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EXTRAÑOS VÍNCULOS DE SANGRE

EXTRAÑOS VÍNCULOS DE SANGRE

Park Chan-Wook es uno de los más reputados directores actuales de Corea del Sur. Creador de un universo propio, ultraviolento y salvaje, desde sus piezas maestras Old Boy, Sympathy for Mr. Vengeance y Sympathy for Lady Vengeance. Estos últimos años había evolucionado con Thirst -vista en el Festival de Sitges 2009 e inédita en salas, sólo estrenada en dvd directamente- hacía una violencia más refinada, sutil y sofisticada en la forma, pero brutal en el fondo. La historia de un sacerdote que se convertía en vampiro y una hermosa, inocente e infeliz mujer casada tenía momentos memorables que la convertían estética y temáticamente en una exquisita y perturbadora delicatessen cinematográfica.

Era evidente que un día u otro, Hollywood le echara el ojo -y no sólo por la preparación de un remake de Old Boy-. Por ello, Stoker se ha de ver como una continuación lógica de su imaginería y obsesiones personales. La trama, basada en un guión de Wenworth Miller -conocido actor de Prision Break- es la siguiente en pocas líneas: India (Mia Wasikowska), una joven adolescente un tanto introspectiva y especial, se siente muy sola y desamparada tras la muerte de su querido padre. Con su madre, un tanto carefree y alcoholizada Even (Nicole Kidman), nunca se han llevado bien. La aparición de su tío Charles (Matthew Goode), ambiguo y refinado, va a hacer que comience a replantearse muchas cosas y que entable con él una relación de lo más peculiar. 

El triángulo protagonista, unido por los lazos familiares de sangre, es de lo más morboso, pues los tres vértices proporcionan a la historia la inquietud y la extrañeza que la historia requiere. Desde el principio, notamos que, en este nuevo miembro de la familia, Charlie, anida un elemento de gran poder perturbador, que no logramos descifrar. El magnetismo que el personaje desprende no es ajeno a la aparente fragilidad de Even ni a la superficial vulnerabilidad de India.

Jugando con maestría con una puesta en escena y una estética, montaje y fotografía deslumbrantes -e incluso poéticos-, así como su desasosegante banda sonora -y efectos sonoros, todo hay qué destacarlo-, Park Chan-Wook transforma un guión no demasiado original en una pequeña obra de arte para ser degustado poco a poco. La estética es tan envolvente e impecable como en sus anteriores obras. El film no deja respiro al espectador quien, cada vez más en vilo, se siente perturbado por lo que está viendo -y, a menudo, por lo que no ve, pero intuye, aterrorizado, que puede suceder-.

Así pues, estamos ante un intrigante thriller con toques de ironía y cinismo sobre el origen del mal -que todos podemos llevar dentro, ayudados o no por la genética-, deseos prohibidos y extraños vínculos familiares. Hay muchos homenajes a Hitchcock, especialmente a La sombra de una duda y Psicosis, empezando por la caracterización y la personalidad de tío Charlie. El espectador es noqueado con elegancia por enfermizas escenas de lucha que equidistan entre Eros y Tánatos, inocencia y pervesión, hasta un clímax final bastante malsano.

Es difícil describir con palabras las sensaciones que nos produce el cine de Park Chan-Wook en general ,y Stoker en particular, por ello, os recomendamos que vayáis a verla y os dejéis arrastrar por el perverso torrente emocional que nos propone. Eso sí, siempre dispuestos a pasar un buen mal rato en la sala de cine.

SONIA BARROSO.-

Pie de foto: Una familia que descubrirá los lazos que les unen más allá de la sangre.

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