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Para el gran público

ACCIÓN, ADRENALINA Y TRÍO DE GUAPERAS

ACCIÓN, ADRENALINA Y TRÍO DE GUAPERAS

Coches deportivos tuneados, un trío de guaperas y "macizos" (Álex González, Adriana Ugarte y Alberto Ammann), acción, adrenalina, romance con toques de erotismo, todo ello bañado de una potente banda sonora electrónica a cargo de Carlos Jean. Éste es el cóctel que configura Combustión, la nueva película de Daniel Calparsoro, destinada a reventar taquillas este fin de semana (siempre que Iron Man 3 se lo permita).

La trama bien poco importa, pues el guión no es el fuerte de este tipo de producciones, en breves pinceladas: una banda de atracadores  liderada por el peligroso Navas (Alberto Amman), se dedica a robar a ricos y pijos, poniendo como cebo a la sensual Ari (Adriana Ugarte). Un día deciden robar las joyas de la familia política de Mikel (Álex González), con lo que no cuentan es que no va a ser tan fácil como pensaban. 

La película gana enteros con el trío protagonista, en especial una sensual Ugarte, que se convierte en una especia de femme fatales poligonera; y también con el atractivo físico de Álex González (que vuelve a exhibir musculatura, tras Alacrán Enamorado, de Santiago Zannou) y Alberto Amman, un duro y peligroso ladrón, aficionado a las carreras ilegales, que por pose chulesca e indumentaria quiere emular al Ryan Gosling de Drive. 

Calparsoro consigue un entretenido thriller de buena factura técnica -la fotografía, la planificación y la puesta en escena son impecables y poco tiene que envidiar al cine de acción comercial norteamericano-. Es cierto que el guión resta credibilidad al conjunto y, en este sentido, se acerca a la saga The Fast & The Furious. Incluso los expertos en motor nos comentan es inverosímil pensar que ciertos modelos de coches puedan lograr tanto rendimiento en algunas escenas de piruetas al volante y carreras imposibles.

No obstante, la misión de entretener al personal con coches, chicas y chicos "cañón", acción trepidante a raudales y música molona parece que funciona. Por lo menos, las casi dos horas en el cine se nos pasaron en un suspiro. Eso sí, no esperéis verosimilitud y eleboración en su trama y personajes. Una película para dejarse ir en la butaca, disfrutar de sensaciones extremas y no pensar en nada.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Un trío de guapos protagonistas, uno de los alicientes del film.

EL PRECIO DE LA LIMONADA

EL PRECIO DE LA LIMONADA

Después de una etapa fuera de la industria, Gus Van Sant vuelve al mainstream para seguir su búsqueda de los sentimientos que mueven a las personas. En Tierra Prometida nos cuenta la historia de Steve Butler (Matt Damon), un ejecutivo de una multinacional llamada Global que llega a un pueblo con su compañera de trabajo, Sue Thomason (Frances McDormand), para comprar los derechos de perforación a los propietarios de las tierras, casi todos ganaderos. Steve intentará convencer a la gente de los beneficios de perforar sus tierras aprovechándose de la precaria situación que la crisis económica ha dejado a sus habitantes pero...¿ A qué precio?

Como podéis ver, una premisa muy de telefilm al que, sin embargo, tanto guionistas como director saben huir de los tics propios de un producto de esa índole. El director de Gerry pone la puesta en escena, disfruta filmando paisajes bucólicos y se pone en la piel en un buen artesano; sabiendo, sin embargo, que éste es sobre todo un film de guión y actores, donde secundarios como Frances McDormand, Hal Hoolbrook (Hacia rutas salvajes) o John Krasinki (Jim Halpert de la serie The Office) tienen que brillar con luz propia para cautivar el espectador. Y lo hacen. Con creces.

En mi opinión, no destaca tanto en el reparto el líder del elenco: un Matt Damon que aunque está correcto, me parece que tiene un perfil demasiado frágil para la dicotonomía que nos tiene que presentar su personaje. Quizá sea el punto mas flaco de una muy buena película cargada de buenas intenciones, en dónde habitan roles perfilados con inteligencia y algún giro que la hace huir de lo previsible, sin que el relato pierda sensación de coherencia. Algo que el Matt Damon guionista -puesto que es él quien firma el libreto junto a otro de sus intérpretes, John Krasinski- hace con una comodidad pasmosa. Seguramente, porque como en el film, él también sabe el precio de la auténtica limonada...

JOAN BOTER ARJONA.-

Pie de foto: Matt Damon y Frances McDormand, ¿en tierra hostil?

LOS ZOMBIES TAMBIÉN TIENEN SENTIMIENTOS

LOS ZOMBIES TAMBIÉN TIENEN SENTIMIENTOS

Por todos es sabido que estos últimos tiempos el subgénero de los muertos vivientes ha experimentado un boom. Desde literatura que anuncia el Apocalipsis zombie como el futuro más probable de la Humanidad, hasta el éxito de la serie Walking Dead e incluso en los próximos meses se estrenará World War Z. También se han hecho versiones más heterodoxas, como es el caso de Bienvenidos a Zombieland, de Ruben Fleischer, en clave de comedia de acción, o Juan de los muertos, de Alejandro Brugués, cuyos protagonistas eran los zombies de la Habana. 

En Memorias de un zombie adolescente, de Jonathan Levine, se nos ofrece una nueva vuelta de tuerca al subgénero. La vamos a denominar "rom-zom", al tratarse de una comedia romántica que nos explica la relación entre una chica "viva" y un muerto viviente con aspiraciones de llegar a ser algo más que un cadáver que se alimenta de sesos y de carne humana.

Con sólo comenzar la película nos damos cuenta por dónde va a ir la historia, al introducirnos la voz en off relatando los pensamientos de R, el zombie protagonista (el cada vez más ascendente Nicholas Hoult, pues le hemos visto en Jack el Cazgigantes y es Bestia en X Men). El espectador ya se percata que este muerto viviente es distinto, que no se conforma con su inevitable destino. Pero no será hasta que conozca a Julie (Teresa Palmer), la hija del líder de la resistencia humana frente al Apocalipsis zombie (interpretado por John Malkovich), que no descubrirá qué potencialidades tiene en realidad. 

