THRILLER SANITARIO DE ARRANQUE PROMETEDOR
Efectos secundarios, de Steven Soderbergh, inevitablemente nos remite a otro de sus títulos anteriores, Contagio, en el que un grupo de personajes tenía que hacer frente a un misterioso virus que desencadenaba una pandemia global. En ella, el director desgranaba, con la frialdad de un escalpelo al hundirse en la carne de un paciente y desde múltiples puntos de vista -el de las víctimas, sus familiares, los doctores e investigadores, etc- las causas y consecuencias de una epidemia tan devastadora.
En este caso, la película nos plantea una serie de cuestiones más que interesantes para la reflexión. ¿Qué efectos tiene la depresión sobre una persona, en este caso, sobre una joven cuyo esposo acaba de salir de la cárcel después de cuatro años?, ¿cómo le afecta su entorno en su estado de ánimo?; ¿qué consecuencias tiene la nueva medicación sobre su conducta? Incluso plantea cuál es el papel de las farmacéuticas en la supuesta "sanación" de los individuos.
Con un plano inicial de arranque bastante revelador, la cinta va in crecendo a ritmo de thriller sanitario. Se nos presenta, muy al estilo Hitchcock, a una paciente-víctima o falso culpable, Emily (Rooney Mara), y al Dr. Banks (Jude Law), un psiquiatra obsesivo que tratará por todos los medios de descubrir la verdad a la par que limpiar su reputación por los "efectos secundarios" de la medicación sobre su joven paciente. El tercer vértice de la historia es el marido de ella (Channing Tatum), el personaje que queda más desdibujado de la función, que se convierte en un mero instrumento para desencadenar la trama.
En la segunda parte de la película, sobre todo cuando el personaje de Catherine Zeta-Jones (Dra. Sieberg) toma relevancia, se nos presentan toda una serie de obsesiones, traiciones, mentiras, que nos recuerdan a un telefilm de sobremesa más convencional. El thriller sigue siendo distraído, pero no es tan apasionante y prometedor como en sus inicios. Soderbegh desaprovecha su intrigante material de partida para confluir en un drama de suspense al uso, eso sí, realizado con la perfección técnica y el brío narrativo a los que nos tiene acostumbrados.
Por ello, la película es mucho más recomendable que sus últimas propuestas, Haywire y Magic Mike, aunque eso sí, menos trepidante que Contagio. Una lástima que el director que debutó con la excelente Sexo, mentiras y cintas de vídeo, no decida poner toda la carne del asador hasta el final y que nos deje con un thriller correcto, pero lleno de tópicos y de lugares comunes del género.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Emily, una presunta víctima de una depresión de efectos devastadores.
2 comentarios
Sonia -
saludos!
Sonia
Israel -