EL VIAJE FÍSICO Y ESPIRITUAL
La vida de Pi, es la nueva película de Ang Lee, basada en la novela de Yann Martel, que nos sumerge un viaje sensorial y de fe: la extraordinaria travesía de supervivencia de un joven indio que naufraga, perdiendo a toda su familia y que se queda con la única compañía de los animales de su zoo, al final, sólo con la de un feroz tigre de bengala llamado Richard Parker.
El personaje de Pi Patel es interpretado con maestría por tres actores: Ayush Tandom (Pi niño), Irfran Khan (Slumdog Millionaire),como el adulto que relata su vida a un periodista y el jove Suraj Sharma, debutante en el cine, que tiene un protagonismo absoluto durante buena parte del metraje.
La película, de gran belleza visual y en 3D (aunque realmente sólo luzca la tridimensionalidad en alguna contadas escenas), se divide en tres partes diferenciadas: en la primera conocemos al Piscine (Pi) niño, descubriendo el secreto de su nombre y también su inmersión en diferentes religiones.
La segunda parte es todo lo relativo al naufragio del carguero donde viajan Pi, su familia y los animales de su zoo, además de introducirnos en el increíble relato de supervivencia de un joven, a medio camino entre El arca de Noe y El libro de la selva. Pi, cuál Mogwli se tratase, se ve obligado a convivir con un feroz tigre de bengala y a mantenerse en alerta constante para que no le ataque, así como con la obligación de alimentarle, así como de nutrirse a sí mismo con los pocos recursos de los que disponen en el bote salvavidas donde flotan a la deriva, sin rumbo fijo y sometidos a todos los elementos.
Hay momentos hermosos -como son los distintos encuentros con todo tipo de fauna marina- y otros más desesperanzados. No sólo es un periplo físico, sinó sobre todo, espiritual, en el cuál Pi se interroga sobre el sentido de la existencia y si será capaz de sobrevivir cuando todas sus fuerzas y recursos se hayan agotado progresivamente.
La tercera parte sería la narración de los hechos por parte de Pi adulto al periodista y a la segunda versión de qué ocurrió durante el trascurso del naufragio, por lo que el espectador sabe que, aunque Pi esté sufriendo mucho, al final, se salvó.
La cinta (al igual que la novela) plantea un dilema al espectador al presentársele ante sus ojos dos versiones de la misma historia, de cómo sucedió el naufragio y de la increíble travesía vivida: la primera, más de fe -claramente la historia del tigre en la barca y de la isla- y la segunda, donde prima el sentido práctico de la existencia, con algunas metáforas, pero anclada a la realidad. De que uno se decante por la una o por la otra dependerá de lo que quiera o esté dispuesto a creer, de su manera de ser y de pensar ante los acontecimientos planteados.
Por lo tanto, aunque la historia es eminentemente cine visual, no hemos de olvidar que se trata de una historia donde la fe y la espiritualidad mueve montañas y pueden cambiar el destino de una persona. Recomendable para todos aquellos amantes del cine de aventuras con reflexión espiritual de fondo.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: El joven Pi y su feroz compañero de naufragio, Richard Parker.
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