ENTRE LA FE Y LA SED DE PECAR
Thirst no es una película de vampiros al uso. Para comenzar, el protagonista es un sacerdote católico que se va a África a someterse a un experimento para probar una vacuna contra un terrible virus que está siendo letal. Contrae la enfermedad pero se cura debido a que, en una trasfusión realizada para salvarle la vida, le inoculan el vampirismo. Cuando se da cuenta de lo que le sucede se le plantea un dilema moral, ¿cómo puede seguir haciendo el bien por su prójimo si se siente sumamente tentado por la sangre humana y por una irreflenable pasión hacia la mujer de un ex-compañero de estudios?
Con estas premisas, la película es un cóctel de religión, sed de sangre y erotismo a raudales, aunque siempre bañado por un toque existencial que se desprende de las reacciones del sacerdote, en contraposición a la amoralidad de la situación que el vampirismo le produce.
Estamos ante una película desconcertante e inquietante, que no deja indiferente al espectador, salpicada por momentos de terror, de amor fou e incluso, de comedia hilarante. Su final -que aquí no desvelaremos- es de una belleza poético-lírica asombrosa.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: El pícaro Park y la inocente Kim.
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