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ABRAHAM LINCOLN PROMETE ACCIÓN, SANGRE Y ESPECTACULARIDAD

ABRAHAM LINCOLN PROMETE ACCIÓN, SANGRE Y ESPECTACULARIDAD

Abraham Lincoln fue el 16º presidente de los Estados Unidos y el primero del Partido Republicano, luchó contra la esclavitud y se vio inmerso en una guerra contra los estados secesionistas del sur entre 1861 y 1865. Timur Békmambetov-director kazajo, quien nos sorprendiera con su poderosa imaginería visual en Guardianes del Día y de la Noche y en Wanted- se encarga de adaptar la novela Abraham Lincoln, Vampire Hunter, de Seth Graham-Smith (autor de Orgullo, prejuicio y zombies y guionista de esta propuesta) a la gran pantalla por todo lo alto.

La película parte del personaje histórico -desde su más tierna infancia hasta su juventud y madurez- y le hace una reinterpretación histórica. ¿Qué hubiese pasado si Lincoln hubiese compaginado su estudio de las leyes y su entrada en política con el solitario oficio de cazavampiros? En la cinta se muestran las razones que le llevan a esta decisión, su entrenamiento como cazador de vampiros por parte de Henry Stuges, un extraño cazavampiros que oculta un secreto (excéntrico Dominic Cooper -Mamma Mía-) y su incansable lucha contra esos monstruos de la noche. Un hecho curioso es que para matar a un vampiro usa un hacha y también balas de plata (arma que normalmente se usaba para combatir a los hombre lobo).

La estética es de terror gótico y su estilo visual es potente y arrollador. El sello de Békmambetov está presente en todos y cada uno de sus fotogramas e incluso se aprecia el influjo de su ilustre productor, Tim Burton, éste es uno de los grandes atractivos de la película. Aparte, el 3D refuerza las escenas de acción y las cacerías de Lincoln, que no se hacen nada repetitivas, sinó que son bastante dinámicas y entretenidas. Además, estos chupasangres no se parecen en nada a los tímidos y mojigatos vampiritos de Crepúsculo, sinó que, bajo un porte culto, refinado y muy cool, están sedientos de sangre y venganza.

Aunque en contra de la cinta juegan dos factores. El primero es que la película se toma demasiado en serio a ella misma, si fuese un poco más jovial y lúdica y no tan grandilocuente en sus discursos y exposición de ideas, mejoraría. La reinterpretación histórica del personaje de Lincoln y de los dos bandos que combaten en la Guerra de Secesión Americana es lo suficientemente jocosa y festiva para que la película fuese más gamberra, cosa que no sucede en casi ningún momento del film. Aunque no nos olvidemos que ésta es la versión menos ortodoxa del personaje, pues en enero de 2013, Steven Spielberg estrenará una versión histórica con Daniel Day-Lewis de protagonista.

El segundo es que el actor principal, Benjamin Walker, le imprime poco nervio a un personaje que necesitaba ser más carismático para captar la atención de los espectadores. Suerte que hay un buen plantel de personajes secundarios que se erigen como esenciales en el desarrollo de la trama que arropan y mitigan esta carencia del protagonista. Anthony Mackie (En tierra hostil), quien interpreta a su amigo y aliado negro, Will Johnson; Mary Elisabeth Winstead (la hija de Bruce Willis en Jungla de Cristal), que encarna a la esposa de Lincoln, Mary Todd; Dominic Cooper, como su mentor en el arte de cazar vampiros, Henry Sturges y Rufus Sewell (Dark City), como Adam, jefe de los vampiros.

En definitiva, un entretenido y visualmente impactante blockbuster veraniego con un punto de partida original e innovador, pero que lo desaprovecha por culpa de tomarse demasiado en serio a sí misma.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Abraham Lincoln, hacha en mano, y su aliado Will Johnson en su lucha contra los monstruos de la noche que amenazan con destruir EEUU.

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