CINE MILITANTE, CINE EN CONFLICTO
Con motivo del estreno de Una botella en el mar de Gaza, de Thierry Binisti, hemos decidido hacer un repaso de todas aquellas cintas y directores que han reflejado a la perfección cómo hacer cine sobre un conflicto -árabe, israelí, palestino, iraní, afgano...-, teniendo o no las libertades para decir aquello que uno piensa.
Si nos ceñimos a las películas que se ambientan en un conflicto tenemos en Incendies (2011), de Denis Villeneueve, una película dura y sin concesiones, basada en una obra de Wadjo Mouawada, que trata del periplo de dos hermanos en Oriente Medio tras las pistas de la muerte de su padre. Se trata de un cine descarnado, una tragedia universal, que le valió la nominación en 2011 como mejor película extranjera en los Oscar, así como el reconocimiento unánime de la crítica internacional.
También Ajami (2009), de Scandar Copti y Yaron Jami, parte de la cotidianidad de la ciudad de Tel Aviv para contarnos cinco historias que ponen en evidencia la frágil convivencia entre musulmanes y cristianos.
Un film con un enfoque mucho más espiritual que los dos anteriores sería De Dioses y de hombres (2010), de Xavier Beauvois, que explica cómo una comunidad de monjes cistercenses en la argelia de principios de los 90 tendrá que decidir qué hacer cuando trabajadores extranjeros en la región son asesinados por un grupo de fundamentalistas islámicos.
DIRECTORES AMENAZADOS
Aunque si nos referimos a cine en conflicto cuando son sus mismos realizadores los que están amenazados y privados de libertad de expresión nos tenemos que desplazar hasta Irán. Allí dos de sus mayores exponentes en cuanto a la dirección se refiere, Jafar Panahi y Bahman Ghobadi, se han visto privados de sus derechos y de su libertad.
Jafar Panahi fue encarcelado en 2009 tras asistir al entierro de una joven asesinada en las protestas en Irán. Tras un manifiesto de toda la comunidad internacional de cineastas, entre ellos Robert Redford, Steven Spielberg, los Coen, Olivier Assayas, etc, Panahi fue liberado, pero se le prohibió ejercer su profesión y salir del país. A pesar de ello, el año pasado, fruto de una grabación con su teléfono móbil desde su casa, donde permanece recluído, consiguió que se difundiese Esto no es una película, fuera de sus fronteras, a pesar de la cárcel y las amenazas continuamente recibidas por atentar contra el régimen y la seguridad en su país.
Bahman Ghobadi, que consiguió mucha notoriedad con Las tortugas también vuelan (2006) y Nadie sabe nada sobre gatos persas (2009), también fue encarcelado por el régimen de los ayatolas por su crítica al presidente del país, Mahmud Ahmadineyad.
Afortunadamente, existe todavía mucha esperanza y se alzan muchas voces críticas que no han sido acalladas: las jóvenes hermanas Makhmalbaf, Samira y Hana, hijas del también cineasta Mohsen Makhmalbaf. Mientras que Samira ha alcanzado el reconocimiento internacional con El caballo de dos patas (2008), que habla de la relación de dominación desde la infancia, Hana sorprendió con Buda explotó por vergüenza (2007), una historia sobre la necesidad de la educación para cambiar el destino más vergonzoso del Afganistán de los talibanes, donde los niños, con sus juegos crueles pretenden reproducir lo que hicieron los talibanes al bombardear las estatuas de Buda.Todas ellas pertenecen a un cine realmente necesario.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: Buda explotó por vergüenza, de Hana Makhmalbaf, desde la tierna mirada de la niña Baktay se nos revela esta película imprescindible.
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