañarnos.

En la puesta en escena, por ejemplo, se asemeja al modelo clásico por su funcionalidad, ya que, lo importante son la acciones que llevan a cabo los protagonistas, pero su particular manera de entender el cine lo convierte en un cineasta de tradición europea. Su estilo bebe del cine francés de Eric Rohmer, por ello, los protagonistas no paran de hablar, sin embargo, su cine no es tan pedante o intelectual como puede suponerse, puesto que, al surcoreano le interesa ahondar en las relaciones sentimentales entre hombres y mujeres. Aunque haya nacido en Seúl, su cine lo convierte en un gran autor como pueden ser Antonioni o Bergman. Todas sus obras tienen un mismo fin, que es la de mostrar lo frustrante que puede llegar a ser una relación amorosa. No idealiza el amor como hacen la mayoría de las películas de Hollywood, por ello, a mucha gente no le hará mucha gracia su característico universo.

EN OTRO PAÍS

Es la primera vez que tendremos ocasión de ver una película suya en nuestros cines. Hace 3 años Intermedio editó un pack de DVDs que contenía 5 películas, entre los que destacaban obras como Mujer en la playa (2006), que se pudo ver en el BAFF (Barcelona Asian Film Festival) y Noche y día (2008). Ahora gracias a la distribuidora navarra Golem tendremos la oportunidad de ver la magnífica En otro país (2012) en pantalla grande. En otro país compitió por la preciada Palma de Oro en la pasada edición de Cannes, aunque no logró ningún premio. Tengo que admitir que la película me ha seducido de una manera asombrosa. Aunque, a simple vista, no lo parezca el cine de Hong Sang-soo tiene un encanto especial. Está claro que su sencillez y su verosimilitud son el mejor aliado para sorprender gratamente al público. Los personajes hablan y hablan, pero la estructura narrativa y los pequeños detalles que, en principio no parece que tengan relevancia, hacen que su obra sea tremendamente seductora. Fascinante incluso, se podría añadir.

En otro país cuenta la historia de tres mujeres -todas interpretadas por la francesa Isabelle Huppert- que se encuentran de vacaciones en Mohang, en la costa surcoreana. La estructura narrativa es fiel a la fragmentariedad de los tiempos actuales y, por ello, la visión de los hechos será irremediablemente sesgada. Sólo poseemos retazos de realidad, ya que es imposible que un ser humano pueda tener una visión de la totalidad. Tendremos que construir el relato a base de esos retazos. Por ello, muchas de las acciones pueden llegar a ser engañosas, ya que, no tenemos suficiente información.

La primera historia trata sobre una realizadora francesa que está en Corea por el festival de cine de Jeonju. Le acompaña un director de cine amigo, coreano y su mujer, la cual está actualmente embarazada. Su mujer no se fía de su marido, porque cuando bebe no puede controlar sus instintos más primarios y, por esa razón ha decidido acompañarlos. La segunda historia trata sobre una mujer francesa que vive en Seúl con su marido, pero que tiene una aventura con un director de cine coreano. Aprovechando que su marido se encuentra en Hong Kong por motivos laborales, deciden reunirse en Mohang, pero a última hora el amante la avisa de que no podrá estar allí a la hora acordada.

Y la tercera trata sobre una mujer que ha sido abandonada por su marido. Está tan desecha que su amiga quiso que fuera a pasar unos días a la playa con ella. En las tres historias podemos encontrar los mismos personajes que hemos podido conocerlos anteriormente. Las tres historias son inventadas, por ello, la ficción y la realidad se confunden en esta maravillosa historia de encuentros y desencuentros. Podemos afirmar que Hong Sang-soo confabula con la ficción y la realidad para seguir jugando con las expectativas del espectador. Se trata de una desconcertante y asombrosa obra de arte. Una maravilla. Estamos ante una de las más sugerentes obras del realizador.   

BEÑAT EIZAGIRRE INDO.-

Pie de foto: Tres historias de encuentros y desencuentros que sugieren más que muestran.

