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DESLUMBRANTE ANNA KARENINA

DESLUMBRANTE ANNA KARENINA

Anna Karenina, de Leon Tolstoi, es quizás una de las obras literarias más adaptadas al cine. Greta Garbo, Vivien Leigh y Sophie Marceau fueron tres de las predecedoras de Keira Knightley quien, en su tercera colaboración con Joe Wright-tras Expiación y Orgullo y prejuicio- se pone en la piel de una de las heroínas literarias trágico-románticas por excelencia. 

La historia del triángulo amoroso entre Anna Karenina, su marido, el ministro Karenin (Jude Law) y el Conde Vronksy (Aaron Taylor-Johnson) sigue los patrones literarias, gracias a un guión del prestigioso dramaturgo Tom Stoppard, quien consigue en poca más de dos horas resumir 1000 páginas de la novela, lo cuál no es tarea fácil, y sale victorioso en el intento, pues la esencia -a pesar de que algunas subtramas románticas y personajes, como el del hermano de Anna, Oblonsky y su cuñada, Dolly, quedan bastante recortadas-.

¿Cuál es la peculiaridad de esta nueva versión? sin duda, más allá de su contenido, es la forma en que está narrada. Joe Wright acierta en encerrar a sus personajes entre las cuatro paredes de un teatro, desde la escena teatral, la platea, los palcos e incluso las tramoyas. El significado está muy claro: los personajes están en el gran teatro de la vida y en él, viven sus miserias, sufren por amor, luchan, se desesperan, se sienten en soledad, en abandono, etc. 

Aunque la mayor parte ocurre en un teatro, la película no es para nada teatro filmado, sinó todo lo contrario: sus planos secuencias, su juego de cámara, su atrevida fotografía de luces y sombras, sus juego de espejos y de puertas que se cierran y se abren, le confiere un dinamismo absoluto. Hay secuencias de gran belleza visual, que son un prodigio de virtuosismo narrativo, como es el caso de la deslumbrante escena del baile en Moscú o la primera noche de pasión entre los amantes furtivos (ambas muy coreografiadas y perfectamente montadas), que coordinan perfectamente al son de los compases de la hermosa banda sonora de Dario Marianelli. Mención aparte, su lujoso diseño de producción y su vasto vestuario -que obtuvo el Oscar, merecidamente-. 

En cuanto a los actores se refiere, el gran acierto es una Keira Knightley que demuestra, una vez más, que es una de las actrices jóvenes con más empaque en papeles de época. El espectador sufre y se enamora perdidamente como su personaje. Un paso atrás están, Jude Law, quien realiza un Karenin más matizado, menos melévolo y más piadoso que en otras versiones, pero que lamentablemente carece del peso necesario en la trama; y de Aaron Taylor-Johnson, quien se beneficia de un atractivo imponente para el papel del galán seductor. 

Así pues, guste o no la adaptación de Joe Wright, es evidente su deslumbrante virtuosismo en la puesta en escena y, sólo por ello, merece ser vista y gozada en pantalla grande, pues esta Anna Karenina es una auténtica delicia para el deleite de todos los sentidos. Fascinante.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: La escena del baile, uno de los momentos cumbres de la película.

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