NEO-NOIR, UN GÉNERO RICO EN MATICES
Hay algunos géneros cinematográficos que han logrado sobrevivir al paso del tiempo. Y en este mundo donde nada es eterno ni inmóvil, el cine negro sigue brillando con más intensidad que nunca. El género que nació con la inolvidable El halcón maltés (John Huston, 1941) no parece agotarse, y a pesar de los malos momentos vividos siempre consigue volver con más fuerza y acaba cautivando y fascinando al público.No es disparatado pensar que se ha convertido en el mejor vehículo para transmitir el malestar y la sin razón que vive el mundo actual. Está claro que el cine negro sigue siendo tan válido como lo fue en el siglo pasado para desentrañar las miserias y las contradicciones de la sociedad.
El western o el musical, antaño tan queridos por el gran público, han dejado paso a las ambiciosas producciones de fantasía, de ciencia ficción y de superhéroes que están dirigidos principalmente a los jóvenes. Por paradójico que pueda parecer, el cine primitivo ha resucitado gracias a la tecnología más avanzada. No obstante, aunque Hollywood se haya decantado por el espectáculo de masas, todavía hay quienes están decididos a seguir contando historias que nos hagan estremecer. Además el cine negro americano nació con la intención de enterrar la moral maniquea de los grandes estudios y puso en cuestión el idealismo que caracterizaba al modelo clásico. El mundo es demasiado complejo para dividir la humanidad en buenos y malos y, por ello, el cine negro puede revelarse como un arma de doble filo; los grandes autores logran fusionar magistralmente la diversión y el espectáculo con la denuncia social más descarnada. La lucidez y la agudeza no están reñidas con la diversión.
El panorama del cine negro contemporáneo (neo-noir) es demasiado amplio y diverso para poder definir sus características rápidamente y, por ello, es difícil delimitar un género que no parece tener límites. Además, el cine negro siempre ha tomado prestadas las convenciones y motivos de otros géneros y la hibridación se ha convertido en una de las características más destacables del cine contemporáneo. Delimitar significa que hay que dejar bien definidas las fronteras, pero en un mundo tan globalizado, cambiante y diverso es imposible construir un único relato sobre el tema que nos interesa. Los diferentes relatos se solapan y se entrecruzan hasta el infinito y, por ello, nada es definitivo. Es imposible construir una única narración sobre el cine negro más reciente. Aunque, por desgracia ,hay que destacar que una de las características del género ha sido (y sigue siendo) la poca relevancia que se le ha dado a la mujer. Se puede considerar la exitosa saga de Harry el sucio el ejemplo más paradigmático del papel que se le asigna normalmente a la mujer en este tipo de películas. El arquetípico personaje de la femme fatale siempre ha dado mucho que hablar, pero los expertos nunca se han puesto de acuerdo. Pero eso es otro tema que vamos a analizar en otra ocasión.
UNA FIGURA PARADIGMÁTICA: QUENTIN TARANTINO
Aparte del cine negro comercial muchos autores como Lynch, los hermanos Coen, Soderbergh, Tarantino o Guy Ritchie y ahora Andrew Dominik, han querido deleitarnos con sus particulares homenajes al cine de temática criminal. A continuación ,voy a analizar a un gran cineasta que hizo una valiosísima aportación al universo noir en los años 90. A pesar del entusiasmo que suscitó en los años 80 el género no cumplió con las expectativas y no tardo mucho en decaer, pero en la siguiente década irrumpió con mucha fuerza gracias a jóvenes talentos como Quentin Tarantino. Según los autores Alain Silver y James Ursini en los primeros 5 años de la década de los noventa se produjeron tantos films como en el periodo comprendido entre los años 1967 y 1989. Es un dato que hay que tenerlo muy en cuenta. Tarantino irrumpió como un auténtico huracán en el panorama cinematográfico mundial con Reservoir Dogs (1992) y Pulp Fiction (1994). El fenómeno Tarantino trascendió el ámbito estrictamente cinematográfico para convertirse en un fenómeno cultural. Nicholas Winding Refn, autor de la aclamada Drive, sigue los mismos pasos de Tarantino. Y ha habido otros que han querido imitar su manera de hacer cine, pero sin éxito. El gran acierto del de Knoxville fue que fusionara con maestría e ingenio el cine de entretenimiento y el cine de autor. Para muchos eran dos maneras de entender el cine totalmente contrarias y se excluían mutuamente, pero Tarantino demostró que el cine no entiende de barreras ni de prejuicios.
Reservoir Dogs trataba sobre unos delincuentes que iban a robar un banco (hasta ahí todo bien), pero en vez de mostrar el atraco (que sería lo más lógico), prefirió centrarse en otras cosas. Tarantino sorprendió con su innovadora propuesta, ya que, él decidió lo que era importante y lo que no. Y para el asombro de muchos el gran momento del atraco no era tan interesante como podía ser una conversación cualquiera entre los mafiosos. Tarantino juega con las expectativas del espectador y como ha admitido muchas veces le encanta subvertir las convenciones del género. Y con Pulp Fiction fue mucho más allá. La estructura narrativa que ideó para la ocasión fue aún más compleja que la de su anterior obra. Pero su estilo no sufrió ningún cambio. Los ingeniosos diálogos y los tiempos muertos no habían perdido ni un ápice de protagonismo. Y la violencia podía estallar en cualquier instante, por ello, la tensión y el desconcierto aumentaban cada vez que nos hacía partícipes de más conversaciones “banales”. Tarantino como Godard pone a prueba la paciencia del espectador y, por ello, algunas de sus obras como la espléndida e incomprendida Death Proof (2007) no han tenido la aceptación que se esperaba. Jackie Brown (1997) su obra más clásica y la menos impactante, tampoco tuvo muy buena acogida cuando se estrenó. En aquella ocasión dejó de lado el cine negro para hacer un merecido homenaje al cine blaxploitation de los 70.
BEÑAT EIZAGIRRE INDO.-
Pie de foto: Quentin Tarantino revolucionó el neo-noir con su ópera prima, Reservoir Dogs.
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