WORLD WAR Z ESPECIAL PREVIEW

WORLD WAR Z ESPECIAL PREVIEW

¿World War Z es la película de zombies definitiva? Basada en la novela del mismo nombre publicada en 2006 por Max Brooks, ayer tuvimos la oportunidad de degustar 15 minutos llenos de Brad Pitt, acción adrenalínica, vertiginosa y no apta para taquicárdicos. ¿Nos acompañáis a esta montaña rusa con hordas de zombies por Nueva Tork, Jerusalén y a bordo de un avión? ¡Vamos!

La cinta de Marc Foster nos presenta varias acciones para explicarnos que la infección zombie se extiende a escala planetaria, convirtiéndose en una temible pandemia a nivel global. En primer lugar, el padre de familia interpretado por Brad Pitt está en su coche por las calles de New York enmedio de un atasco con su esposa y sus dos adorables hijitas pqueñas, jugando con ellos a las adivinanzas para intentar distraerse entre tanto caos circulatoria. Helicópteros sobrevuelan la zona, de manera amenazante. De repente, un hombre se comienza a transformar en algo extraño...un horrible muerto viviente...y no sólo hay uno, sinó que empiezan a aparecer muchos más, sedientos de ataque, contra los coches, produciéndose una persecución tremendamente caótica y espectacular, con un montaje que no deja un respiro, asfixia, terror...¡hay que escapar cómo sea!

En la segunda, vemos a Brad Pitt en un escenario completamente distinto: una Jerusalén cálida, atestada de gente, aislada para intentar frenar uno de los núcleos de la infección zombie. La escena parece ser más calmada y estar todo bajo control. Pero no nos engañemos, es sólo apariencia: los muertos vivientes no entienden de tranquilidad ni de aislamientos y comienzan a trepar en masa por el Muro de las Lamentaciones sembrando el pánico, la confusión, el caos....¡hay que intentar repeler sus ataques a toda costa!

En la tercera, el omnipresente Brad Pitt se encuentra a bordo de un avión completamente lleno de pasajeros. En la clase A parece que ocurre algo, movimiento y ruidos extraños...¿os imagináis qué descubre al descorrer la cortina? zombies atacando vorazmente a los pasajeros, que gritan e intentan zafarse sin conseguirlo. Hay que hacerlos frente como sea, creando un búnker de maletas, disparando o usando una granada...todo es válido para no dejarse infectar...¡El terror a bordo del avión está asegurado!

Eso sí, os hemos de decir que la película, de extrema acción, es tan espectacular y entretenida como moderada en su puesta en escena, pues apenas se ve sangre, algo que nos extrañó tratándose de unos no-muertos tan salvajes. Y nos preguntamos...¿serán capaz los cardíacos de soportar 2horas 30 minutos de frenesí non-stop en 3D? La respuesta: el 2 de agosto en España.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Brad Pitt intentando salvar a su familia del ataque zombie. 

NOIR TREPIDANTE Y ROMÁNTICO

NOIR TREPIDANTE Y ROMÁNTICO

La venganza del hombre muerto (Dead Man Down) es un thriller noir al uso sobre venganzas con un guión bastante típico y tópico para este tipo de producciones. No obstante, hay algunos elementos que hacen que la película se siga con bastante interés, en primer lugar, el buen hacer de su director, el sueco Niels Arden Oplev, artífice del primer Millenium: los hombres que no amaban a las mujeres, así como de la miniserie original. Para este film cuenta con su actriz fetiche, la sueca pero cada vez más internacional, Noomi Rapace y el hombre duro más sensible de Hollywood, Colin Farrell, una pareja que que rezuma buena química. 

En breves apuntes, la trama es la siguiente: Víctor (Colin Farrell) es un asesino a sueldo que trabaja en Nueva York para un todo-poderoso criminal, Alphonse (Terrence Howard) y vive amenazado por otro temible asesino. Al conocer a Beatrice (Noomi Rapace) se enamora. Aunque esta relación no será tan fácil porque tanto ella como él tiene oscuros secretos que esconder y venganzas que llevar a cabo.

