EXTRAÑA, FASCINANTE Y SUGERENTE HOLY MOTORS
Holy Motors, de Léos Carax (Los amantes de Pont Neuf, Chico conoce a Chica) es tan extraña, fascinante, surrealista, inconexa, difícilmente explicable que engancha desde sus primeras imágenes hasta sus últimos fotogramas. Ya vista en el festival de Cannes, donde se fue de vacío, es una película que polarizará al público, no existe término medio: o se adora o se aborrece. Es una de las experiencias más sensoriales del año y merecedora del premio a la mejor película en el Festival de Sitges 2012.
Muchos de sus fotogramas encierran una obra de arte en sí mismos, esta sugerente fascinación hace que el espectador se sienta en muchos momentos descolocado, perdido, sin saber hacia dónde va el relato. La multiplicidad de historias que vive su protagonista sacian la necesidad de todo ser humano de querer que le cuenten historias. El público siente que se abra ante él la posibilidad de transitar por vidas infinitas, de emocionarse con cada uno de los pequeños fragmentos de existencia, de vivir cada instante como si de toda una vida se tratase, como si cada minuto fuese el último, como si la Eternidad pudise palparse, sentirse, soñarse...
Así pues, no estamos ante una película sencilla ni de narrativa convencional, sinó que, para disfrutarla como merece, requiere ir con la mente en blanco, como si se tratase del primer film que uno va a ver en su vida. La trama es la siguiente: Monsieur Oscar (un estupendo Denis Lavant, actor fetiche de Carax) recorre con limusiona blanca y chófer las calles de la siempre fascinante París, de una cita a otra, es mendigo, hombre del futuro, ajustador de cuentas, moribundo, hombre que recuerda su pasado, etc y, todo ello, viviendo existencias múltiples dentro de una misma vida.
La imprevisibilidad, el azar y el destino tendrán mucho que ver en el periplo real, o tal vez soñado, -¿o se trata simplemente de cine dentro del cine?- de este extraño ser en uno de los días más completos de su existencia. Estamos ante una película abierta a múltiples y variadas interpretaciones, tantas como espectadores miran y opinan sobre ésta.
De poco diálogo y muchas referencias filosófico-existenciales, la cinta es una sugerente sucesión de imágenes que se quedan grabadas en la retina, muchas de ellas provocarán extrañeza en el expectador, e incluso hay algunos pasajes divertidos por ser demasiado surrealistas. No queremos contaros mucho para no desvelaros la magia y la sorpresa, pero os diremos que la casi mística aparición de Eva Mendes y sobre todo, el momento musical mágico y sobrecogedor de Kyle Minigue son de las que no se olvidan con facilidad, sinó todo lo contrario.
Conviene pues, ir libre de todo prejuicio y dejarse llevar por un torrente de sensaciones que van del vacío existencial hasta la magia y el misterio de la propia existencia humana.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Eva Mendes y Denis Lavant, extraños compañeros de viaje.
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