C'EST LA VIE
An Education es una película muy brittish: exquisita puesta en escena, actores muy ajustados en sus papeles y un guión bien trabajado, por obra y gracia de Nick Hornby, que ya alcanzó notoriedad con Alta Fidelidad. La historia del paso de la juventud a la edad adulta de una adolescente hermosa e inteligente no es de una originalidad apabullante sinó más bien todo lo contrario.
Carey Mulligan -una de las actrices revelación del año- insufla vida a Jenny, cenicienta soñadora, pizpireta y perspicaz que, como si de una Audrey Hepburn moderna se tratase cae en las redes de David, un seductor interpretado por Peter Saarsgard, que ejerce de el papel de una especie de pigmalión, como hiciese Rex Harrison con la Hepburn en la inolvidable My Fair Lady, con la diferencia que ella es aquí más lista y acaba siendo más juiciosa y él posee intenciones más ocultas y perversas de las que podrían parecer a simple vista.
La película pone en tela de juicio la encorsetada educación británica recibida en los años 60, a diferencia del modelo francés, mucho más abierto y liberal. En aquella época, ser francés estaba de moda, era símbolo de la libertad, de la bohemia y de ser chic. Por eso la protagonista sueña, con música de Juliette Greco de fondo, con ser francesa e ir a la Ciudad de la Luz. Aunque el film es un canto a la inteligencia, por encima de la frivolidad y a que la racionalidad y el estudio no han de estar necesariamente reñidos con la pérdida de los sueños de juventud. Una auténtica delicia, veánla.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Jenny y David, un coqueteo con la parte frívola de la vida.
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