ENRÉDATE EN MI TELARAÑA.

Spiderman es una de mis debilidades cinematográficas. Quedé deslumbrada con la primera parte, por su sabia combinación entre humanidad y espectacularidad. Peter "Spidey" Parker es ese chico tímido y vulnerable, que pulula por muchas aulas, víctima propiciatoria de las burlas de los compañeros, hasta que le pica una araña trasladándole su don.

La segunda parte es mucho más descafeinada. Ni Octopus ni la plana historia entre Peter y Mary Jane la reflotan.

En cambio, la tercera se parece mucho más a la primera. Hay momentos canallas muy divertidos, propiciados por un Spiderman que, enfundado en su traje negro, da rienda suelta a su parte más sombría y vengativa, con una actitud que destila mucha mala uva.

Los villanos ofrecen espectacularidad. Por un lado, Harry Osborn, hijo de Duende Verde y enamoradísimo de MJ. James Franco imprime carácter a un personaje poliédrico que tanto desciende a los infiernos como sufre una profundo cambio de mentalidad (y no vamos a explicaros más). También están para darle vidilla a la cinta el Hombre de Arena (interpretado por Thomas Haden Church, visto en "Entre Copas") y las contadas apariciones estelares de Venom-Eddie Brock, un fausto moderno en un mundo de fotoperiodistas, al que encarna Topher Grace (visto en "In good company" donde enamoraba a Scarlett Johansson), en el papel detestable de la función.

Otra parte importante del film, es el triángulo amoroso entre Peter, Mary Jane y Harry, que pone a prueba la consitencia del amor entre la pareja y la relación de amistad entre los tres.

Aunque sin lugar a dudas, la película no funcionaría sin la moraleja final: En la vida todos tenemos elección, pero depende de lo que elijamos iremos por el camino correcto o no.

Spiderman nos atrapa porque apela a nuestra parte emotiva. Los personajes tejen intrincadas redes en las que el perdón, la redención, el espíritu de sacrificio, la confianza, la amistad y el amor jugarán un decisivo papel en la batalla final. ¿Os la váis a perder?

SONIA BARROSO.-