A pesar que el guión, firmado por J.H. Wyman, que firma el libreto de la serie Fringe, no es espectacular, sí que cuenta con algunos giros y algunas sorpresas llamativas para captar la atención del espectador, quien no se descuelga de la trama. El cóctel entre noir contemporáneo, thriller de acción ambientado en los bajos fondos neoyorkinos y romance oscuro y complicado es tan efectivo como efectista gracias, sobre todo, al buen hacer de la pareja protagonista, a un montaje envolvente y al buen pulso narrativo que le imprime su director. 

Aunque en algunos momentos, el film nos recuerda en su temática violenta a El castigador, de Jonathan Hensleigh, ésta película es mucho más completa, más entretenida y más trepidante.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Magullados y perseguidos, Víctor y Beatrice vivirán un romance in-extremis.

TODOS SOMOS SANTACO

TODOS SOMOS SANTACO

Cuando Danny Boyle ganó el óscar en 2008, pronunció una frase que refleja a la perfección el quid de cierto tipo de cine. Dijo que "El éxito de Slumdog Millionaire ha puesto de manifiesto el interés del público por películas que traten cuestiones sociales y problemáticas de gravedad." Y servidor corrobora perfectamente esa frase. Porque en demasiados ocasiones ese subgénero ha mirado la realidad a traves de los cristales de unas gafas de pasta, que acaban deformando esa realidad a su antojo como si un espejo cóncavo se tratara. Algo que no conecta con las clases medias-bajas cuya población cada vez es mas amplia. Porque no reflejan su "mundo", sinó una versión intelectualizada de este. Y cuando no se usa ese prisma, siempre viene el mainstream que carcaturiza con poco acierto ese sector de la sociedad.

Por eso, películas como La Estrella son un soplo de aire fresco en nuestro cine; y el cine en general. Donde otros hubieran tratado la historia de esta "superwoman" de Santa Coloma con impostura, Alberto Aranda la filma con frescura, naturalidad y espontaneidad. Se nota que el guión de Belén Carmona, basado en su novela del mismo nombre, retrata esos barrios estoparios de rumba, flamenco, mezcla cultural y agallas. Una historia que nos cuenta las peripecias de La Estrella: una mujer alegre, positiva, con mucha luz y muy resultona. Que le encanta bailar, cantar, que tiene " duende y "estrella”. Una mujer, que, sin embargo, a sus cuarenta años, convive con una sensación de vacío, mientras se dedica a limpiar nichos en un cementerio mientras escucha Radio Teletaxi y se parte el alma por la gente del Santaco de su corazón.

No sólo el texto respira naturalidad. El reparto también. Ingrid Rubio está magnífica como la protagonista. Marc Clotet realiza un rol diferente al que nos tiene acostumbrados, con veracidad pasmosa, y Carmen Machi está perfecta en su rol de Trini, una apocada mujer que representa la antítesis de la valiente Estrella y cuya química entre sus personajes brillan sin artificios. Se nota que todos creen en la propuesta, que saben que están plasmando un mundo tan real como una tortilla de patatas.

Además, a pesar de cierta previsibilidad y esquematización del relato -con una puesta en escena algo impersonal, eso sí-, el film huye de varios lugares comunes para articular un pertinente relato sobre una sociedad que ha perdido los valores frente al mercantilismo. Y que, a pesar que trata con dureza, temas tan contundentes como el maltrato conyugal (tanto psíquico como psicológico) o el racismo latente en la sociedad, lo hace a través de una luminosidad inusitada, que convierte el film en una experiencia casi terapéutica.

En definitiva, La estrella se estrena ante un panorama complicado. Con la crisis mundial, el 21% de IVA, los prejuicios aún latentes sobre la producción cinéfila española (y en especial este tipo de cine) y los blockbusters del verano a la vuelta de la esquina que siempre atraen al grueso del público potencial de las salas. Pero bien vale una oportunidad. Porque es muy entretenida, divertida, con sentimiento, pero, sobre todo, con un halo de esperanza que impregna al espectador durante la proyección y que no lo suelta en cuando las luces se encienden de nuevo. “Sales mejor de lo que entras", nos contó Ingrid Rubio. Y este crítico lo suscribe. Vayan a verla. Cierto es que no es ninguna obra maestra, pero realmente vale la pena su visionado. No os arrepentiréis.

