COMEDIA GAMBERRA SOBRE UNA BODA MUY PECULIAR
Una boda de muerte, de Stephan Elliot, es supuestamente la secuela de Un funeral de muerte, aunque poco tenga en común con aquella película tan british, excepto que un grupo de personas y familias se reúnen a causa de un acontecimiento excepcional. Aquella vez la reunión giraba en torno a la muerte del padre de familia, quien ocultaba muchos secretos y, en este caso, para la boda del protagonista (Xavier Samuel) en Australia. Así pues, esta nueva comedia está más bien a las antípodas de la primera y guarda más puntos de conexión con Resacón en Las Vegas o La boda de mi mejor amiga.
Para comenzar, el novio tiene también una excéntrica pandilla de amigos (como ocurre en Resacón): el crápula Tom (Kris Marshall -actor que también salía en Un funeral de muerte y que aquí gana en protagonismo); el influenciable y disparatado Graham (Kevin Bishop) y el deprimido Luke (Tim Draxl). Ellos serán los que generarán los líos en una boda muy de alto postín, pues la novia Mia (Laura Brent), es la hija de un senador conservador.
En este tipo de comedias gamberras y de enredo no conviene saber mucho del argumento para preservar en todo momento la sorpresa. No obstante, sí diremos que Olivia Newton-John (Grease) se reserva un divertido rol y que hay un carnero que hace de las suyas...
Aunque la película no ofrece gran originalidad, es cierto que la comedia funciona y la película ofrece todo lo que se espera de este tipo de propuestas: desde el primer minuto hasta sus créditos finales no decae el endiablado ritmo, en especial por el buen hacer de todo su reparto coral -con una gran química y vis cómica- y por la sucesión de situaciones rocambolescas y gags que aportan una buena dosis de diversión y entretenimiento.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: El novio y su trío de amigos.
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