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EL BUEN SABOR DE UN WHISKY AÑEJO EN LA MEJOR COMPAÑÍA

EL BUEN SABOR DE UN WHISKY AÑEJO EN LA MEJOR COMPAÑÍA

La parte de los Ángeles (Angel´s Share) es la nueva película de Ken Loach, una comedia agridulce con trasfondo social, escrita por su guionista habitual, Paul Laverty y con un reparto coral, en el que destacan su protagonista, el debutante Paul Branningham, como Robbie, y John Hensham (Buscando a Eric) como Harry, el jefe de los trabajos a la comunidad que realiza y que será que más le ayude a seguir adelante. 

La trama es sencilla: Robbie estuvo condenado por pegar una paliza a un joven en una reyerta y ha de cumplir servicios sociales a la comunidad. Robbie acaba de tener un bebé con su novia Leonie y sigue con problemas en el barrio que ya vienen de lejos y que no puede solucionar. Un día con el grupo de servicios sociales visitan una destilería de whisky y, a partir de ahí, él comienza a aficionarse y a ver una posible salida a su situación. Y hasta ahí podemos contar.

La cinta se estructura en dos partes: en la primera es un retrato social del protagonista y, por ende, de la situación social de Gran Bretaña. En ésta conocemos a Robbie, a su familia, sus problemas endémicos con la violencia y al grupo de servicios a la comunidad. En la segunda parte, cuando Robbie va a Edimburgo a hacer la primera cata y posteriormente, el periplo hasta la siguiente, donde se desencadenan los acontecimientos, vemos la progresiva evolución de un personaje que no quiere seguir emborrachándose y malgastando su vida, sinó que quiere cambiar, ser un buen padre y conseguir un trabajo, en definitiva, poder tener una vida normal.

La primera parte es, en general, bastante más dramática y reflexiva, en la cual se explica y se desarrolla el conflicto social y personal de este hombre y sus circunstancias. En cambio, la segunda, tiene momentos más cómicos -debido a los curiosos compañeros de servicios sociales que acompañan a nuestro protagonista- y el ritmo se agiliza, hay más acción y más dinamismo, incluso desde la misma banda sonora que, con el pegadizo tema "I gonna be (500 miles), de The Proclaimers, ayuda al rápido desarrollo de los acontecimientos.

La verdad es que la trama acusa de una cierta previsibilidad, pues el espectador en muchos momentos se avanza a la historia para comprobar más tarde que realmente sucede lo que había pensado. Aunque esta previsibilidad no ha de ser vista como algo nagativo, al contrario, la gracia está en saber qué tiene que pasar, pero sorprenderse en cómo se va a desarrollar realmente.

Hay momentos muy buenos y detalles de gran humanidad que no desvelaremos que la convierten en una comedia dramática muy por encima de la media. Para irse del cine con una sonrisa en el rostro habiendo visto una película sencilla, amable y, en definitiva, tan imperfecta como las personas, pero que deja el buen sabor de un whisky añejo paladeado en la mejor de las compañías.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Robbie y sus curiosos compañeros de viaje hacia la cata "más peligrosa" y accidentada de sus vidas.

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