JOAN BOTER ARJONA.-

Pie de foto: Una estrella luchadora, que brilla con luz propia.

 

SUBIENDO EL LISTÓN

SUBIENDO EL LISTÓN

Lo que empezó siendo una película de segunda línea de buscavidas con sus coches tuneados está siendo una saga con serios visos de continuidad, ya va la sexta entrega de Fast and the Furious. Esta saga tiene como un componente de identidad las ciudades en las que discurre la acción, ya sea Los Ángeles, Tokyo, Río de Janeiro. Ahora es el turno de Londres y Tenerife.

Cualquier serie de películas no sólo tiene que mantenerse a  fiel a sus orígenes. Ha de contener elementos que hagan que se reinvente pues además de entretener al espectador, ha de lograr que se pregunte cuándo es la próxima entrega tras encenderse las luces de la sala.

En esta ocasión, hay personajes de cada una de las anteriores entregas  y su director, Justin Lin, es un habitual de la saga. Al dúo protagonista de la primera entrega (Paul Walker como el ex-agente O’Conner y el Vin Diesel en su papel del rebelde Dominic Toretto) se les suman personajes como nuestra bella Elsa Pataky y el wrestler Dwayne Johnson.

La trama es más elaborada de lo habitual, pues no sólo hay acción y gasolina, sino elementos que no desentonarían en una de James Bond. La mujer de O´Conner (Jordana Brewster) es secuestrada por un villano (interpretado por Luke Evans), que es un malo malísimo con ecos a algunos de los famosos malvados de la saga O77. Para combatirlo, el agente Luke Hobbs (Johnson), requiere de la ayuda de Toretto, quien reúne en Londres a su antiguo equipo. La aparición de Letty Ortiz (Michelle Rodríguez), un personaje que estaba teóricamente muerto desde la 4ª entrega y de Riley (Gina Carano), darán un vuelco a la historia, aparte de proporcionar una de las peleas más sorprendentes de la saga.

A destacar algunas de sus elaboradas y coreografiadas escenas de acción, como el espectacular tramo final en un carguero (nada que ver con Iron Man 3) y la aparición de Jason Statham, quien no sólo se coló en Los Mercenarios, sinó que su presencia es más que continuista y justificada.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Michelle Rodríguez y Gina Carano, peleas de alto octanaje.

TECNOLOGÍA ANTIARRUGAS

TECNOLOGÍA ANTIARRUGAS

Desde hace aproximadamente unas décadas se viene sucediendo películas que tratan de personas quienes, en vez de vivir un sosegado y merecido retiro, se resisten a vivir condicionados por tener más de 65 años y deciden seguir con sus actividades productivas. Dentro de este marco, se presenta Un amigo para Frank, de Jake Schreier, quien obtuvo merecidamente el Premio del Público en la pasada edición del Festival de Sitges. 

La acción se sitúa en la confortable América de Suburbia unos años más adelantados a nuestro calendario. En este plácido entorno, Frank, el versátil Frank Langella, parece sólo tener simpatía por la bibliotecaria Jennifer, una siempre solvente Susan Sarandon. Nuestro protagonista ve cómo día a día, los achaques de la edad empiezan a hacerle mella y sus hijos deciden ayudar a su padre con distintos enfoques.

Madison, una encantadora Liv Tyler, asume el reto como si fuera su próximo proyecto de ONG de ayuda al desamparado y decide irse a vivir con él. Su hijo Hunter, James Mardsen, aplica la misma receta que en su propia familia: Si no puedes estar con quien quieres, rodéale de tecnología. Aplicando esta máxima le hace llegar un robot para que le haga de amigo y de mayordomo. Frank, tras un período de adaptación con el humanizado gadget, decide que es posible volver a su antigua profesión: ladrón de joyas.

