GENIO Y FIGURA
Gran Torino es la última ( y esperadísmia) película de Clint Eastwood. Su personaje, Walt Kowalski, es un veterano de la guerra de Corea y jubilado de la Ford en Detroit, que no le gusta en absoluto en qué se está tranformando el mundo que le rodea. Cuando queda viudo, sus hijos y nietos no saben cuidar de él y se entertiene en el porche de su casa bebiendo cerveza, sacando lustre a su Gran Torino y, aparentemente, maldiciendo a todo aqél quien quiera acercarse a él. Pero, la llegada de unas bandas callejeras que amenazan a los hijos adolescentes de sus vecinos hmong -etnia del sudeste asiático-, le hará entrar en contacto con ellos y darse cuenta que, aunque las diferencias culturales que les separan son enormes, su priximidad emocional es mayor que con los miembros de su propia familia. Con estos dos jóvenes, Sue y Thao, se implicará como si de un padre con sus hijos se tratara.
Eastwood dibuja un espléndido personaje crepuscular, de gran fuerza. Tras una apariencia ruda, hosca y malcarada en Walt se esconde una persona de profundos sentimientos humanos, que vive torturado por las atrocidades que se vio obligado a cometer en su pasado.
La cinta refleka una historia de amistad y lealtad por encima de las barreras socioculturales, en un entorno marcado por la violencia y la crueldad.
Gran Torino demuestra, una vez más, el genio y figura de un Clint Eastwood que toma referencias de otros míticos personales suyos como Harry Callahan, para construir un hombre íntegro, al que no le hace falta disparar un arma para hacerse respetar. Sin duda, él se erige como alma y motor de esta más que notable propuesta.
SONIA BARROSO.-
Pie de foto: El genio del maestro Clint se vuelve a demostra en Gran Torino.
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