Esta historia de amistad y amor por encima de las diferencias, se burla de los tópicos del subgénero y de los zombies (de su aspecto, de su manera de proceder, de sus hábitos) y nos presenta un esperanzado relato en el que se pueden subvertir las reglas tradicionales y lo que se espera del subgénero. Ésta es ante todo una película que pretende, a través de los sentimientos, explicar que otra Humanidad es posible: más solidaria, más cooperativa, más unida y que, a veces, no hay que fiarse de las apariencias sinó del interior de los seres.

En este relato interesa destacar el poder del amor, la fuerza de los buenos sentimientos y la lucha contra la propia naturaleza en pos de la aceptación social. Así pues, el que se espere horror, gore sanguinoliento, cuerpos desmembrados y litros de hemoglobina, con esta película va a salir decepcionado. En cambio, a los no fans del subgénero o aquellos que busquen una mirada nueva y original, seguro que le va a agradar.

SONIA BARROSO.- 

Pie de foto: R, un zombie evolucionado y con sentimientos.

¡ABUELETES EN ACCIÓN!

¡ABUELETES EN ACCIÓN!

Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin son tres abueletes de celuloide, tres actores ilustres que han demostrado su solvencia a lo largo de su dilatada carrera. El director Fisher Stevens los ha reunido en Tipos legales, una comedia de acción, en el que tres mafiosetes ya ancianos pasan las mil y una.

La trama es sencilla: Val (Al Pacino), sale de la cárcel tras cumplir condena durante 28 años. Afuera le esperan sus amigos de tropelías, Hirsch (Alan Arkin) y Doc (Christopher Walken), quien recibe la misión por parte de su jefe de matar a su amigo Val. Tiene 24 horas para cometer dicho "encargo". Ese último día de sus vidas lo pasarán a lo grande: alcohol, fiestas, mujeres, robos, etc sin pensar en el mañana.

La cinta tiene un espíritu lúdico y festivo, lleno de camaradería entre los tres viejos sabuesos, a veces se acerca más a una típica buddy-movie (algunos momentos nos recuerdan al espíritu de Space Cowboys, de Clint Eastwood) y en otras, a una wolf-movie, tipo Resacón en Las Vegas. Además, la película sirve para reflexionar sobre la edad, el paso del tiempo y la proximidad de los protagonistas con la muerte.

Pero nada de ellos es serio, por lo tanto, si el espectador quiere disfrutarla tendrá que dejarse llevar por un Al Pacino, totalmente pasado de rosca, que se erige como el rey de la función, un Chris Walken más serio y mesurado y un Alan Arkin, muy alejado de sus papeles célebres y divertidísimos en Pequeña Miss Sunshine o Argo, pues es un personaje con poca entidad, casi testimonial. 

Así pues, aunque todos los gags no son acertados (y algunos no hacen demasiada gracia), la presencia de estos tres grandes del cine y el alma gamberra del relato pueden justificar el visionado de una película, tan destroyer como predecible. Eso sí, con un tramo final que no tiene desperdicio.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Walken, Pacino y Arkin, tres abueletes con ganas de marcha.

PASTICHE INTERGALÁCTICO

PASTICHE INTERGALÁCTICO

Oblivion, de Joseph Kosinski (Tron Legacy), está basada en una novela gráfica de ciencia-ficción, obra del mismísimo director, que lleva el mismo título. La trama, algo rocambolesca nos explica que la Tierra está desierta tras un ataque de una raza alienígena a la Luna y posteriormente, a la Tierra.

El héroe de la historia es Jack Harper, un Tom Cruise, del cuál se vuelve a decir que ha rodado todas sus escenas de acción sin dobles, que se encarga de liderar una misión para conseguir obtener los últimos recursos para subsisitir. Jack comenzará a dudar sobre el sentido de su vida cuando conoce a una chica (Olga Kurylenko), que viaja en una cápsula espacial que choca contra ellos y se tendrá que enfrentar, a su vez, al jefe de la resistencia, interpretado por Morgan Freeman.

¿Qué tiene Oblivion de especial? Ser la primera de toda una serie de películas de ciencia-ficción apocalíptica que nos van a llegar los próximos meses, tales como Star Trek: into the Darkness; de J.J. Abrams, After Earth, de M.Night-Shyamalan; Elysium, de Neil Blomkamp, El juego de Ender, de Gavin Hood o World War Z, de Marc Forster. 

Al verla, uno tiene la sensación que la cinta no aporta nada nuevo al género, pues la rebelión entre los hombres y las máquinas ha sido fruto de muchas otras obras mayores, desde Alien o Prometheus, hasta Blade Runner, pasando por Matrix o Terminator. Quizás, por destacar algún elemento, os diremos es la única película de sci-fi rodada a la luz del día y en los espectaculares escenarios naturales de Islandia. 

Los efectos especiales son correctos y las escenas de acción están bien rodadas, pero los actores no aportan apenas matices a sus personajes. Incluso están mejor y más logrados los papeles femeninos de Olga Kurylenko y de Andrea Riseborough, que el propio Cruise y Freeman que ruedan sus escenas con el piloto automático puesto, sin creerse ni implicarse mucho en lo que nos están contando.

La cinta, que dura algo más de dos horas, se sigue con relativo interés, pues muchas veces resulta cansina y abrumadora, pues resulta un pastiche intergaláctico poco inspirado. No obstante, los amantes del género encontrarán referencias cinéfilas en la película, no muy difíciles de descubrir, que merecen la pena. Aunque, personalmente, disfruté más con el visionado de Prometheus, cinta imperfecta pero mucho más sugerente y prometedora que ésta.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Kurylenko y Cruise, cara a cara en Oblivion.

RICARDO DARÍN RESUELVE UN CRIMEN PERFECTO

RICARDO DARÍN RESUELVE UN CRIMEN PERFECTO

Tesis sobre un homicidio, de Hernán Golfrid, es un thriller argentino sobre un crimen perfecto. Universidad de Buenos Aires, un brillante profesor de derecho y jurista, Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) es testigo de un macabro descubrimiento: el cuerpo de una joven asesinada y torturada a las puertas de la facultad. El resto de sus alumnos está también presente. Entre ellos, un inteligente a la vez que maquiavélico y misterioso estudiante, Gonzalo (Alberto Ammann), hijo de un compañero de profesión, del que Bermúdez comienza a tener serias sospechas.