Entre el costumbrismo y la tecnología, la comedia y el drama, Jake Schreier se mueve como pez en el agua. La cinta mantiene el interés en el espectador durante todo el metraje, tanto en los momentos contemplativos como en aquellos en los que los acontecimientos parecen precipitarse, ofreciendo una hermosa lección de vida sobre el valor de la familia y de la amistad en cada uno de sus fotogramas, llenos de emoción, sin caer nunca en la sensiblería ni el sentimentalismo.

Pie de foto: Frank y el robot, un pulso a la vida.

DAVID PALOMAR.-

¿QUIÉN ES GATSBY?

¿QUIÉN ES GATSBY?

¿Quién es ese hombre misterioso que está por encima del Bien y del Mal?, ¿aquel del que todos opinan y nadie conoce realmente? Gatsby. Baz Luhrmann se encarga de flashearnos a la resolución de este rutilante y enigmático personaje, creado de la pluma de F.Scott Fitzgerald. Leonardo Di Caprio, aporta prestancia y presencia, a este escantador de serpientes tan fascinante como manipulador. La historia está contada a través de las experiencias de Nick Carraway -un Tobey Maguire quien da en el clavo de ese personaje apocado y confidente, con ansias de admiración y reconocimiento-. 

Baz Luhrmann se aprovecha de la mediocridad de Carraway y de su hipersensibilidad hacia todo lo que rodea a Gatsby para arrollarnos con una barroca, exagerada y delumbrante puesta en escena, tanto visual como sonora. La primera parte de la cinta es una montaña rusa de sensaciones y de retratos de los excesos de los roaring 20’s en un Nueva York donde o eras un ricachón pendenciero o eras un paria. 

La película está dividida en dos partes: En la primera nos presenta a los personajes hasta llegar al Gatsby del que todos hablan, así como describe sus fiestas y su modo de vida, lleno de luces y sombras. También conocemos a Daisy Buchanan (Carey Mulligan), esa pobre niña rica, guapa y tonta, infelizmente casada con un adinerado arrogante y mujeriego jugador de polo (Joel Edgerton). Esta primera parte tiene un ritmo endiabladamente vertiginoso. En la segunda parte, en cuanto profundiza en las verdaderas motivaciones y anhelos de los protagonistas, la cinta parece tranquilizarse en cuanto a ritmo, volviéndose más íntima y más dramática, produciendo un regusto muy melancólico, en el que el borrar el pasado es la clave para los cimientos del futuro. 

Baz Luhrmann vuelve sobre sus temas preferidos y recurrentes: el de un amor bigger than life, tan extremo como apasionado, tan luminoso como trágico,que no deja de recordarnos a su Romeo+Julieta y a Moulin Rouge (incluso los más observadores apreciarán algún neón luminoso en homenaje). Y no sólo en cuanto a temática, sinó en cuento a puesta en escena y a la utilización de temas musicales contemporáneos para su banda sonora (atención al tema central de Lana del Rey). 

Aunque, a veces, el film se hace un poco cansino por la repetición de ideas y frases, que se vuelven un tanto obsesivas, el guión no hemos de olvidar que es un elemento secundario al servicio del envoltorio más sensual made-in-Luhrmann. 

S.BARROSO/D.PALOMAR.-

Pie de foto: Conociendo a Jay Gatsby.

EL RESERVADO JAY GATSBY

EL RESERVADO JAY GATSBY

Jay Gatsby el personaje de F.Scott Fitzgerald, de El gran Gatsby (1925), no deja de sorprender a un público que algunas décadas después de su publicación, nos sumerge una y otra vez en los felices años 20 del siglo pasado con una historia que no deja de ser shakesperiana, interesante y a la vez muy mundana y comienza cuando nuestro protagonista se encuentra, después de algunos años, con su amada Daisy, y surge otra vez el flechazo, pese a que ahora ella está casada. Pero no se trata de una de estas novelitas de celos y amor apasionado porque El gran Gatsby nos presenta la mejor analítica de una sociedad ya bastante alejada de nuestros días.

