SAN SEBASTIÁN: EL CINE ARRIESGADO
Los festivales de cine son una plataforma para dar a conocer al grab público proyectos más personales y arriesgados que, de otro modo, probablemente habrían quedado en el olvido o, como mínimo, no hubiesen tenido la repercusión mediática que tendrán después de ser premiados.
Si el festival de Cannes se arriesgó con El árbol de la vida, de Terrence Malick y en Venezia premiaron Faust, de Alexandr Sokúov, la 59ª edición del Festival de San Sebastián ha apostado por Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta, una aventura vital por el País Dogon (Mali) que cuenta con el respaldo artístico de Miquel Barceló.
La película se ha alzado con la Concha de Oro ante la incomprensión de muchos, pero tiene sentido en el marco de un festival que siempre aboga por las cintas arriesgadas o de gran calado social, como ya ocurrió el año pasado con Neds, de Peter Mullan.
Sorpresas también con la cinta griega, Adikos Kosmos, que ha obtenido sendas Conchas de Plata, al mejor director y actor para Filippos Tsitos y Antonis Kafetzopoulos, respectiavemente. Este actor ha apeado del palmarés al que todos dábamos por más que ganador, José Coronado y su Santos Trinidad, que elevan "No habrá paz para los malvados" convirtiéndolo en un gran ejercicio de cine negro policial, contundente y seco.
Más previsibles fueron el Premio Especial del Jurado, para la luminosa y nostálgica propuesta de Julie Delpy, Skylab, y al mejor guión para la emotiva Kiseki, de Hirokazu Koreeda.
Una edición en la que se ha debatido sobre el futuro del cine que ahora parece más prometedor y luminoso que nunca, pues no teme correr riesgos.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Los flamantes ganadores de la Concha de Oro por Los pasos dobles.
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