UNA MUERTE LENTA Y SUAVE: LA DEGRADACIÓN MORAL DE OCCIDENTE
Killing them softly, de Andrew Dominik, es mucho más que la película donde Brad Pitt es un asesino a sueldo muy cool, es muchísimo más que un reparto masculino de campanillas: Scoot McNairy (Buscando un beso a medianoche, Monsters), Ben Mendelhson (The Dark Knight Rises), Ray Liotta (Uno de los nuestros), Richard Jenkins (The Visitor), James Gandolfini (Los soprano), etc. Ambientada en una ciudad cualquiera de EEUU, con una estética gris, lluviosa y un tanto post-apocalíptica, aunque está claro que es contemporánea, la película es mucho más que neo-noir.
Mátalos suavemente nos habla de algo sensiblemente más importante que unos ladrones de pacotilla y unos mafiosos de medio pelo que deciden ajustar cuentas entre ellos, la película nos está contando la degradación moral de todo un país, EEUU, que es sólo un negocio, cómo exclama uno de los protagonistas en una sentencia lapidaria. Esta degradación moral es exportable a todos los países occidentales, acuciados por una tremenda crisis económica, acompañada por una falta de valores humanos brutal, alimentados por discursos de políticos presumiblemente revolucionarios (como el ya mítico "Yes, we can", de Obama), que en realidad está anclado en el que hizo Thomas Jefferson el siglo XIX.
Los "pobres diablos" que salen en la cinta no representan a "los trabajadores productivos" de los que se vanagloriaba George Bush en uno de los discursos que en la película hábilmente se intercala, sinó a las marionetas rotas de una sociedad donde la ambición por el dinero y el consumismo han conducido a la corrupción moral de las almas.
Dominik, a través de esta historia de gángsters, consigue hacer una denuncia efectiva y a veces efectista del mundo occidental en el que más que seres vivientes, somos supervivientes entre el caos y la miseria, consumidores frustrados a los que el crédito de la Visa nos nubla a la hora de conseguir nuestros sueños. No en vano, la cinta contiene uno de los asesinatos más esteticistas y elegantemente filmados de los últimos tiempos.
Heredero de Quentin Tarantino y Guy Ritchie y con un sentido del humor, muy cínico algunas veces y demasiado deslenguado -en otros diálogos explícitos y bastante inncesarios, todo hay que decirlo-, el director neozelandés autor de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford y de una impactante ópera prima como Chopper, nos regala una de las películas más contundentes del año. Un título indispensable para entender los tiempos que corren.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Relaciones humanas mercantiles y vacías de significado.
6 comentarios
Beñat -
Hasta luego, Sonia.
Elena -
Sonia -
Beñat -
Sonia -
Beñat -
Buen trabajo. Nada más leer la crítica me han entrado unas ganas enormes de dejar todo e ir a ver la película. Es una pena que se estrene mañana, justo el mismo día en que empieza el festival de cine de San Sebastián. Tendré que verla después de que acabe. Se me cae la baba; cine negro del bueno con una atmósfera post apocalíptica (en ese aspecto hay que ir más allá de Seven, está claro).
Hasta otra.