Jay Gatsby es una rama de su propia añoranza y destino lleno de encrucijadas y decisiones, el gran público le empieza a conocer en una época en la que tiene animadversión a la gente y es lo que le lleva a observar por una ventana las fiestas de Charleston que organiza: es un hombre que quiere esconderse de su pasado de soldado y gracias a ese misterio llega a ser un conquistador donde su sex appeal está en boca de toda la ciudad de Nueva York.

Con este movido argumento, el escritor dibuja la clase acomodada de su tiempo, pero no se limita sólo a contar lo que se ve porque Scott Fitzgerald siempre va un poco más allá de lo visualmente simple: es meticuloso y, a la vez, un encantador de serpientes que, con sus libros, cambió las formulas literarias americanas del siglo XX.

¿Por qué este interés, de nuevo, sobre El gran Gatsby? Ahora que se estrena la última versión dirigida por Baz Luhrmann protagonizada por Leo DiCaprio nos podemos acercar al trabajo más reconocido sobre la adaptación de este libro: se trata de la película que dirigió Jack Clayton en 1974 con un reparto de auténtico lujo para el Hollywood de la década de los 70: Robert Redford y Mia Farrow tienen en la gran pantalla una gran química entre ellos.

La primera imagen que se nos enseña de Jay Gatsby (en la versión de 1974) es un hombre observando el horizonte como algo que él ya ha conseguido alcanzar en la vida, el espectador se da cuenta que es un personaje poderoso y acaudalado pero en su intimidad le falta la felicidad careciendo de ese don casi divino al que los seres humanos aspiramos sin parar; poco a poco vemos la “fachada” de nuestro protagonista donde vive en un mundo de apariencia y prosperidad.

Pero, El gran Gatsby no es una obra sobre un hombre que alcanza todas sus metas y muere feliz, es una película sobre cómo un hombre puede llegar a un fracaso con mayúsculas empezando desde arriba del todo, pero no se puede llamar un fracaso económico, es un fracaso a otro nivel mucho más espiritual. Jay Gatsby no está a gusto en la sociedad en la que le ha tocado vivir, por eso huye de las falsas amistades y prefiere estar en soledad o con los cuatro amigos que tiene; pero, tampoco es un anacoreta porque acoge en su casa a gente que él cree que tiene talento innato y que le pueda servir para alimentar su alma.

El Jay Gatsby cinematográfico de 1974 se nos pavonea como un hombre atractivo, reservado y misterioso bajo una intensa mirada que deja entrever su personalidad cautivadora; puede que este personaje también sólo fuese una excusa para contar lo que pasa en un mundo en constante movimiento mientras que él está quieto en el suyo observando ese horizonte próximo a su inmensa casa.

Pero, vamos a introducirnos un poco más en el film de 1974 para ver porqué todavía es recordado y hasta estudiado como cuadro cinematográfico de una época de sonrisas y de fiestas. Si vemos El gran Gatsby, podemos dibujar los rasgos de un equilibrio histórico que la inmensa mayoría de la sociedad desconoce.

En su plano técnico, se podría decir que está llena de una fotografía esponjosa y, de vez en cuando, muy acaramelada, dando pie a confundir al espectador y haciendo de contraste con su dureza argumental. Ésta puede ser la novedad visual de El gran Gatsby, que tiene un toque a los personajes atormentados de Shakespeare.

Así: Daisy (Mia Farrow) es muy inocente y un tanto enamoradiza, pero sólo es una apariencia para que no la hagan sufrir; por otro lado, tenemos al galán: Jay Gatsby (Robert Redford), quien tiene un presente y pasado que ocultar entre bambalinas, y que hace de él un arquetipo de la modernidad al deambular entre dos aguas en una América divertida y cargada de pasiones.

Éste es el verdadero atractivo de esta versión que, en cierta manera, europeizó el cine hollywoodiense porque la manera de contar esta historia en imágenes es muy del viejo continente y siempre es un verdadero plus para volver a ella cuando la ocasión lo permite. 

JORGE GIRBAU BUSTOS.-

Pie de foto: Robert Redford dibujó el anterior Jay Gatsby.