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TECNOLOGÍA ANTIARRUGAS

TECNOLOGÍA ANTIARRUGAS

Desde hace aproximadamente unas décadas se viene sucediendo películas que tratan de personas quienes, en vez de vivir un sosegado y merecido retiro, se resisten a vivir condicionados por tener más de 65 años y deciden seguir con sus actividades productivas. Dentro de este marco, se presenta Un amigo para Frank, de Jake Schreier, quien obtuvo merecidamente el Premio del Público en la pasada edición del Festival de Sitges. 

La acción se sitúa en la confortable América de Suburbia unos años más adelantados a nuestro calendario. En este plácido entorno, Frank, el versátil Frank Langella, parece sólo tener simpatía por la bibliotecaria Jennifer, una siempre solvente Susan Sarandon. Nuestro protagonista ve cómo día a día, los achaques de la edad empiezan a hacerle mella y sus hijos deciden ayudar a su padre con distintos enfoques.

Madison, una encantadora Liv Tyler, asume el reto como si fuera su próximo proyecto de ONG de ayuda al desamparado y decide irse a vivir con él. Su hijo Hunter, James Mardsen, aplica la misma receta que en su propia familia: Si no puedes estar con quien quieres, rodéale de tecnología. Aplicando esta máxima le hace llegar un robot para que le haga de amigo y de mayordomo. Frank, tras un período de adaptación con el humanizado gadget, decide que es posible volver a su antigua profesión: ladrón de joyas.

Entre el costumbrismo y la tecnología, la comedia y el drama, Jake Schreier se mueve como pez en el agua. La cinta mantiene el interés en el espectador durante todo el metraje, tanto en los momentos contemplativos como en aquellos en los que los acontecimientos parecen precipitarse, ofreciendo una hermosa lección de vida sobre el valor de la familia y de la amistad en cada uno de sus fotogramas, llenos de emoción, sin caer nunca en la sensiblería ni el sentimentalismo.

Pie de foto: Frank y el robot, un pulso a la vida.

DAVID PALOMAR.-

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