DESVERGONZADO DESPROPÓSITO
Dos años después de Fuga de cerebros, ahora nos llega la segunda entrega y la fórmula vuelve a repetirse de manera muy parecida. Si en aquella era Emilio (Mario Casas), un chico torpe y tímido que se enamoraba de la guapa y lista Amaia Salamanca, huyendo a la Universidad de Oxford detrás de su amor junto a su peculiar cuadrilla de amigos, aquí es el hermano de Emilio, Alfonso, quien toma el relevo.
Interpretado por Adrián Lastra, Alfonso se halla profundamente enamorado de Sara (Paula Prendes) la persigue hasta la Universidad de Harvard donde se reencuentra con Marta (Patricia Montero) el amor de su vida. De nuevo, aparece el curioso rat-pack de amigotes lisiados tanto física como emocionalmente, entre los que destaca Alberto Amarilla.
Otra vez vuelven a sucederse las situaciones patéticas, los gajes escatológicos que parecen sacados de los hermanos Farrelly, mezclados con la rom-com de toda la vida -con un toque más cañí y absurdo-. Las únicas novedades son los cameos de David Hasselhoff, a quien en sus escasas apariciones le cuesta mantener el equilibrio, y de el Langui, siempre dispuesto a reirse de sí mismo.
Si no fuera por este casting de actores quienes no tienen ni miedo ni vergüenza ante ninguna situación por ridícula que sea, la película naufragaría por los cuatro costados. Sólo la planificación de alguna hermosa escena onírica y la presencia de las bellas Patricia Montero y Paula Prendes, compensan un poco tan desvergonzado despropósito.
Sólo apto para fans recalcitrantes de la comedia gamberra con bajas expectativas, una verdadera lástima que el guión no sea más elaborado, pues ciertas escenas romanticonas resultarían indignas del culebrón más casposo.
FACESONTHEBOX.-
Pie de foto: El casting, lo mejor de la cinta.
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