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LAS ÍNFULAS SUPERFICIALES DE LA FAMA INSTANTÁNEA

LAS ÍNFULAS SUPERFICIALES DE LA FAMA INSTANTÁNEA

Reality es la nueva película de Matteo Garrone después de Gomorra. Sólo presenta dos aspectos en común con su anterior cinta de 2008: las dos se alzaron con el Grand Prix del Jurado en el Festival de Cannes y ambas están ambientadas en el sur de Italia, un escenario donde el director romano se mueve como pez en el agua.

Si en Gomorra, Garrone adaptaba la controvertida obra de Roberto Saviano,donde se analizaban los mecanismos de la mafia napolitana, a través un mosaico de historias y personajes, aquí la trama centra su punto de vista en un único personaje. Se trata de Luciano, que borda con convicción por el debutante Aniello Arena, que, en la vida real no proviene del mundo de la interpretación, sinó de la cárcel, pues este hombre está condenado a cadena perpetua por asesinar a dos personas en 1991 cumpliendo órdenes de la Camorra.

Pero aquí Arena no encarna a un convicto ni es uno de los personajes que pululaban por Gomorra, sinó que interpreta a un humilde pescatero napolitano, casado y con tres hijos quien ambiciona una vida mejor y, por ello, se presenta a los castings del Gran Hermano italiano.

Así pues, la película comienza con mucho brío en la boda bastante kitsch con toques de comedia alla italiana y, poco a poco, va derivando hacia el drama, a medida que el personaje va enloqueciendo, con la obsesión de que todo lo que hace es registrado y observado por los organizadores de casting del archiconocido reality y que vive, sin rendirse en ningún momento y con unas ansias enfermizas, esta necesidad de cumplir su sueño de fama y éxito.

El director se sirve de este personaje normal con reacciones un tanto extremas para hacer una crítica feroz al mundo de los famosos instantáneos, que se sirven sólo de salir por la tele para luego contruir una carrera "artificial" y fulgurante en los medios, asistiendo a eventos y viviendo "de la sopa boba", como queda reflejado en el personaje de Enzo (Raffaelle Ferrante). 

La realización es enérgica y nerviosa, a menudo utilizando la cámara al hombro para hacer que la historia sea cada vez más subjetiva, solución técnica algo discutible por ser un poco mareante. No obstante, la trama se sigue con bastante interés, por el buen hacer del protagonista y por un guión bastante ocurrente         -aunque repetitivo en algunas escenas-, con algunos giros inesperados y con un final discutible, pero merecido. Una película notable que interesará a todos aquellos sociólogos de las ínfulas superficiales de la fama moderna.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Luciano quiere cumplir su sueño a toda costa.

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