Al director no le importa que el espectador se pregunte durante todo el metraje quién fue el asesino, sinó que nos resuelve la custión en el planteamiento de la cinta. Golfrid realmente está interesado en el juego de ajedrez entre maestro y alumno, entre cuyas piezas claves estará Laura (Calu Rivero), la bella hermana de la joven asesinada.

La película recorre la obsesión de este abogado por resolver este caso porque cree que su discípulo aventajado le ha desafiado con sus insinuaciones. Poco a poco, ciertos detalles y pistas van entramando una tela de araña que conducirán hasta un desenlace, que consideramos, demasiado imperfecto e insatisfactorio.

Hitchcock y los mecanismos para descubrir al culpable presentes en La soga planean en este ejercicio de cine negro y de suspense. Así pues, no es una película ni brillante ni original, pues de crímenes perfectos, víctimas inocentes, verdugos con piel de cordero e investigadores eminentes la historia del cine va bastante bien servida.

¿Entonces cuál es su gracia? Sin duda, comprobar con qué solvencia y aplomo, una vez más, Ricardo Darín vuelve a convencer y a implicar al espectador en sus pesquisas. Sin duda, su notable trabajo es uno de los motivos por los que vale la pena acercarse a este thriller. Frente a él, Alberto Ammann está simplemente correcto, tiene un par de miradas y escenas inquietantes, pero creemos que siempre está dos pasos por detrás, así como Calu Rivero, muy bella, pero a la que le falta experiencia. 

Así pues, si sois fans de Darín y os apasiona este tipo de thrillers, la visita al cine puede estar más que justificada. Pero los que buscabáis una vuelta de tuerca más original al género, no la vais a encontrar. Es más, puede que os sintáis defraudados con el desenlace de los acontecimientos.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Maestro y discípulo ante un crimen perfecto.

FÁBULA FUTURISTA DE BELLEZA EVOCADORA

FÁBULA FUTURISTA DE BELLEZA EVOCADORA

El futuro de la Humanidad. Dos mundos diferenciados (y aparentemente irreconciliables): el mundo superior -más rico y tecnificado- y el mundo inferior -menos desarrollado y tradicional-. Adán (Jim Sturgess), un joven del mundo inferior, soñador y lleno de creatividad conoce en su adolescencia a Edén (Kirsten Dunst), una hermosa chica del mundo superior. Un terrible accidente les separa. 10 años después, Adán es capaz de superar las leyes de la gravedad que le anclan a su mundo y decide irse a trabajar a la empresa Intermundo para encontrarla. 

Así pues, Un amor entre dos mundos, el debut en el largo de Juan Solanas, es una fábula fantástica y romántica, cuyo mayor acierto es su excelente diseño de producción y su capacidad para crear imágenes de gran belleza y poder visual, que perdurarán en la retina del espectador. 

A pesar de tener un planteamiento más que prometedor e ideas bastante atractivas, como las que hacen referencia al mundo del trabajo, a la diferencia de clases y de jerarquías sociales, la trama evoluciona a trompicones, con momentos bastante inspirados (e incluso algunos curiosos toques de humor, salvados por el buen hacer de Jim Sturgess y Timothy Spall) y otros en los que parece que las lagunas de un guión bastante irregular ni las escenas más visualmente impactantes e imaginativas son capaces de suplir estas carencias argumentales. 

Eso sí, aquellos espectadores románticos empedernidos encontrarán una bella historia de amor imposible, un Romeo y Julieta futuristas de lo más naif e inocente, pues los personajes, especialmente el de Adán, están llenos de candidez y encanto. Incluso los besos entre los protagonistas son de lo más surrealista y artístico. 

No obstante, la historia desaprovecha su potencial para hacer una crítica consistente sobre la diferencia de estratos sociales y las tensiones y conflictos laborales, pues, como hemos apuntado, el guión no da para mucho, no nos permite ni ahondar en los temas en los que tímidamente pasa de puntillas, y sólo son sus imágenes las que resultan hermosamente evocadoras. 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Adán y Edén, destinados a amarse por encima de las leyes de la gravedad. 

THRILLER SANITARIO DE ARRANQUE PROMETEDOR

THRILLER SANITARIO DE ARRANQUE PROMETEDOR

Efectos secundarios, de Steven Soderbergh, inevitablemente nos remite a otro de sus títulos anteriores, Contagio, en el que un grupo de personajes tenía que hacer frente a un misterioso virus que desencadenaba una pandemia global. En ella, el director desgranaba, con la frialdad de un escalpelo al hundirse en la carne de un paciente y desde múltiples puntos de vista -el de las víctimas, sus familiares, los doctores e investigadores, etc- las causas y consecuencias de una epidemia tan devastadora.

En este caso, la película nos plantea una serie de cuestiones más que interesantes para la reflexión. ¿Qué efectos tiene la depresión sobre una persona, en este caso, sobre una joven cuyo esposo acaba de salir de la cárcel después de cuatro años?, ¿cómo le afecta su entorno en su estado de ánimo?; ¿qué consecuencias tiene la nueva medicación sobre su conducta? Incluso plantea cuál es el papel de las farmacéuticas en la supuesta "sanación" de los individuos.

Con un plano inicial de arranque bastante revelador, la cinta va in crecendo a ritmo de thriller sanitario. Se nos presenta, muy al estilo Hitchcock, a una paciente-víctima o falso culpable, Emily (Rooney Mara), y al Dr. Banks (Jude Law), un psiquiatra obsesivo que tratará por todos los medios de descubrir la verdad a la par que limpiar su reputación por los "efectos secundarios" de la medicación sobre su joven paciente. El tercer vértice de la historia es el marido de ella (Channing Tatum), el personaje que queda más desdibujado de la función, que se convierte en un mero instrumento para desencadenar la trama.

