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LA INVENCIÓN DE HUGO: ESPECTÁCULO Y SENTIMIENTO

LA INVENCIÓN DE HUGO: ESPECTÁCULO Y SENTIMIENTO

Es curioso como La invención de Hugo y The Artist, dos películas homenaje al mundo del cine competirán en los Oscars, siendo sólo su estética y su historia la que los separa, pero con un tema central que las une. Se trata de dos poéticas cartas de amor fílmicas al séptimo arte, que poseen una nostálgica y entrañable mirada. 

La invención de Hugo, de Martin Scorsese, nominada a 11 Oscars, es una rareza en su filmografía, acostumbrados a su peculiar sello y a sus retratos del mundo de los gángsters o de los bajos fondos, en general.

En este caso, se trata de una película infantil y en 3D, más deudora del estilo de Steven Spielberg, que del suyo. 

La historia del joven Hugo (Asa Buttelfield, que nos recuerda al "niño triste" Freddie Highmore), enmarcada en el París de los años 30, permite hacer un sentimental homenaje a aquellos pioneros del cine, como los hermanos Lumière o George Méliès, no en vano el personaje de Ben Kingsley es un trasunto de este último inventor del celuloide. Por ello, toda la trama se impregna de magia y de imaginación, dos ingredientes esenciales en los orígenes del cine. 

El romanticismo del escenario de la estación de trenes de Montparnasse donde Hugo vive, le da un plus de aroma antiguo y nostálgico al relato en el que intervienen todo tipo de curiosos personajes que animan la cinta, desde el padre de Hugo, al que da vida  Jude Law; su mejor amiga, Isabelle (Chlöe Grace-Moretz, inolvidable en Kick Ass o Let me in) o el estrambótico y malvado jefe de estación encarnado por Sacha Baron Cohen.

Con una secuencia de apertura prodigiosa, la maquinaria del film se pone en marcha y el 3D ayuda al espectador a introducirse en la historia y a amar a sus protagonistas. El componente emocional de este hermoso cuento es tan alto que el propio Scorsese afirmó haberse inspirado en su propia nieta de 12 años al componer esta película que busca que el espectador haga aflorar sus emociones. Una cinta que gustará a mayores y a pequeños, especialmente a aquellos que crean que el cine es puramente un gran espectáculo acompañado de buenos sentimientos.

SONIA BARROSO.-

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