ESPIONAJE, GUERRA Y SEDUCCIÓN
Shangai, de Mikael Hafström, está ambientada en el Shangai del 1941 en los días previos al ataque de Pearl Harbour,donde un oficial de la inteligencia americana encubierto de periodista, Paul Soames (John Cusack), está investigando la muerte de su amigo Conner. Esto le llevará a entrar en contacto con un mafioso local, Chow Yun-Fat y su bella y enigmática esposa, Anna (Gong Li) por la que se sentirá irremediablemente atraído, así como con el capitán Tanaka (Ken Watanabe), perdidamente enamorado de la gheisa Sumiko (Rinko Kikuchi), amante de Conner.
La película es una cinta de espías, amor, celos y traición, con una cuidada ambientación y dirección artística. La recreación del Shangai de los años 40 es espectacular. Así mismo, sus coqueteos con el cine negro son evidentes, pues posee múltiples referencias a otros títulos míticos de dicho género, desde Casablanca, de Michael Curtiz, (por lo que se refiere al triángulo amoroso) hasta Camino a la perdición, de Sam Mendes (la escena del tiroteo bajo la lluvia) o El buen alemán, de Steven Soderbergh.
No obstante, aunque es una película entretenida y bien ambientada, la trama no es lo envolvente que nos imaginábamos que sería. Gracias al buen hacer de una espectacularmente exquisita y seductora Gong Li y a los matices del personaje de Ken Watanabe, la película gana puntos. John Cusack no se luce demasiado, a pesar de ser el protagonista y Chow-Yun-Fat tiene un papel demasiado conciso y esquemático.
No obstante, si queréis disfrutar con una historia como las de antes y no sois demasiado exigentes en cuanto a originalidad de la trama y esquematismo de algunos personajes, probablemente Shangai satisfaga la necesidad de pasar un buen rato en el cine.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: La atractiva y peligrosa, Anna (Gong Li), uno de los alicientes de Shangai.
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