En la segunda parte de la película, sobre todo cuando el personaje de Catherine Zeta-Jones (Dra. Sieberg) toma relevancia, se nos presentan toda una serie de obsesiones, traiciones, mentiras, que nos recuerdan a un telefilm de sobremesa más convencional. El thriller sigue siendo distraído, pero no es tan apasionante y prometedor como en sus inicios. Soderbegh desaprovecha su intrigante material de partida para confluir en un drama de suspense al uso, eso sí, realizado con la perfección técnica y el brío narrativo a los que nos tiene acostumbrados.

Por ello, la película es mucho más recomendable que sus últimas propuestas, Haywire y Magic Mike, aunque eso sí, menos trepidante que Contagio. Una lástima que el director que debutó con la excelente Sexo, mentiras y cintas de vídeo, no decida poner toda la carne del asador hasta el final y que nos deje con un thriller correcto, pero lleno de tópicos y de lugares comunes del género.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Emily, una presunta víctima de una depresión de efectos devastadores.

FESTÍN HEMOGLOBÍNICO BRUTAL

FESTÍN HEMOGLOBÍNICO BRUTAL

Corría el año 1981, cuando un entonces desconocido Sam Raimi dirigía su primera película, Posesión infernal, un compendio de escenas de horror y gore con bastantes toques de humor, en la que un grupo de jóvenes incautos tenían que hacer frente a una terrible posesión demoníaca. Este debut le convertió en un director muy prometedor.

32 años después Bruce Campbell, uno de los protagonistas de Posesión Infernal, ejerce tareas de productor e intenta desempolvar uno de los éxitos de su juventud para las nuevas generaciones. Para repetir la fórmula del éxito, cuenta, de nuevo, con un director debutante, Fede Álvarez, con una de las guionistas de moda, Diablo Cody (autora de Juno y de Young Adult) y con el beneplácito de uno de los padres originales de la criatura: Sam Raimi.

Shiloh Fernández, Jessica Lucas y Jane Levy -la poseída-, son algunos de los actores que dan vida a los nuevos jóvenes que se van a una cabaña para desintoxicarse y desconectar de todo. Tras el encuentro de un extraño libro en el sótano, acaban por invocar al diablo con las funestas consecuencias que se derivan de tal horrendo acto.

Posesiones, mutilaciones y desmembramientos varios, muertes de lo más truculentas, entierros salvajes y hemoglobina a borbotones son algunos de los ingredientes de este cóctel gore. todo ello servido con un ritmo trepidante y una banda sonora de violines a cargo del español Roque Baños, para intentar producir escalofríos y revolver el estómago a aquellos espectadores más (in)sensibles. 

Los amantes de los festines más sangrientos están de enhorabuena, pues la película plantea algunas secuencias de lo más explícitas y desfasadas, yendo al grano, sin contemplaciones ni remilgos.Tampoco hay tiempo para bromas y chistecitos. Además, los más cinéfilos encontrarán algunas sorpresas y homenajes. Atención: aconsejamos no huir despavoridos del asiento, sinó tener paciencia y quedarse hasta los créditos finales.

Y para los que aún les ha sabido a poco, el productor Bruce Campbell ha confirmado recientemente tres secuelas más. 

JR PALOMAR.-

Pie de foto: La poseída de la nueva Evil Dead.

UNA BARCELONA SUBTERRÁNEA E INHÓSPITA

UNA BARCELONA SUBTERRÁNEA E INHÓSPITA

Los hermanos Álex y David Pastor parecen repetir la fórmula que tan buen resultado le dio en Infectados para plantear un escenario apocalíptico, de muerte y destrucción. En Los últimos días no se trata de un virus que se extiende como una pandemia a nivel global, sinó una extraña epidemia de agoraforbia. Los habitantes sólo se sienten seguros en el interior de los edificios. Si salen, les espera una muerte segura. Dos trabajadores de la misma empresa, Marc, un informático "quemado" (Quim Gutiérrez) y Enrique, un despótico jefe de recursos humanos (José Coronado), tendrán que aliarse en estas circunstancias extremas para ir a buscar a sus seres queridos.

Bajo esta premisa se nos presenta una Barcelona subterránea, inhóspita y apocalíptica, donde los túneles y las estaciones del metro, así como las alcantarillas se convierten en refugio de todo tipo de personas, la mayoría buscando sobrevivir bajo cualquier método, con cualquier herramienta -una literna, un GPS y una antorcha pueden ser los bienes más preciados- para tratar de sobrevivir en un entorno claramente hostil.

La película, anclada en el 2012, se nos presenta en dos tiempos: el presente y el pasado de hace tres meses (en flahbacks), en el que conocemos a Marc y a su novia Julia (una luminosa Marta Etura), sus problemas, sus anhelos y su relación, así como las dificultades de Marc en su entorno laboral. Estos dos tiempos encierran dos estéticas claramente diferenciadas. Cuando aparece el recuerdo de Júlia se nos ofrecen imágenes de gran poesía visual, que inevitablemente nos recordaron a las películas de Terrence Malick, como El árbol de la vida. Mientras que el presente es oscuro y amenazador, como en The Road, de John Hillcoat, aunque aquí no son un padre y un hijo los que luchan juntos, sinó un empleado y su jefe de RRHH, quienes tuvieron una relación laboral marcada por las circunstancias difíciles del entorno empresarial actual y que ahora se ven obligados a permanecer juntos para sobrevivir. Todo ello, al compás de la intensa y épica partitura del cada vez más consolidado Fernando Velázquez.

De una road movie de túneles y alcantarillas hasta una cinta de aventuras a la antigua usanza o un drama laboral y familiar, Los últimos días combina hábilmente sus elementos en una cinta atractiva, aunque no redonda (pues hay muchas licencias y elementos de una cierta incoherencia que no vamos a explicar para no revelar más detalles al espectador). No obstante, merece la pena que el público descubra que cada vez más en el cine español hay talento suficiente para hacer una película de género notable, que busca tanto entretener como emocionar a la par que hacer reflexionar, pues la escasez de medios y la búsqueda de recursos naturales podría tener lugar en un planeta cada vez más abocado a la autodestrucción. No os desesperéis, pues la película encierra un mensaje ecológico y esperanzador: la salvación en esta Humanidad es posible.

