LUCES Y SOMBRAS DEL PODER
Proximidad de una contienda electoral, dos oponentes a la alcaldía de Nueva York, un alcalde desconfiado, Nicholas Hostleter (Russell Crowe) y el recién llegado Jack Valliant (Barry Pepper). El primero, que piensa que su bella y sofisticada esposa, Cathleen, (Catherine Zeta-Jones) tiene un amante y para descubrirlo contrata a Billy Taggart (Mark Wahlberg), un detective ex-alcohólico y católico, con algunas manchas en su pasado.
La sombra de la corrupción política, de la especulación inmobiliaria, de los negocios sucios planea sobre este thriller de Allen Hughes con reminiscencias de títulos como La sombra del poder, de Kevin McDonald (y también con Crowe de protagonista, aunque en un rol completamente distinto); La otra cara del crimen, de James Gray (con Mark Wahlberg); o de las tramas policíaco-judiciales de Sidney Lumet o de otros thrillers políticos de los años 70.
La película pone sobre la palestra el poder de los medios de comunicación, de las campañas políticas de acoso y derribo del contrincante a base de "sacar a la luz los trapos sucios" y de la baja dignidad personal y moral de algunos políticos, que son capaces de todo por aferrarse a un cargo. En esta ocasión, el discurso fílmico de Hughes tiene más sentido que nunca, ya que está de rabiosa actualidad, vistos los últimos escándalos de corrupción político-financiera que están salpicando España.
Hughes juega sus bazas con habilidad, ayudado por un solvente Russell Crowe -quien, aquí sí, y no en Los Miserables- se mueve como pez en el agua en el papel de un corrupto alcalde de moral y maneras intachables de cara la galería. Además, retrata unos personajes que son moralmente ambiguos, pues el Billy Taggart al que encarna Wahlberg presenta muchas luces y sombras, debido a un pasado que le atormenta, a unas adicciones que pensaba ya superadas y a unos celos irracionales que le hacen tener un gran sentimiento de culpa. Además de algunos secundarios interesantes: Carl Fairbanks (Jeffrey Wright), un comisario de policia con ases debajo de la manga y Paul Andrews un director de campaña en la oposición, al que da vida con convicción Kyle Chandler, que se erige como pieza clave en el puzzle.
Con una buena factura técnica, un guión bien construido obra de Brian Tucker (aunque a menudo un poco intrincado y rocambolesco), unos actores acertados y correctos en sus roles, La trama respira aromas de buen thriller, por sus homenajes al cine de los 70 en los que son más importantes la historia y el desarrollo de los personajes, que la acción y el efectismo. Así pues, aunque no es perfecta, está película supone un notable ejercicio de un director de carrera irregular, que irrumpió en escena con la puesta al día del cómic de Alan Moore, Desde el infierno y prosiguió con la floja El libro de Eli. Habrá pues, que darle una oportunidad, visto el resultón acabado de este film, especialmente recomendado para amantes de las fábulas morales contemporáneas.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Intereses comunes unen a Hostetler y a Taggart.
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