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DIÁLOGO CON DIOS Y LA NATURALEZA

DIÁLOGO CON DIOS Y LA NATURALEZA

El Festival de Cannes en sus dos últimas ediciones ha otorgado su Palma de Oro a dos propuestas bastante extrañas y desconcertantes. Si el año pasado fue El tio Boonmee recuerda sus vidas pasadas, de Apichatpong Weerasethakul, en esta ocasión ha sido premiada la particularísima visión del cosmos y de la vida del misterioso Terrence Malick, El árbol de la vida.

Es ya conocido el especial interés del director por la relación entre los personajes y la naturaleza, que siempre se convierte en protagonista central. Aunque esta vez, Malick se ha superado a sí mismo, poniendo a prueba la paciencia del espectador más neófito.

El árbol de la vida es una descripción visual y sonora del origen del Universo a partir del Big Bang y de la formación de la vida en la Tierra. En este sentido, muchas de sus secuencias parecen sacadas de un documental de la BBC de éstos que vemos en la 2 en la sobremesa. A partir de esto, la película se centra en la historia melodramática de una familia católica de cinco miembros en la América sureña de mediados de los ’50. El padre (Brad Pitt) es un severo y estricto progenitor, católico de acción y de pensamiento. La madre (Jessica Chastain, vista en La deuda) es todo lo contrario, llena de dulzura e ingenuidad. Los hijos crecen entre el miedo a su padre y el descubrimiento de la vida, de lo que está bien y lo que está mal. El mayor (interpretado por Sean Penn varios años después) es el conductor de este relato que se pregunta una y otra vez por qué Dios permite la muerte de uno de los hijos a punto de abandonar la adolescencia.

Malick dialoga con Dios y la Naturaleza en un relato panteísta y New Age, no apto para todos los públicos. Quienes sientan curiosidad por el origen y sentido de la existencia hallarán aún más preguntas que respuestas en el que es, sin lugar a dudas, uno de los retos fílmicos del año.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Emociones encontradas entre padre e hijo.

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