SONIA BARROSO.-

CONFLICTO DE PERSONALIDADES

CONFLICTO DE PERSONALIDADES

En un futuro, las almas son unos aliens que se adentran en los cuerpos humanos para tomar el control de sus mentes. Cuando Wanderer, se instala como huésped en el cuerpo de Melanie (Saoirse Ronin en un doble rol), no podrá, en cambio, apoderarse del todo de su mente, pues la lucha de Mel por no borrar los recuerdos de su vida pasada (sobre todo de sus seres queridos) es tan grande que la convierte en una de las líderes del movimiento humano de la resistencia. Seeker, la buscadora (Diane Kruger), que es la captadora de Melanie, tendrá que perseguirla hasta encontrarla. Además, Mel vive aferrada al recuerdo de Jared, su gran amor perdido y de su hermano. Así pues, Wanda y Mel tendrán que aprender a convivir en una misma mente y un mismo cuerpo, con los riesgos emocionales que ello les va a suponer.

Bajo esta línea argumental se presenta The Host (La huésped), la adaptación de la primera de las novelas de una nueva trilogía de Stephenie Meyer, autora que se ha hecho inmensamente popular entre el público juvenil gracias a Bella, Edward y Jacob, el triángulo amoroso de vampiros, hombres lobo y humanos de la saga Crepúsculo. En esta ocasión, parte de nuevo de una trama con elementos fantásticos para explorar una relación amorosa y se cuestiona sobre el poder de la mente y la libertad individual.

Andrew Niccol, quien nos fascinó con su especial sensibilidad para la ciencia-ficción "más humana" en Gattacca, ha tenido el reto de plasmar esta historia en imágenes y hacer de ella una trama interesante, tanto para los fans "teen" de Meyer y de la novela original, como para sus detractores más furibundos. ¿Y lo ha conseguido, os preguntaréis?

La parte que nos resulta más notable es la de la lucha de identidades entre Mel y su "inquilina", dos personalidades dentro de una misma mente y un mismo cuerpo que pugnan por tener sus sentimientos propios y reconocibles. Nos encantó la dialéctica que se produce entre la humana y su huésped, sobre todo, en sus aspectos más románticos. Asimismo, resulta bastante notable la evolución de algunos de los personajes humanos que se encontrarán con Mel y su reacción a conseiderarla o bien una amiga, e intergrarla como una humana más con una "peculiaridad", o bien, a rechazarla de manera hostil, considerándola una amenaza; así como, la dualidad entre el personaje de Seeker.

No obstante, hacia la mitad del metraje, algunos pasajes abusan de ser demasiado contempletivos, se hacen largos y parece que no llevan a ninguna parte. Además, el desarrollo de la trama y, especialmente el final, peca de querer contentar a todos los fans de Meyer, más que a los seguidores de la ciencia-ficción made in Niccol.

Así pues, para los más escépticos, desvelaremos que la película se deja ver bastante mejor que la saga Crepúsculo, siendo más resultona e interesante en su conflicto amoroso a varias bandas. Y, aunque no sea una propuesta redonda, sinó un tanto irregular, merece la pena ser vista sin prejuicios de antemano.

SONIA BARROSO.- 

Pie de foto: Mel y Wanda, dos personalidades en lucha.

UNA COMEDIA DEMASIADO LIGHT

UNA COMEDIA DEMASIADO LIGHT

Aún nos duelen las mandíbulas de la risa al recordar una comedia de hace un par de años, "Cómo acabar con tu jefe", donde tres desgraciados e infelices trabajadores interpretados con convicción por Jason Bateman, Jason Sudeikis y Charlie Day tenían que hacer frente a un jefe despótico u mafioso (Kevin Spacey); a un vicioso depravado (Colin Farrell) y a una ninfómana (Jennifer Aniston). Aquella comedia, con un espítitu totalmente lúdico y petardo, proporcionaba algunos gags y situaciones delirantes, que funcionaban a la perfección. 

Dos años más tarde, nos llega la nueva comedia del director de Cómo acabar con tu jefe, Seth Gordon, y los fans teníamos motivos de sobra para celebrarlo. Por la cara prometía, a priori, risas y buenas interpretaciones, esta vez a cargo de Jason Bateman, objeto de una suplantación de identidad por una mujer, Sandy Patterson, con el mismo nombre y con un viaje de Denver a Miami, donde se esperaban gags y situaciones cómicas inolvidables.

La decepción es mayúscula cuando nada de eso ocurre. La comedia es muy ligera, sin chispa y los actores están un paso atrás de la anterior película, Jason Bateman parece que no se cree mucho su personaje, mientras que Melissa McCarthy es la que pone más empeño en levantar una película que provocará más bostezos que risas y que sólo se puede ver como una historieta muy light, destinada a contentar a fans de la comedia americana menos exigente. Con el material de partida, a priori prometedor, nos esperábamos mucho más. Una lástima.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Un equívoco de identidad pondrá en marcha los mecanismos de la comedia más ligera.

EL REGRESO DE WALTER HILL

EL REGRESO DE WALTER HILL

Walter Hill, mítico director y productor en los 80´s ha regresado. Y cuando vuelve un autor tan personal, que le encanta jugar y, a la vez, subvertir los elementos característicos de géneros cinematográficos, tales como el terror, el western y el policíaco, siempre suele ser un acontecimiento. En su cartera como realizador cuenta con títulos tan dispares como interesantes, tales como Forajidos de leyenda, Danko, calor rojo, Gerónimo o las más recientes El último hombre (1996) e Invicto (2002). En los últimos tiempos, se había dedicado a hacer algunas series de televisión y a producir películas de género, como la reciente Prometheus, de Ridley Scott.  

Su regreso a la pantalla grande, Una bala en la cabeza, es la adaptación de un cómic francés del mismo titulo de Matz. La trama es bastante sencilla: un peligroso asesino a sueldo, llamado Jimmy Bobo (Sylvester Stallone) es traicionado por sus superiores mientras realiza el último "encargo" y su compañero, muere. Entonces decide tomarse la venganza por su mano, ayudado por un inspector de policia coreano (Sung Kang), que no aprueba sus sangrientos métodos, e incluso por su hija, una joven tatuadora (Sarah Sashi). No sabe que ante ellos hay una peligrosa organización criminal y extorsionadora, liderada por dos hombres de negocios, Baptiste (un denostadísmo Christian Slater) y Morel (Adewale Akinnuoye-Agbaje) y que cuentan con un vengativo y despiadado ex-legionario, Keegan (Jason Momoa) en la retaguardia.

