PERVERSO E INTRIGANTE ROMPECABEZAS
Danny Boyle es un autor británico a quien, desde el principio de su carrera, nunca le ha gustado dejar al espectador indiferente. Sus personajes se caracterizan por no ser planos, ni ser lo que en principio se piensa de ellos, sinó tener múltiples recovecos. Así como sus historias, tiendan más hacia la comedia (Una historia diferente), hacia el cine negro (A tumba abierta), cine social (Trainspotting) o el thriller (Trance), siempre están plagadas de giros de guión, cambios de tono, que las hacen sumamente particulares. La emoción y la espectacularidad narrativa (y también visual) ha estado presente en muchos de sus relatos, pero fue especialmente cumbre en obras como Slumdog Millionaire o 127 horas.
Por ello, tanto a los seguidores como a los detractores de este cine tan particular, no debería extrañarnos su nueva película: Trance, un film que, por cierto, rodó a modo de divertimento mientras preparaba la exigente tarea de dirigir la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres.
¿Qué es Trance? A grandes rasgos e intentando generalizar para no desvelar ninguna de sus múltiples sorpresas, diremos que es la historia de Simon (James McAvoy), un empleado de una casa de subastas londinense, quien se ve gravemente implicado en el robo de un cuadro, El vuelo de las brujas, de Francisco Goya por parte de Franck (Vicent Cassel) y una peligrosa banda de atracadores de obras de arte. Tras un accidente, Simon pierde la memoria y es ayudado por una terapeuta, especialista en hipnosis, Elisabeth (una sensual y decisiva, Rosario Dawson). Y hasta aquí podemos explicar...
Hay que decir que no es un film de robos, ni un thriller convencional al uso, sinó que la trama se convierte en un ejercicio autoconsciente de manipulación, engaños, adicción, pulsiones y pasiones. Tramposa, efectista y entretenida, Danny Boyle se divierte a placer confundiendo al espectador, ayudado por un trío protagonista McAvoy-Dawson-Cassel tan efectivo como atractivo. Entre ellos, se tejerán una serie de relaciones, donde el deseo sexual, la malsana idea de belleza y perfección y la búsqueda de un amor fuera de lo convencional serán de vital importancia para el desarrollo de la historia.
Con una impresionante secuencia de arranque y un montaje y una dirección portentosas -sólo hay que ver cómo se plantean las escenas de hipnosis, lo loss recuerdos y sueños, etc-, el espectador es confundido a menudo entre realidad y ficción, envuelto en una espiral tan adictiva como peligrosa, tan rocambolesca como sus múltiples giros de guión y diferentes niveles de lectura de esta historia. Estamos ante una obra que, a pesar de algunas soluciones narrativas visuales un tanto fantásticas y desproporcionadas, así como un final tan pirotécnico como inesperado, el espectador la ve con interés creciente, enganchado a su hipnótica y sugerente trama: un perverso e intrigante rompecabezas.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Elisabeth ayudará a Simon a recuperar su complejo pasado.
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