LA FELICIDAD...¿ES SÓLO COSA DE DOS?
La felicidad nunca viene sola, de James Huth, a primer golpe de vista puede parecer la típica comedia americana trasladada al gusto del cine francés, pero no es exactamente así. Hay algunas particularidades que la distinguen y hacen que sobresalga por encima de la media de este tipo de producciones.
En primer lugar, una pareja con gancho y con probada química romántica, así como vis cómica. Se trata de Gad Elmaleh (cómico televisivo de origen marroquí), que interpreta a Sacha, un músico de jazz fiestero y que rehuye el compromiso; y Sophie Marceau, es Charlotte, una galerista de arte con tres hijos, dos ex-maridos y una vida racional y ordenada. Estos dos polos totalmente opuestos, cómo no, se atraen como imanes.
En segundo lugar, un férreo guión, que potencia que estos dos personajes estén muy bien dibujados y desarrollados en una trama divertida y dinámica, cuya comicidad en muchos momentos roza el slapstick. Además, los hijos de la protagonista contribuyen mucho en este estallido de diversión.
Si la pareja funciona y el guión también, sólo nos queda disfrutar casi dos horas en el cine de una historia que, quizás no es muy original en su concepción -pues lo de chico conoce a chica se ha visto desde que el tiempo es tiempo-, pero sí en su desarrollo. Así pues, una comedia endiabladamente deliciosa y chispeante, que funcionaría más en taquilla si fuese interpretada por dos estrellas norteamericanas, pero que si se la descubre nos llevamos una pequeña y simpática joyita veraniega.
JR PALOMAR.-
Pie de foto: Charlotte y Sacha, ¿destinados a entenderse?
0 comentarios