A partir de un comienzo bastante prometedor y que hacia presagiar que estábamos ante otra de las personalísimas muestras de cine de Hill, la película sigue las constantes del género policíaco más convencional, inscribiéndose a la serie B, con tipos muy duros, tiros, testosterónicas luchas cuerpo a cuerpo, mujeres desnudas, toques de humor entre "colegas" (no deja de ser una típica buddy movie) y litros de Bourbon en las venas, de "ese que no se encuentra en los bares, sinó que has de llevar la botella siempre encima". 

Si nos tenemos que quedar con una escena de acción, lo mejor de la función es la pelea "vikinga" entre los dos sicarios enfrentados: Sly y Momoa, una auténtica bestia parda al que descubrimos como Khal Drogo en Juego de Tronos. Además, de un humor seco forjado a base de sentencias lapidarias. Si hay que desconfiar de aquel a quien no le interesa el dinero, a Walter Hill no parece haberle interesado un carajo qué va a ganar con esta película, sólo le interesa el cine que él hacia y que aún, a sus 71 años, le hace vibrar. En el fondo, un romántico.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Sly y Jason Momoa, dos bestias pardas en una lucha cuerpo a cuepo.

UN CUENTO PARA LOS MÁS PEQUEÑOS

UN CUENTO PARA LOS MÁS PEQUEÑOS

Bryan Singer está actualmente enfrascado en una película que todos los fans de X Men tenemos muchas ganas de ver: X Men, Days of future past, de la cuál cada día tenemos más y mejores noticias, acerca de su reparto y producción y que tiene aún lejana fecha de estreno: el 14 de julio de 2014. Antes de enfrascarse en la nueva aventura mutante, Singer parece haber querido relajarse con una historia totalmente distinta, la adaptación cinematográfica en 3D del popular cuento infantil, Jack y las habichuelas mágicas, que lleva por título, Jack el Cazagigantes.

Es muy fácil criticar una película por infantil, inocente y sencilla, pero en un mundo tan complejo emocional, personal y tecnológicamente es bueno celebrar una propuesta que puede presumir de ser totalmente blaca y apta para un público de lo más familiar.

Las aventuras medievales que nos propone Singer es un periplo a la antigua usanza, con aroma de los años 80, de Willow o de Legend, aunque un poco de cartón piedra, a pesar de sus múltiples y variados efectos visuales para reproducir a toda la troupe de malvados gigantes que amenazan el reino de Croister. Este reino está gobernado por un rey que confía la mano a su hija a un pérfido y ambicioso Sir Roderick (un sobreactuado Stanley Tucci); de Isabelle (Eleanor Tomlinson), su hija, una joven y bella princesa que sólo quiere vivir aventuras y casarse por amor y de caballeros más o menos fieles, como Elmont (Ewan McGregor), capitán de la guardia real. Jack, el agricultor (un cada vez más ascendente, Nicholas Hoult), se convertirá en el héroe inesperado de la historia, capaz de alterar el curso de los acontecimientos, a pesar de su torpeza inicial.

Con esta sencilla trama la película se estructura en introducción, nudo y desenlace, como toda historia que se precie, yendo claramente de menos a más. Hay momentos francamente jocosos (como los de las improvisadas "brochetas" que se cocinan los gigantes y algunas soluciones sencillas, como el método de despertar a un gigante), que reflejan la inocencia de una propuesta destinada a cautivar y a entretener a los más pequeños de la casa. Hay otros momentos de poderosa imaginería visual -pues la planta de las habichuelas y los propios gigantes están bastante bien logrados-, aunque es cierto que muchos otros aspectos del diseño de producción son bastante pobres. 

Por ello, para que un espectador adulto pueda entrar en ella, es preciso dejar los prejuicios a un lado y rescatar al niño que cada uno lleva en su corazón. Es una película por y para los peques de la casa, ellos sí van a disfrutar realmente de este cuento, hecho a caballo entre la artesanía narrrativa y la modernidad digital. 

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Jack, Elmond e Isabelle, los tres héroes de la historia medieval.

UN LADRÓN MUY ÉTICO

UN LADRÓN MUY ÉTICO

Parker es un ladrón con un código ético muy particular: Sólo roba a quienes pueden permitírselo y no hace daño a gente que no lo merece. Basado en las novelas de Donald E.Westlake, Jason Statham encarna a este ladrón quien, tras un espectacular robo, es traicionado por su banda, quienes le dan por muerto. Entonces Parker se trasladará a Palm Springs, asumiendo la identidad de un adinerado petrolero texano, donde conocerá a Leslie, una atractiva agente immobiliaria (Jennifer López) con una vida llena de problemas, que le ayudará a dar el último golpe y a vengarse de su ex-banda. 

Así pues, la película es un thriller con robos, explosiones de violencia y ladrones de medio pelo, bastante convencional en su estructura y desarrollo, que se hubiese beneficiado posiblemente con un director menos funcional y expeditivo que Taylor Hackford, quien hubiese dotado a la película de más personalidad y menos mainstream.

Quizás lo mejor de la cinta es su pareja protagonista: un Jason Statham que tiene más vidas que un felino (a pesar de pasarse gran parte del metraje huyendo y gravemente herido, sale de todas) y una Jennifer López que interpreta a una mujer quien, habiéndolo perdido todo y sin nada que perder, ve la oportunidad de cambiar su vida ayudando a Parker, del que se enamora.

La química entre ambos es buena y es uno de los alicientes que ayudan a que la película tenga más atractivo. Otra baza a favor es el humor negro que destilan algunas escenas y los golpes de extrema violencia, con un punto salvaje en alguno de los forcejeos de Parker con sus antagonistas, como el que trascurre en una habitación de hotel en Palm Springs. 

