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TEDIO

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Con apenas 3 películas en su haber el cineasta portugués Miguel Gomes ha logrado fascinar a propios y extraños. Su cine ha conseguido hacerse un hueco en el panorama cinematográfico actual y por ello se ha convertido en un asiduo de los festivales más importantes del mundo. La crítica especializada le ha granjeado numerosos y grandes elogios que no están al alcance de todos. Al parecer es un autor que dará mucho que hablar en el futuro. Un autor que destaca en los tiempos que corren por su singularidad. Se puede afirmar sin miedo a equivocarse que la crítica ha descubierto a un espécimen llamado Miguel Gomes, pero ahora les toca a los espectadores conocer y juzgar su obra. Está claro que habrá división de opiniones, pero eso es normal cuando se trata de un autor de estas características.

Su último trabajo Tabú (2012) que se presentó en la pasada edición de la Berlinale asombró a muchos de los espectadores allí reunidos y no sólo eso, sino que se llevó el premio de la crítica. Sus seguidores hablan de su cine como si fuera algo mágico, y eso es precisamente lo que pretende el autor, que es nada más y nada menos que redescubrir la inocencia de la vida a través del cine. Como es sabido hoy en día las historias que se pueden ver en los cines son demasiado sórdidas y desconcertantes. El cine actual es demasiado descarnado y se ensaña con el espectador de mala manera. El mensaje que se nos transmite es que el alma humana está enferma. Si en el cine clásico americano todo estaba bajo el influjo del idealismo de aquella época, en el cine contemporáneo no hay sitio para la esperanza ni para la inocencia. Además, los grandes autores europeos como Haneke también se decantan por ese tipo de cine. Un cine que golpea donde más duele. Que desentraña las miserias del ser humano con mucha frialdad.

Por lo tanto, haciendo caso omiso al cine dominante Gomes pretende recuperar la magia del cine de antaño. Una misión nada desdeñable, pero que parece complicado, todo hay que decirlo. Ese cine que nos permitía soñar con grandes historias de amor que acababan convirtiéndose en leyendas, en clásicos imperecederos de todos los tiempos. Tabú al igual que Aquel querido mes de agosto (2008) nos habla del amor. De amores prohibidos, para ser más exactos. En la primera película mencionada somos testigos de un adulterio que nos hace recordar inevitablemente aquella historia de amor que vivieron los protagonistas de Memorias de África (Sidney Pollack, 1985), ya que, sucede también en un lugar recóndito del continente africano. El espectador de hoy en día no puede imaginarse una historia de amor en tierras africanas sin que venga a la memoria el clásico de Sidney Pollack. El espectador tiene muchas escenas de la historia del cine grabadas en su retina como si fueran un tesoro, y cuando uno está viendo Tabú vienen a la memoria maravillosas y conmovedoras escenas que han tenido lugar en África, ese paraíso imaginario y de ensueño.

Tabú, que está dividido en dos partes tituladas Paraíso, y Paraíso Perdido, hace referencia a Tabú, la obra que dirigió Murnau en 1931 con la ayuda de Robert Flaherty. Por otro lado, Aquel querido mes de agosto nos cuenta la historia de dos primos que se llevan estupendamente bien y que acaban enamorándose el uno del otro. Y en las películas de Gomes la música juega un papel fundamental. Se puede decir que el amor que siente por la música es tan grande como el amor. Pero no utiliza la música como lo hace Tarantino, sino que le gusta que la música sea diegética, es decir, que brote desde el interior del plano, no que se añada a posteriori en la sala de montaje. La vida es música, y la música es vida.

El objetivo de Gomes es que viajemos en el tiempo porque sus historias pretenden sacar a la luz historias e imágenes que guardamos con mucho cariño en nuestra memoria. La memoria de la pantalla cobra vida de repente. Nuestros propios recuerdos se funden con la memoria del cine. Las experiencias de cada uno y las experiencias ajenas se funden en un todo y se vuelven indistinguibles. El cine se nutre de la realidad, pero está claro que la realidad también se nutre de ficciones e historias de todos los tiempos. Nosotros hemos crecido con imágenes de todo tipo, y esas imágenes nos permitían soñar despiertos. El deseo se nutre de las imágenes que hemos visto a lo largo de nuestra vida. Nos hacen vibrar y soñar con mundos nuevos, con amores imposibles. Gomes quiere mostrarnos el paraíso que creíamos perdido.

Puedo compartir el objetivo que pretende llevar a cabo Gomes, pero para algunos su cine no es mágico, sino aburrido y carente de interés. A algunos les gustará su estilo, pero a otros no les transmitirá más que sopor. Puedo estar de acuerdo con sus objetivos y sus teorías, pero su cine me produce tedio. No me dice nada. Hay otros autores que proponen esa misma reflexión, pero que en mi opinión lo hacen de una manera más acertada.  

BEÑAT EIZAGIRRE INDO.-

Pie de foto: Amores ilícitos en el contiente africano.

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