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NAKING ...

Hoy tocaría hablar de Daniel Craig ante el estreno inminente del nuevo Bond, Casino Royale. Sólo diré que me parece un actor bastante respetable, a pesar de que sólo he visto un par de cintas del susodicho: Camino a la perdición, de Sam Mendes y Munich, de Steven Spielberg. Respecto a su físico, Craig más bien parece sacado de los calendarios de los bomberos de Bilbao, Vigo o de la Generalitat de Cataluña por su cuerpo cuadrado y sus facciones un tanto rudas. Es más un trabajador del espionaje, que el espía seductor y elegante que encarnaron Sean Connery o Pierce Brosnan. Pero no me quiero extender más, puesto que la peli pienso postergarla hasta navidades.

Este fin de semana voy a ver, entre otras, El Ilusionista. ¿Y quién es ese actor de mirada entre inocente y pícara, tierna y oscura, que nos roba el corazón? Es Edward Norton, el que, en otros tiempos compartiese cama y casa con Salma Hayek, hasta que la engañó con una stripper. En el cine, sin embargo, no ha explotado esa vena de canalla y seductor, sinó todo lo contrario. Amante de las emociones turbias y la ambigüedad moral, sorprendió hasta al propio Richard Gere (al que se merendó, de paso) en Las dos caras de la verdad, donde interpretaba a un monaguillo nada angelical, víctima de abusos sexuales. Luego vendrían El Club de la Lucha, Rounders o Un golpe maestro, donde completaba el trío de ases formado por Marlon Brando y Robert de Niro, de los cuáles Norton es ilustre sucesor. Brilló especialmente en La última noche, de Spike Lee, como un hombre que aprovecha las 24 horas antes de entrar en prisión; y en American History X, otro de sus papelazos, esta vez como neonazi, cinta por la cuál se le negó el Oscar por segunda vez, tras Las dos caras...Ahora está dispuesto a hechizarnos como ilusionista, ¿lo conseguirá? Daremos fe de esto después de ver la peli que clausuró el pasado Festival de Sitges.

 

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