No obstante, la cinta se hace un poco larga en algunos momentos en los que la acción parece quedar estancada y no revierte demasiada originalidad respecto a películas de similar argumento y características. El que se acerque a Parker ya sabe que le va a dar adrenalina, persecuciones, luchas, gotas de humor y un conato de historia romántica. No hay más misterio, no se le puede pedir más.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Parker y Leslie, inesperados cómplices.

CON EL CORAZÓN DE HIGH SCHOOL MUSICAL Y EL ALMA DE GLEE

CON EL CORAZÓN DE HIGH SCHOOL MUSICAL Y EL ALMA DE GLEE

High School Musical y Glee pusieron los cimientos para retratar a toda una generación de jóvenes estudiantes que amaban la música por encima de todo. Dando la nota, de Jason Moore -reañizador proveniente del mundo de la ficción televisiva pues ha dirigido capítulos de Dawson crece, Everwood o Cinco hermanos-los toma como referentes para ir un paso más allá.

En este caso, la trama se centra en una protagonista femenina, Beca (Anna Kendrick), una solitaria chica que busca triunfar en Los Ángeles en la producción musical. No obstante, en la Universidad de Barden, aparte de participar en la radio, decide apuntarse a una hermandad de canto a capella, las Bellas, enfrentadas constantemente con la hermandad masculina, los Treblemakers. 

La película busca, en clave de comedia musical, retratar a un heterogéneo grupo de chicas y chicos a cuál más excéntrico. No deja de ser un cliché que dibuje arquetipos: la rara solitaria (Anna Kendrick), la líder (Anna Camp), la integradora (Brittaney Snow), la gorda (Rebel Wilson), la ligona (Alexis Knapp), la lesbiana (Nicole Lovince) para poner de manifiesto que, aunque entre ellas no puedan ser más distintas hay un nexo común que las une: sus aptitudes vocales y su enorme pasión por la música.

Cuando vamos a ver una propuesta de estas características sabemos que vamos a encontrar confrontación, donde se pondrá a prueba la amistad; enamoramiento no exento de complicaciones y superación personal y competición colectiva para saber quien es el mejor, etc. Así pues, para disfrutar de esta película hay que trasportarse a aquellos años universitarios, dejarse empapar por sus situaciones y descubrir las referencias musicales (sobre todo de los 80 y de la actualidad) y cinematográficas que nos plantean (ojo al homenaje a El Club de los Cinco). Asimismo, hay que estar dispuesto a vibrar con sus temas musicales, aunque curiosamente no sean los shows lo mejor de la película, sinó una improvisada y divertida "batalla musical" fuera de los escenarios "oficiales".

Así pues, todos aquellos con el alma de High Scool Musical, el corazón de Glee y la extrañeza de Hairspray vais a disfrutar de lo lindo con la película, pues estamos ante el guilty pleasure musical de la temporada.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Las Bellas, dispuestas para dar el do de pecho.

PASIONES E INTRIGAS SOTERRADAS

PASIONES E INTRIGAS SOTERRADAS

Un asunto real, de Nikolaj Arcel, es un drama histórico de época que toma tres figuras históricas: el rey Christian VII, su esposa Carolina y su médico personal, Johann Friedrich Struensee para realizar una intriga palaciega con tintes románticos y políticos. Esta película ha sido nominada al Oscar en la categoría de mejor film en habla no inglesa.

Uno de los grandes alicientes es su trío protagonista: el rey loco, inepto y profundamente influenciable que compone Mikkel Böe Folsgaard; su insatisfecha esposa interpretada por Alicia Vikander y el médico de provincias e intelectual ilustrado quien dará un giro a sus vidas, encarnado con solvencia por Mads Mikkelsen. 

La trama, que combina el drama romántico con los hechos históricos, nos cuenta la incapacidad para amar y gobernar Dinamarca del rey Christian VII (quien reinó entre 1749 y 1808). Así cómo la manera en que un ilustrado reformista como el doctor Struensee fue capaz de convertirse en su consejero de Estado y mano derecha, introduciendo cambios políticos que supusieron nuevos aires para el país. Asimismo, nos relata también como consiguió encontrar una vacuna para la viruela y, no sólo entablar amistad con el rey, sinó estrechar lazos íntimos con la reina, en un romance que escandalizaría a toda la nación danesa y que daría sus frutos.

La película, a partir de un buen guión y unos sólido intérpretes, consigue convertirse en una notable cinta de época, la cuál sin estridencias nos decubre una historia no demasiado conocida. No obstante, su fotografía en gris y azulado, nos ofrece una cierta frialdad y distancia con lo que se está narrando, es como si las intrigas políticas y las pasiones, quedasen reprimidas y soterradas. En éste sentido, la película no acaba de buscar la abierta emoción ni implicación e identificación con el espectador. Por tanto, nos parece una cinta muy danesa, que responde y retrata muy bien la mentalidad de nuestros vecinos del norte en una época convulsa e intrigante.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: El trío "real" y su muy particular relación amistosa.

HANSEL Y GRETEL SE HACEN MAYORES

HANSEL Y GRETEL SE HACEN MAYORES

En el cine se está viviendo una tendencia a adaptar cuentos clásicos de manera más épica, moderna y oscura para captar la atención de las nuevas generaciones de espectadores. Éste fue el caso de Los hermanos Grimm, de Terry Gilliam o más recientemente de Blancanieves (Mirror, Mirror), de Tarsem SiNgh y de Blancanieves y la leyenda del cazador, de Rupert Sanders. Este mes de marzo va a ser muy prolífico en adaptaciones llenas de fantasía y sentido de la aventura pues van a llegar Jack Cazagigantes, de Bryan Singer y Oz, un mundo de fantasía, de Sam Raimi. La primera en aterrizar a las carteleras es Hansel & Gretel, cazadores de brujas, de Tommy Wirkola.

Como bien reza en su título, los hermanos más famosos surgidos de la imaginación de los hermanos Grimm, tras conseguir sobrevivir de pequeños a una bruja tentados en una casita llena de dulces, han cambiado su historia y su destino: diez años más tarde se dedican a atrapar las brujas que aterrorizan poblaciones enteras y secuestran niños. Jeremy Renner y Gemma Arterton son los dos hermanos adultos que se dedican a la caza de brujas oscuras y maléficas.

La aventura podría tener más o menos gracia si el humor que en ella se intuye funcionase, si la aventuras fuesen más espectaculares y mejor realizadas a nivel técnico -incluso en 3D tiene poco sentido-, si la acción fuese ineperada o como mínimo si se impregnase de un espíritu más de serie B. Pero la aventura de los dos hermanitos se queda en tierra de nadie. Le falta un sentido del humor, unos efectos especiales más rutilantes, sorpresas que salpiquen la trama y villanos antológicos -se podría haber sacado más partido a Famke Janssen, una mala que puede dar mucho juego, como demostró en Goldeneye- Incluso los protagonistas, los en otras ocasiones notables Jeremy Renner (En tierra hostil, The Town, Los vengadores) o Gemma Arterton (Quantum of solace, Tamara Drewe) parece que no se creen en absoluto a sus personajes, a los que interpretan sin chispa ni convicción, por lo que al espectador poco le interesa lo que les está pasando.

El año pasado llegó a nuestras carteleras Abraham Lincoln, cazador de vampiros, una curiosa reinterpretación de la historia del 16º presidente de los EEUU que, como mínimo, resultaba más resultona en cuanto a argumento y factura técnica. Era de serie B pero, al menos, más cuidada. En cambio, ésta que nos ocupa desaprovecha su potencial, haciendo un producto convencional, mainstream y sin alma, a medio camino de todo. Lo mejor que se puede decir de ella es que dura 90 minutos y que se digiere tan rápido como se olvida. Ni siquiera es un guilty pleasure. Una auténtica lástima porque le teníamos muchas ganas.  

SONIA BARROSO.-

LA CRISIS DE LOS 40

LA CRISIS DE LOS 40

Hace unos años, Judd Appatow comenzó a retratar la "madurez resposable y sus consecuencias" en Lío embarazoso, una historia de una chica que, con el ligue de una noche de borrachera se queda embarazada y, a pesar de no conocer al chico, deciden tirar juntos adelante con la paternidad. En esta historia, protagonizada por Katherine Heigl y Seth Rogen, ya se nos presentaban otros personajes, como el de Debbie (Leslie Mann), la hermana de la protagonista y su "disperso" marido Pete (Paul Rudd).

El director debió pensar que podía seguir exprimiendo la historia, sacando a estos dos personajes de contexto en su propio spin-off para que contaran su historia familiar y de pareja. Así ha surgido, Si fuera fácil (o This is 40, su más acertado título original).

La trama es muy sencilla. Nos vuelve a hablar de la "madurez responsable" con todas sus consecuencias, en este caso en la familia de Pete y Debbie, un matrimonio con dos hijos a punto de cumplir los 40 y abrumados por el trabajo, las facturas y por su vida, en general. Nos habla del síndrome de Peter Pan o de la dificultad de muchos adultos para dejar su adolescencia, de la llamada "crisis de los 40", en contraposición a los verdaderos adolescentes con los que ambos tendrán que lidiar, en este caso sus hijos (sólo hay que ver que uno de los "problemas" de la hija es no perderse ni un capítulo de Lost). 

La película es ágil y la comicidad está bien narrada e interpretada. La química entre la pareja funciona porque las situaciones son fácilmente reconocibles e identificables, aunque el final deriva hacia el inevitable convencionalismo. Quizás es un poco alargada en algunos momentos, pero es eficaz en el retrato de esta pareja y familia "normal", con problemas cotidianos y abrumada por las circunstancias del día a día. Si os gustó Lío Embarazoso y comulgáis con el cine de Judd Appatow en general, ésta no os defraudará porque da exactamente lo que se le puede pedir.

JR PALOMAR.-

Pie de foto: Pete y Debbie, cómo superar juntos los 40.

SIGNOS DE MUERTE INMINENTE

SIGNOS DE MUERTE INMINENTE

Vuelve John McClane (Bruce Willis), el policia neoyorkino que buscaba a su mujer y estaba en el lugar equivocado en el momento más importuno. Aquel héroe "por accidente", que en 1988 nos sorprendió a todos con sus explosiones de humor socarrón y de violencia desatada. Un héroe que volvió tres veces más a la gran pantalla, que fue objeto de veneración y de una mítica sesión de Phenomena Experience.

Tras tres títulos memorables: La Jungla de cristal (1988),La Jungla de Cristal 2 (1990) y Jungla de Cristal: La Venganza (1995), hace cinco años regresaba con La Jungla 4.0 (2007), su parte más floja y descafeinada, nuevos y malos tiempos se intuían para la franquicia, que daba signos de agotamiento. 

Ahora con John Moore, La Jungla de cristal: Un buen día para morir, no ha mejorado mucho, sinó todo lo contrario y el título parece ya una premonición de lo que uno se va a encontrar en este nuevo episodio de las peripecias de McClane. Una franquicia muerta y que, tiene todos los signos de una muerte inminente.

En primer lugar, la acción se desarrolla en Rúsia, donde McClane debe ir a salvar a su hijo, agente de la CIA, aunque para ello se haya de enfrentar y cargar al gobierno soviético en pleno. Pero el guión es menos interesante que una hoja de las Páginas Amarillas y, para suplir la falta de ingenio e imaginación, ya comieza la cinta con una acción abrumadora que no cesará en la hora y media de metraje. Una acción con menos sentido y mucha pirotecnia, explosiones de vehículos y tiros, muchos tiros. Todo ello tan insípido y vacío como la cara de pasmado de Jay Cuortenay.

De la saga original sólo se mantiene Bruce Willis, su grito de "guerra" y algún homenaje a la primera película (una mítica caída de rascacielos), pero ni los villanos son lo que eran (qué tiempos aquellos con  Alan Rickman o Jeremy Irons, ni los compañeros de fatigas son tan interesantes como Samuel L.Jackson). Aunque si queréis una cinta de acción con humor descacharrante, mejor optéis por Los Mercenarios, Los Mercenarios 2 y El Último desafío, o bien por recuperar los tres primeros títulos de la saga. 

JR PALOMAR.-

Pie de foto: John McClane, quién te ha visto y quién te ve...